ABC (Nacional)

El adiós de Luis Enrique, por la puerta de atrás

▶ La Federación asume la decisión sobre su marcha, a la que se suma la de Molina

- J. A.

« Siento no haberos podido ayudar más». La carta de despedida de Luis Enrique, publicada en sus redes sociales pocas horas después de conocerse que no continuará como selecciona­dor, incluía un lamento hacia sus jugadores («ejemplares en su comportami­ento y fieles a la idea planteada»). También una queja. O una «pequeña reflexión», como decía él: «Lo que necesita la selección es apoyo (palabra escrita en mayúsculas) en todo su significad­o para que Luis de la Fuente consiga todo lo que se proponga».

Era el único reproche lanzado al aire en una misiva, por otra parte, plagada de agradecimi­entos, comenzando por el que dedicaba a Luis Rubiales y José Francisco Molina por «haberle fichado dos veces». Ellos dos han sido también los únicos responsabl­es de que Luis Enrique no siga en el banquillo de España, según se desprende del comunicado emitido por la Federación. Ahí se dice que la dirección deportiva (Molina) envió al presidente (Rubiales) un informe en el que se determina que debe iniciarse un nuevo proyecto. «El objetivo es continuar con el crecimient­o alcanzado en los últimos años». Una forma sutil de decir que el ideario del gijonés está agotado. No se hace referencia en ningún momento en esa nota a la opinión del asturiano, cuando se daba por hecho que la decisión de seguir o no dependería en gran medida de él. Tampoco el técnico lo aclara en su carta, donde parece aceptar con resignació­n la decisión de otros.

Luis Enrique no se quedó en Madrid al aterrizar el vuelo procedente de Qatar, sino que emprendió viaje hacia Barcelona casi de inmediato tras despedirse de su cuerpo técnico y de Rubiales con un abrazo. Su suerte ahí ya estaba cantada. Su semblante se había transforma­do de forma radical tras la eliminació­n, algo lógico por otra parte. Había apostado fuerte por su modelo sin aceptar críticas, crecido por su nueva versión en las redes que le habían hecho ganarse el cariño y el respeto de toda una legión de seguidores. Pero el terreno de juego lo desnudó. Todo el poder acumulado en los úlno estaremos, me acabo de enterar de lo que es un Vladímir. Todo el mundo hablaba sin parar y de un modo muy coloquial, como si lo conocieran de toda la vida, de este agente doble ruso tan misterioso sin que yo tuviera la menor idea de quién se trataba. Reconozco que llegó un momento en el que me sentí francament­e incómodo, aislado, de un modo muy similar a como cuando los compañeros de trabajo comentan entusiasma­dos el final de una serie de televisión de la que tú ignoras por completo su existencia. Hoy, y gracias al Mundial, ya le pongo al fin cara a Vladímir.

Y sé más cosas. Sé que Padrique duerme en bolas, sé que come seis huevos diarios, sé que le da igual que los jugadores practiquen sexo antes de los partidos mientras que aquello no acabe en una desenfrena­da bacanal romana al estilo de las que al parecer montaba Calígula, sé que una vez corrió la maratón de Nueva York y sé que, de no haber nacido en Gijón, le habría gustado ser vasco. Sé que tiene cinco perros, que le gusta ir descalzo por la playa para descargar

timos meses se convirtió en cenizas tras la desastrosa tanda de penaltis del Education City. Luis Enrique se va después de cuatro años, con el paréntesis de la enfermedad de su hija, y un balance de 27 victorias, 11 empates y 7 derrotas en sus 48 partidos. La final de la Nations League y las semifinale­s de la pasada Eurocopa son los grandes logros de su etapa.

Más cambios

Su salida no será la única. La eliminació­n ha hecho daño en los despachos de la Federación y ha precipitad­o el adiós de José Francisco Molina como director deportivo, al que se le acaba el contrato a final de este año. Él ha sido el más firme defensor de Luis Enrique durante estos cuatro años. Curiosamen­te, la última función del valenciano fue redactar ese informe recomendan­do un cambio. También dejó atado el sustituto. Albert Luque, que será su sucesor, comenzará en su nuevo puesto con las manos atadas. Luis Enrique se tomará ahora un periodo de descanso antes de enfrentars­e a la tarea de encontrar un nuevo destino profesiona­l. Su crédito no ha quedado demasiado dañado pese al batacazo qatarí, y llegado el momento podrá elegir entre varias opciones. Gil Marín siempre lo ha considerad­o un gran entrenador y ya intentó su fichaje antes de la llegada de Simeone. Sería una opción si se rompiera esa relación. En la Premier también tiene buen cartel. energía negativa y que a eso se le llama ‘earthing’. También sé que no es demasiado religioso aunque adore a La Santina y sé que, entre el mar y la montaña, él prefiere lo pedregoso. Sé que le encanta montar en bici, que sufrió con la despedida de Federer y que le pirra el arroz con leche. Y sé que a una señora que al parecer se llama María le tranquiliz­ó mucho escuchar la voz ronca y profunda del psicólogo federativo, una especie de Pino D’Angiò patrio, ma quale idea.

Del fútbol de la selección nunca supe nada pero eso en realidad no es importante porque a Qatar se ha ido única y exclusivam­ente para mayor gloria de la luchoneta, ese tren suicida al que debías subir sí o sí y a punta de pistola a riesgo de que sus señorías decidieran quitarte el pasaporte impidiéndo­te la salida del país. Por cierto, el número 8 de Marruecos se llama Azzedine Ounahi y juega en el Angers, pero eso tampoco importa. Nunca tuvimos entrenador pero, a cambio, ganamos un monologuis­ta para La chocita del loro. Aunque el chiste de Vladímir se cuente solo.

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Luis Enrique, durante el Mundial

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