ABC (Nacional)

«Lo normal es que con la incertidum­bre se frene la inversión»

▶ El directivo señala que las empresas ven señales de optimismo «pero la nube negra sigue presente»

- Presidente de la asegurador­a Cesce DANIEL CABALLERO

Cesce, asegurador­a de crédito a la exportació­n por cuenta propia y del Estado, conoce al detalle cómo están las empresas españolas. Miles de ellas son sus clientes y Fernando Salazar (Madrid, 1977), su presidente, no duda en hacer hincapié en que España sale de las crisis apoyada en el sector exterior, y esta crisis no es una excepción. Aun así, ve razones para el optimismo a medio plazo.

—¿Cómo ve la situación económica?

—El año 2022 empezó con una recuperaci­ón fuerte; con problemas derivados de esa recuperaci­ón como los cuellos de botella, costes de transporte disparados, incremento­s de precios de materias primas… Se frenó por dos factores: la guerra en Ucrania y los confinamie­ntos en China. China es el segundo PIB del mundo, insertado en las cadenas de valor de todo tipo de productos y que demanda materias primas de todos sitios; lo que pasa en China nos repercute a todos. Esos dos factores nos han frenado la recuperaci­ón. Sin embargo, hay factores que la siguen impulsando. Hay ahorro embalsado de las familias que está saliendo, las exportacio­nes se comportan muy bien... pero es evidente que la economía se está frenando. Acabaremos el año con buenos datos y el año que viene tendremos un crecimient­o mucho menor, aunque el FMI no pronostica recesión a nivel mundial.

—¿Cómo evoluciona la inversión empresaria­l?

—Lo normal es que en este entorno de incertidum­bre, hasta que se aclaren las cosas, la inversión se frene. Y cuando las cosas estén más claras, es lógico que la inversión vaya creciendo. Sí vemos que las empresas durante el Covid han tirado mucho de líneas de liquidez, muchas de ellas ahora tienen un endeudamie­nto importante, y ahora tienen que pasar estos meses, cuidar la caja y volver a despegar tras estos meses. Aun así, si vemos los predictore­s, la Bolsa lleva unas semanas repuntando y eso es un buen indicador de cómo están las expectativ­as. El entorno es complejo, de policrisis, pero a pesar de todo las empresas se están comportand­o bien y las perspectiv­as son buenas.

—¿Qué le transmiten las empresas?

—Dos cosas: preocupaci­ón y esperanza. Nubes y claros. La inflación está bajando como se preveía, los costes de transporte­s también, los precios de las materias primas están cayendo, igual que el precio del petróleo, el precio del gas aunque sigue alto ya no está como en verano… Se ven factores de optimismo pero la nube negra sigue presente.

—España tradiciona­lmente se apoya en el sector exterior en las crisis.

—España sale de las crisis exportando, siempre lo ha hecho. Antes teníamos el atajo de devaluar la peseta y eso ahora no existe. En la crisis financiera tuvimos que salir con un euro fuerte, sin devaluació­n, y costó sangre, sudor y lágrimas. Pero nos dejó un tejido empresaria­l mucho más internacio­nalizado. Ahora la exportaapr­obó en 2021 un decreto que pretendía aligerar la situación y que, probableme­nte, no ha hecho más que empeorar las cosas al exigirle a los promotores que consigan acuerdos más complicado­s que el que designó ‘president’ a Pere Aragonès. Ante este panorama, es mejor pagar por hundir el hidroducto.

Pero si hasta poco antes de la pandemia el atasco de las renovables era una nota distintiva de Cataluña, ahora éste afecta a todo el territorio nacional.

Lo primero que debe hacer el promotor de un proyecto de energía renovable es pedir a Redeia (ex Red Eléctrica) el acceso a la red. A los proyectos grandes se les da entrada directa y a los pequeños a través de compañías distribuid­oras. Una vez que ya lo tienen, empieza a correr un plazo de cinco años para la entrada en funcionami­ento, pero en paralelo hay que tramitar el resto de informes y papeleo. Esos informes los emiten las distintas administra­ciones y eso es como montar en el tren de la bruja. Es crítico el de impacto ambiental que, en el caso de los parques eólicos, suele tardar un promedio de seis años, según la asociación empresaria­l del sector.

El próximo 25 de enero de 2023 vence el plazo de una gran cantidad de permisos de acceso que se concediero­n a partir de 2017, cuando se acabó el frenazo ción se sigue comportand­o muy bien, aunque los índices de pedidos reflejan que empiezan a caer, pero no se desploma.

—¿Las crisis benefician al sector exterior?.

—Animan más a exportar, pero ahora es algo estructura­l, antes la exportació­n era coyuntural. La empresa antes era más doméstica y ahora es estructura­lmente internacio­nal. Las empresas ya nacen con vocación global y los jóvenes son muy globales. Estamos en una economía muy global, con un problema que es que la globalizac­ión se está frenando. No creo que haya desglobali­zación sino una regionaliz­ación de la globalizac­ión.

«Las empresas han descubiert­o que depender de proveedore­s alejados y en países complicado­s es un riesgo»

—¿Regionaliz­ación de la globalizac­ión? ¿Qué es eso?

—Las empresas han descubiert­o que depender de proveedore­s únicos muy alejados y en países complicado­s es un riesgo. Ahora se tiende a acortar la cadena de valor, contratar en países cercanos. que tuvo la inversión en renovables a raíz de las primeras decisiones del gobierno de Rajoy. En esa fecha concluye la prórroga que dio el gobierno a los permisos que caducaban en 2021 y que ya venían atrasados. Esta vez, la vicepresid­enta tercera ha dicho que no habrá más prorrogas, amenaza que, sobre todo, va dirigida a las comunidade­s autónomas que son las que pidieron el aplazamien­to anterior. Según Redeia, hay permisos de acceso a red para proyectos que suman 143.700 MW. No todos se acabarán realizando. Se estima que hasta 2030 sólo se instalarán entre 50.000 y 60.000 MW, lo justo para cubrir el expediente.

La lentitud burocrátic­a y un procedimie­nto extremadam­ente garantista está detrás del retraso. No se puede iniciar un trámite mientras otro esté aún abierto. En el último decreto de medidas anticrisis el gobierno flexibiliz­ó la tramitació­n para las grandes instalacio­nes. Algo similar han tenido que hacer con las exigencias de los famosos Perte. Después del fiasco inicial del Perte del vehículo eléctrico, ahora se ha decidido reducir a la quinta parte los avales necesarios para los proyectos del alimentari­o, otro signo más de que el Gobierno sigue improvisan­do parches a unos procedimie­ntos anticuados que debería revisar a fondo. jmuller@abc.es

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// ISABEL PERMUY Fernando Salazar, presidente de Cesce

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