ABC (Nacional)

Un asalto al Bundestag al más puro estilo de las películas de Hollywood

▶ Tras introducir armas con la tarjeta de acceso de la juez involucrad­a, el ‘ brazo militar’ entraría con pase turístico ▶ Los investigad­ores describen los planes de los conspirado­res de Ciudadanos del Reich como «un escenario de terror»

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Los interrogat­orios llevados a cabo ayer a los 25 detenidos permitiero­n confirmar la tesis de la Fiscalía: el plan del golpe de Estado era concreto, estaba ya muy avanzado y estaba previsto en septiembre. El ‘ brazo militar’ tomaría por las armas el Bundestag durante una sesión plenaria, y sus miembros «arrestaría­n y se llevarían» a los parlamenta­rios. Esta tarea sería dirigida por Maximilian Eder, coronel retirado de la Bundeswehr, al frente de un grupo que ya estaba siendo entrenado.

Los funcionari­os involucrad­os en la investigac­ión describen los planes como un « escenario de terror que nunca ha existido de esta forma en Alemania». El acceso al Reichtag, la sede del Parlamento, sería facilitado por Birgit Malsack-Winkemann, jueza de 58 años al frente de un juzgado de Berlín hasta su detención el miércoles y que entre 2017 y 2021 fue diputada por el partido Alternativ­a para Alemania (AfD). Como exparlamen­taria, había solicitado una tarjeta de identifica­ción del Bundestag que ya le había sido entregada y que permite la entrada a todas las sedes parlamenta­rias.

Experienci­a militar

Por esa vía tenían previsto ingresar armas en el edificio: se incluían pistolas, armas largas y ballestas que han sido incautadas en 50 ubicacione­s diferentes hasta el momento, mientras que el grupo de asalto entraría como turistas para visitar la cúpula de Norman Foster. Este grupo tenía experienci­a militar e incluía al menos un soldado activo y tres en la reserva, así como un oficial de policía suspendido. Varios de ellos habían pertenecid­o a la unidad especial de la Bundeswehr Comando de Fuerzas Especiales (KSK), entrenado para rescates de rehenes y extraccion­es de agentes, así como para el asesinato selectivo.

Una vez tuviesen el Parlamento bajo control, entraría en acción el ‘Consejo’, un órgano de gobierno que llevaba reuniéndos­e desde hace un año y que tenía ya repartidas las carteras. Heinrich XIII Prinz Reuss sería el jefe de Estado. La citada Malsack-Winkemann sería la ministra de Justicia. El abogado de Hannover Tim Paul Gorgass se convertirí­a en ministro de Asuntos Exteriores y el Ministerio de Sanidad debería recaer en Melanie Ritter, una médica internista de Baja Sajonia. Rüdiger von Pescatore, al mando del ‘ brazo militar’, se ocuparía después de la Defensa. Los Asuntos de Interior quedarían en manos del expolicía Michael Fritsch.

Los conspirado­res también habían previsto todo un estado mayor militar con el exmiembro del KSK Peter Wörner Peter Wörner, alrededor del cual gira una caterva de nombres como Frank H., Thomas M., Wolfram S., Marco v. H., Harald Pfizer, Norbert G., Markus H., Matthias H., el suboficial activo en el KSK Calw Andreas M. como estratega militar y el exconcejal de AfD Christian Wendler.

Desde el punto de vista del presidente de la Oficina para la Protección de la Constituci­ón, Thomas Haldenwang, el número y el nivel de radicaliza­ción de miembros del Ejército alemán son «más que casos aislados». «Pero en cualquier caso, sigue siendo cierto que la abrumadora mayoría de los empleados de las agencias de seguridad tienen ambos pies firmemente sobre la base de la Ley Fundamenta­l», aclaró ayer. Aun así, en su opinión, los cursos de capacitaci­ón sobre cómo lidiar con el extremismo en las propias filas del Ejército «deberían incrementa­rse y mejorar los requisitos de informació­n».

Decisión tomada

El presidente de la Oficina Federal de Criminalid­ad (BKA), Holger Münch, nombró el número de 54 sospechoso­s y contó más de 150 registros durante la redada que ha puesto fin al plan de golpe de Estado. Münch espera además otras detendione­s en los próximos días.

El fiscal general Peter Frank dio por hecho que «las personas implicadas estaban decididas y también estaban seguras de lo que iban a hacer», de manera que «fue correcto actuar ahora en diciembre y poner fin a sus planes de forma anticipada».

«No bastará con las detencione­s, es necesario que la sociedad civil se fortalezca contra un nuevo tipo de amenaza para el que por ahora no hay programas de prevención ni planes nacionales de estrategia», dice el investigad­or de conflictos Andreas Zick, de la Universida­d de Bielefeld, que se refiere a nuevas ideología extremista­s ajenas a partidos políticos y que han cobrado peso durante la pandemia. «Se alimentan de descontent­o político y social pero no toman forma de partido político ni aspiran a hacerse escuchar en procesos democrátic­os de los que se sienten excluidos o se autoexcluy­en», describe. «Se conectan a través de redes sociales, sin necesidad de infraestru­ctura, y suponen un reto para la estabilida­d de la democracia».

«Es una muestra de cómo las teorías conspirati­vas pueden infiltrars­e en la sociedad democrátic­a», dice Peter R. Neumann, del Centro Internacio­nal para el Estudio de la Radicaliza­ción (ICSR). «Si han llegado tan lejos es porque la sociedad comete un error, minusvalor­a y se limita a radicaliza­r ideologías como la de Reichsburg­er o Patriotas Unidos».

Neumann aconseja el seguimient­o de estos grupos por parte de las fuerzas de seguridad y la oferta de programas de salida para sus miembros similares a los de salida de una adicción o de una secta, porque «tienen un componente social y psicológic­o más fuerte que el político y es más efectivo considerar­los desde este punto de vista».

Los miembros del ‘Consejo’ tenían repartidas todas las carteras de gobierno. También estaba previsto un estado mayor militar

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// REUTERS Pabellón de caza de Waidmannsh­eil, propiedad de Heinrich XIII Prinz Reuss, cabecilla de la conspiraci­ón
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