Un mensaje adecuado recibido por alguien vulnerable es suficiente para desencadenar el proceso Utilizan técnicas de manipulación coercitiva para controlar a sus fieles
Lo bueno está dentro, todo lo malo fuera
Una situación de vulnerabilidad y un mensaje adecuado, en el momento justo, es suficiente para que cualquier persona sea susceptible de ser captada por una secta destructiva, una modalidad criminal con efectos devastadores sobre la víctima. La Comisaría General de Información de la Policía, que tras la derrota del terrorismo etarra ha reorientado parte de sus objetivos para adaptarlos a la nueva realidad, ha fijado entre sus prioridades la lucha contra estos grupos, muy diversos en sus métodos y tipología pero unidos por la utilización de técnicas de manipulación coercitiva para anular la voluntad del reclutado.
No hay una secta tipo –«venden su producto en función de la demanda que exista en cada momento», explican a ABC la inspectora jefe y la inspectora responsables de estas investigaciones–, porque tampoco hay líderes con un perfil determinado, más allá de su capacidad de persuasión, ni una única forma de actuar. Pero los daños que provocan son «muy duros, en ocasiones hasta irreversibles en función del tiempo de permanencia en el grupo; cuanto más prolongada sea, mayores son los estragos», sostienen.
El tipo de personas que llega a una secta destructiva es variopinto y ni siquiera el nivel económico, cualificación profesional o nivel cultural, son determinantes. «El factor que desencadena la captación puede ir desde la mera curiosidad, a individuos que quieren vivir experiencias diferentes o, incluso, gente desesperada porque su
Muchas veces la persona captada por una secta está convencida de que va a ser beneficiada con un ‘milagro’, la mayor parte de las veces en un asunto de salud. Se fían al cien por cien de ‘terapias’ alternativas que creen que les salvarán. fre alguna patología y necesita creer que el líder de la secta les puede curar». Pero la Policía no se fija tanto en las ideas que se transmiten –cualquiera es libre de expresar y transmitir las que considere oportuno–, sino en la utilización de esas técnicas de manipulación coercitiva que les permiten controlar la voluntad de las víctimas.
«La respuesta policial no siempre es posible, porque las conductas que se producen en el grupo sectario pueden no tener encaje en el Código Penal», advierten las expertas de la Comisaría General de Información: «No todo lo inmoral es delito», recuerdan; por ello, «una de las prioridades debe ser la atención a las víctimas, que se sientan arropadas, derivarlas a profesionales… Las personas captadas valoran no ya la investigación policial sino, sobre todo, sentirse escuchadas».
En octubre y noviembre la Policía ha hecho dos operaciones contra grupos sectarios, en Asturias y Barcelona, con un nexo común: utilizaban sustancias psicoactivas que provocan en el individuo una distorsión de la rea
Los adeptos a las sectas han sido convencidos de que todas las cosas buenas están en el grupo, mientras que asocian todo lo malo a lo que se encuentra en el exterior. De ahí que cada vez pasen más tiempo en ese ambiente. lidad. En la primera, en Langreo, fueron detenidos cuatro miembros de una secta neochamánica que organizaba ceremonias a las que solían acudir menores. El líder, de nacionalidad sueca, oficiaba estos rituales por toda España y vendía entre sus adeptos rapé, ayahuasca y yopo.
Según la investigación, este individuo se valía de esas sustancias psicoactivas para facilitar tanto la captación como el control de los adeptos, que por supuesto las tenían que comprar para poder consumirlas. De hecho, su venta era la vía de financiación de las actividades del líder espiritual y su familia. En algunos casos, además, esos consumos sustituían a la terapia médica, con grave riesgo para la salud de la víctima. Al líder del grupo se le intervinieron 5.000 euros en efectivo y otra cantidad en divisas. Todos los implicados están en libertad.
‘Sacerdotisa chamánica’
En la comarca de Berguedá (Barcelona) hubo dos detenidos. Los agentes actuaron cuando iba a comenzar un ritual en el que, con distintos pretextos, se ofertaban sustancias psicoactivas con grave riesgo para la salud. Entre los arrestados estaba una mujer que se anunciaba como ‘sacerdotisa chamánica, psicoterapeuta y 'coach'’, y que ofrecía a los fieles técnicas como reiki, PNL o registros 'akashicos'. Era presentada como ‘mujer medicina’ por las sustancias que suministraba y en las celebraciones era asistida por el ‘músico medicina’.
Durante las ceremonias se seguían rituales cuyo objetivo era el consumo de ayahuasca, que presentaban como medicina. Los detenidos, en libertad también, la utilizaban como herramienta para captar y controlar a los asistentes a sus sesiones, así como fuente de ingresos. En algunos casos, tal como sucedía en Asturias, estas sustancias eran utilizadas como terapia sustitutiva de la medicina convencional, lo que facilitaba la manipulación mental y colocaba a los consumidores en una situación más vulnerable.
Separación de la familia y los amigos
La secta, cuanto más destructiva es, más necesita separar al individuo de su entorno familiar y social, porque corre el peligro de que allí le puedan abrir los ojos. Procuran, por tanto, el mayor aislamiento posible de sus fieles.
Estos grupos captan a los fieles por redes sociales abiertas y parten del engaño, porque no informan ni de sus métodos, ni de su doctrina, ni de su objetivo de controlarlos, porque como es lógico bajaría su clientela. «Les llevan a los lugares de retiro, donde por supuesto no hay nadie capacitado para atender a quien sufra un problema médico. En cuanto hay consumo de sustancias psicoactivas sin autorización médica ya existe un delito contra la salud pública», explican las policías.
«No se han detectado muertes relacionadas de forma directa con esos consumos, pero hay que tener en cuenta que los efectos duran muchas horas y la víctimas pueden sufrir las consecuencias cuando ya ha terminado el ritual y abandonado el lugar de la reunión. Y en ese caso es complicado establecer la relación causa-efecto», añaden las investigadoras.
Este tipo de sectas ha crecido mucho, también desde la pandemia, que ha creado un ambiente propicio para
Muchas veces las víctimas no se reconocen como tales e incluso, tras salir del grupo, justifican algunas cosas, incluidos los castigos
El consumo de sustancias psicoactivas se emplea como herramienta de manipulación y también de vía de financiación