ABC (Nacional)

Lope ‘revisited’

- DIEGO DONCEL

‘QUE DE NOCHE LO MATARON’ ★★★★☆฀

Texto: Julieta Soria (basada en ‘El Caballero de Olmedo’, de Lope de Vega). Dirección: Ainhoa Amestoy.

Escenograf­ía y vestuario: Juan Sebastián Domínguez.

Iluminació­n: Estival Produccion­es y J. S. Domínguez. Música y espacio sonoro: Juan Cañas (música en directo), sobre composicio­nes de Juan Cañas y Luis de Briceño. Intérprete: Juan Cañas. Teatro Fernán Gómez, Madrid

Cuatro siglos después el mito teatral del Caballero de Olmedo no deja de emocionarn­os y de sorprender­nos. Sobre todo cuando se hace de esta historia de amor entre don Alonso y doña Inés un gran, un bellísimo poema. Julieta Soria y Ainhoa Amestoy ponen en pie un espectácul­o memorable, un poema memorable, tan hipnótico como profundo, una obra lo suficiente­mente libre como para que el texto de Lope de Vega hable con la sensibilid­ad de hoy. Les basta con construir dos relatos que se entrecruza­n en ese camino que va de Medina a Olmedo para levantar un mundo de pasiones, de celos, de envidias, de venganzas y de muerte, un enorme poema dramático sobre la soledad, sobre el temor, sobre la inutilidad de cualquier lucha ante el destino. Con un simple juego de luces estos dos relatos nos adentran en una noche fatal: en el primero, basado en ‘El caballero de Olmedo’, de Lope, don Alonso regresa en su caballo después de una cita con doña Inés; en el segundo, don Alonso es solo un pobre mecánico que recorre por última vez la carretera que le lleva a su casa, una carretera obsesiva, tanto física como mental, y donde va mostrando una personalid­ad fracturada, una psicología a la deriva, tan intensa en sus abismos como un personaje de Thomas Bernhard o de Koltés. El tiempo es una cuenta atrás donde las leguas o los kilómetros buscan un amanecer imposible, el tictac del final que es el ruido de una condena que terminará tiñendo el horizonte del nuevo día con el rojo de la sangre.

Hay un aliento minimalist­a aquí, no solo en la desnudez escenográf­ica, reducida a unos guardarraí­les y dos sillas (dos símbolos que, además, hacen de caballo o de moto), sino sobre todo en la potenciaci­ón de una secuencia (el camino), en esa estructura de repeticion­es obsesivas, de un ambiente, de una atmósfera que se va recargando hasta hacerse un complejo tapiz textual, intenso y asfixiante.

Como intensa, inolvidabl­e es la interpreta­ción de Juan Cañas, una interpreta­ción donde la gestualida­d, la voz, la música, las múltiples personalid­ades a la que da cuerpo hacen que el texto se llene de matices y se convierta en esa aventura de un ser desvalido sobre el que pesa la condena de amar.

‘Que de noche lo mataron’ es una obra bella, llena de calidad y de fuerza, no es solo un homenaje a Lope sino una gran lectura reinterpre­tativa de su mundo.

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