La nueva dramaturgia española toma la palabra
▶ Pablo Remón y José Troncoso estrenan obras en el Festival de Otoño y el CDN, respectivamente
La dramaturgia española contemporánea tiene, afortunadamente, una cada vez mayor presencia en nuestros escenarios; y, lo que es más importante, en los más relevantes. Dos de las voces más significativas de esta dramaturgia son, sin duda, Pablo Remón (Madrid, 1977) y José Troncoso (Cádiz). Ambos han crecido al amparo de sendas compañías –La Abducción y La Estampida, respectivamente–, en las que han desarrollado sus pasos y en las que han cimentado su creciente prestigio en su doble faceta (tan común hoy en día en nuestra escena) de autores y directores. Los dos coinciden estos días en la cartelera madrileña. Remón estrenó el miércoles en el Centro Conde Duque, donde estará hasta el 3 de diciembre dentro de la programación del Festival de Otoño, su obra ‘Barbados 2022’; y entre el 1 y el 18 de diciembre la sala de la Princesa del Teatro María Guerrero acogerá la obra ‘Los columpios’, escrita y dirigida por Troncoso dentro del proyecto Nuevos Dramáticos del CDN.
Con ‘Barbados 2022’, Pablo Remón realiza un insólito ejercicio de dramaturgia, ya que se trata de «una reescritura», como él mismo la define, de una obra que estrenó hace cinco años en el Ambigú del Teatro Kamikaze: ‘Barbados, etcétera’. «La escribí –dice el dramaturgo– para aquel espacio y para «Es una reescritura, una obra nueva», dice Pablo Remón de este texto, al que ha vuelto cinco años después de su estreno
dos actores, Fernanda Orazi y Emilio Tomé, que son los que interpretan esta reescritura. Fue una función muy especial para nosotros, en la que hay un gran contacto con el público».
‘Barbados, etcétera’ llegó a escena después de ‘La abducción’ y ‘40 años de paz’, dos textos que situaron a Pablo Remón bajo el foco. De hecho, cuenta el autor, la obra surgió durante el proceso de creación de ese segundo texto. «Nos dimos permiso para afrontarla», dice Remón. La obra explora el mundo de la pareja, «y tiene que ver con la memoria, la comunicación y el amor. También con el ruido que lo acompaña, es decir, la desmemoria, la incomunicación y el desamor». La isla de Barbados es «su punto de fuga, un espacio imaginario».
La idea de volver sobre este texto fue del propio Pablo Remón. «Tenía el deseo de revisitarlo. El teatro hoy en día no facilita que las obras tengan mucha vida, y necesitan tiempo para cuajar. Es, de entre todos mis textos, el que me resultaba más enigmático, más sorprendente; el que me planteaba más preguntas. Es un texto abstracto, con una poética que no tienen otras obras mías, y me pareció que presentaba posibilidades de convertirse en otra cosa». El resultado, asegura el dramaturgo, «es una obra nueva. El punto de partida y los actores que la interpretan son los mismos, pero es diferente a la estrenada hace cinco años».
La reescritura de un texto ya estrenado es, para un dramaturgo, una perversa tentación. «Si no fuera por los estrenos, no terminaríamos nunca las obras. Yo, de hecho, cambio mucho el texto durante el proceso de ensayos, pero una vez que se estrenan ya no los toco. Tenemos la obligación de soltarlas una vez que se estrenan. Pero consideraba que ésta, en concreto, debía tener una segunda vida».
Los textos en el teatro siempre permanecen vivos; no solo porque varían según quién, cómo y cuándo se digan, sino por esa posibilidad constante de cambio. «Un texto es fruto de un momento concreto; cada obra retrata a su autor y retrata igualmente el momento en el que se encuentra», concluye Remón.
Columpios dramáticos
Si el autor madrileño presenta esta reescritura dentro del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, José Troncoso presenta la suya, ‘Los columpios’, en el Centro Dramático Nacional. Forma parte de su proyecto educativo Nuevos Dramáticos, que trata de abrirse al público infantil y juvenil. La obra es producto del trabajo en distintos talleres en el que han participado niños de entre 8 y 11 años, que ahora forman parte del reparto de la obra junto a seis actores profesionales: Marta Fernández Muro, Zaira Montes, Paco Ochoa, Belén Ponce de León, Juan Vinuesa y Pepa Zaragoza.
«Lo que he hecho ha sido sentarme a escuchar a los niños, a escucharlos de verdad. Saber cómo imaginan el futuro, qué quieren ser de mayores», explica José Troncoso. «Para mí era más importante ponerme sus gafas que escribir algo mío » . Y de estas charlas –«absolutamente maravillosas», dice el autor– ha surgido esta obra, que presenta un colegio mágico; para ello el escenógrafo, Alessio Meloni, ha transformado la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero en un aula completamente dorada, desde sus paredes hasta sus sillas con tablero. «La fábula es sencilla. Es el último día del colegio –cuenta el autor y director– y la señorita Mariví se va a despedir de los niños a los que ha tenido en clase; en ese momento sucede una tormenta eléctrica, el tiempo se para y se confunden los niños y los adultos».
Preguntarse dónde está el niño que fuimos, si hemos sabido hacerle caso, si hemos conseguido convertirnos en lo que soñaba ser, es lo que propone la obra, que Troncoso quiere que sea inmersiva para el espectador, y en la que más que nunca se ha pretendido que el teatro conserve su aspecto de juego. «Los actores –dice Juan Vinuesa– hacemos que hacemos; los niños, no; los niños lo hacen de verdad». ¿Y por qué ‘Los columpios’?. «El día que dejé, por vergüenza, de subirme en los columpios – confiesa Troncoso–, algo cambió en mi vida».
Los dos autores y directores han cimentado su prestigio en dos compañías, La Estampida y La Abducción