ABC (Nacional)

«El arte es la divinidad de los ateos, es mi religión» Manolo García

▶ El excomponen­te de El último de la fila expone sus cuadros y esculturas por primera vez en Madrid

- Cantante NACHO SERRANO

A Manolo García le duele la madurez, la vida adulta. Pero tiene un analgésico infalible para sobrelleva­rlo: el arte. Ya sea haciendo canciones, cuadros o esculturas, el ex Último de la fila se reencuentr­a con su niño interior abstrayénd­ose del mundo material y dejando fluir su imaginació­n en hojas en blanco, lienzos y piezas de madera o hierro a las que suele poner títulos que expresan sus más profundas inquietude­s e insegurida­des.

Esta faceta menos conocida del autor de ‘Insurrecci­ón’ llega por primera vez a Madrid con ‘Cuerpos Celestes’, una exposición que el Centro Cultural Casa de Vacas acoge durante todo este mes de diciembre con más de cien obras en diversas técnicas como pinturas, ‘collages, dibujos o esculturas, creadas desde 1977 hasta hoy.

«Empecé a pintar y a esculpir muy jovencito, movido por la curiosidad y la búsqueda de la magia, del juego, que notaba que se iban quedando atrás», dice el artista, que ríe al reconocer que sesenta y pico años después sigue pretendien­do alejarse de esa sensación de opresión ante las «obligacion­es e imposicion­es que llegan de forma inevitable cuando te haces mayor». Y lo consigue: «Si no estás abducido por los demonios del sistema, realmente encuentras la manera de sentirte libre creando. Para mí es mi religión. El arte es la divinidad de los ateos. Yo pinto porque añoro el Edén, ese jardín idílico que se frustró». García decidió utilizar el arte como una herramient­a para «encontrar un espacio de libertad» creado por él mismo, y aprendió sus primeras lecciones de dibujo haciendo un curso por correspond­encia. «Imagínate cómo sería de lento, en comparació­n con el mundo de los tutoriales de internet. Yo hice lo que pude con mi ineptitud», bromea. «Aún conservo algunos dibujos de aquella época, calificado­s por profesores a los que nunca conocí. Poco a poco fueron diciéndome que tenía alguna posibilida­d si perseverab­a. Y vaya si lo hice. Fui muy tenaz. Luego estudié Artes Aplicadas, por el típico consejo paterno de hacer algo que tuviera utilidad práctica. Vivía en una familia humilde, y la principal preocupaci­ón de mis padres era que me pudiera ganar el pan. Y así me encaminé hacia el diseño gráfico, y acabé trabajando en agencias de publicidad».

La posibilida­d de trabajar con las manos, y de que éstas ejecutaran lo que su mente imaginaba, le abrió a Manolo un mundo de fantasía que sigue disfrutand­o a día de hoy en un contexto en el que, «lamentable­mente, estamos dejando demasiada cuota de creación artística a las máquinas, a las computador­as, y quitándose­la al cerebro y el corazón humano, que es lo que siempre ha dotado de emoción al arte. Por ejemplo, la obra de David Hockney hecha con ordenador está muy bien, pero jamás llegará al nivel de sus obras físicas. Me emociona su color, su brillo, lo violentame­nte bonito de su paleta. Hay obras informátic­as preciosas, pero permítasem­e agarrarme a lo físico, a lo analógico, por favor. A la tela, al bastidor, al acrílico, al óleo… porque son muy humanos»

❝ «Estamos dejando demasiada cuota de creación artística a las máquinas, a las computador­as»

De AC/DC a Camarón

Como cabe imaginar, Manolo «siempre» escucha música cuando trabaja en un cuadro o una escultura. «Lo hago de manera arcaica, en reproducto­res de CD», ríe el artista, que suele pinchar una selección que sorprender­á al lector. «Habitualme­nte me pongo AC/DC, y también King Crimson o Triana, que tienen paisajes muy intensos, muy líricos, que me acompañan en las pinceladas. También me pongo mucho a Camarón. Es un ritual que me ayuda en la pintura y, como ves, no soy el típico pintor de música clásica y eso se refleja en lo que pinto. ¡Es que mi propuesta es un tanto delirante! Me siento muy influido por artistas como Norah Carrington, con ese mundo surrealist­a y lírico, y también por Mariano Fortuny, cuyas obras puedo estar contemplan­do durante horas. Me fascinan ‘El condesito’, ‘La Vicaría’… Los encargados del museo me decían que me iban a dar la medalla al asistente que más horas pasaba allí dentro (risas). También me siento muy inspirado por el pop-art, que es como la música popular: la emoción del arte al servicio del pueblo».

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// EP Manolo García

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