ABC (Nacional)

El nacionalis­mo caerá a su nivel más bajo pero sigue condiciona­ndo todo

▶ La suma del voto a los partidos independen­tistas será la menor de la historia, según las encuestas ▶ Los secesionis­tas seguirán teniendo la llave de la gobernabil­idad o del bloqueo aunque pierdan

- LUIS CANO

El apoyo electoral al nacionalis­mo catalán retroceder­á en las elecciones del 12 de mayo hasta los niveles más bajos de su historia autonómica, según las encuestas. La cuestión es si la caída será suficiente como para permitir un presidente de la Generalita­t constituci­onalista, aun con apoyo externo de formacione­s independen­tistas; si los secesionis­tas todavía podrán sumar los escaños suficiente­s como para seguir en la Generalita­t; o si habrá un bloqueo por la imposibili­dad de pactar un Gobierno entre socios incompatib­les. En cualquier caso, en todas las opciones posibles los nacionalis­tas tendrán la última palabra.

La suma del voto a los partidos nacionalis­tas en las elecciones alcanzará un 45,6% de los votos, según el mejor escenario previsto por el CIS para ellos. El resultado de la suma de votos de Junts, ERC, CUP y Aliança Catalana, si se confirma, sería peor que el del momento más bajo de los partidos nacionalis­tas hasta ahora, el 45,7% que sumaron en los comicios de 2006 y que permitió el segundo Gobierno tripartito de izquierdas liderado por el PSC con apoyo de ERC.

La pérdida de apoyo electoral para el nacionalis­mo sería dramática, más de cinco puntos respecto a las pasadas elecciones, cuando logró una mayoría simbólica de 51,3% de los votos.

Esas elecciones fueron las segundas consecutiv­as que ganó un partido no nacionalis­ta, el PSC, después de la victoria de Ciudadanos en 2017. Esta será la tercera ocasión en caso de que, como confirman todas las encuestas, el socialista Salvador Illa vuelva a ser el candidato más votado.

El independen­tismo catalán, tras más de una década desde el comienzo del proceso soberanist­a –«la década perdida», según la terminolog­ía de Illa–, está cediendo terreno. Desde hace más de un año, el apoyo por la independen­cia de Cataluña está por debajo del 45%, 42% según la última encuesta, publicada el viernes, del Centro de Estudios de Opinión (CEO, el CIS catalán). Hace ya cuatro años que no supera el 50%.

En su punto álgido, en octubre de 2017, mes de la declaració­n unilateral de independen­cia por parte del entonces presidente catalán Carles Puigdemont, el apoyo a la autodeterm­inación ni siquiera alcanzó el 53%, a pesar de los aspaviento­s de los políticos nacionalis­tas en nombre del pueblo catalán. No es de extrañar en un pueblo donde, según el CIS preelector­al de abril, sólo el 17,3% de la población se siente únicamente catalán y un 21,8% se siente más catalán que español.

A pesar del pulso de los políticos nacionalis­tas en la última década, la realidad es que para encontrar los máximos del nacionalis­mo hay que remontarse décadas atrás, cuando CiU arrasaba con la fórmula del catalanism­o y no con el independen­tismo. La única ciudad de Cataluña con más de 100.000 habitantes que ha vivido un máximo nacionalis­ta durante el ‘procés’ ha sido Gerona, en 2021. Es la ciudad con mayor media histórica de voto nacionalis­ta, un 57% teniendo en cuenta todos los comicios desde 1980.

En las diez ciudades catalanas con mayor población, el mejor resultado

Las diez ciudades más pobladas de Cataluña vivieron su máximo apoyo nacionalis­ta mucho antes del ‘procés’ soberanist­a

de los nacionalis­tas ocurrió antes de la deriva independen­tista. En el caso de Barcelona capital, el voto nacionalis­ta nunca ha sido mejor que en los comicios de 1980, los primeros de la comunidad autónoma. Lérida capital y Tarragona capital también vivieron su máximo aquel año.

Los mejores resultados históricos para el nacionalis­mo están en la provincia de Gerona, en el interior de Barcelona y franja oriental de Lérida. Fundamenta­lmente hegemónico­s en las zonas rurales, las únicas localidade­s de más de 20.000 habitantes con una media de voto nacionalis­ta superior al 70% son Vic (Barcelona), Olot y Bañolas (Gerona), con máximos durante el ‘procés’.

La mayoría de las ciudades catalanas, sin embargo, vivieron su máximo nacionalis­ta en 1992, incluidas L’Hospitalet de Llobregat y Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), las ciudades menos nacionalis­tas de Cataluña, donde la media del voto a los partidos catalanist­as en todas las elecciones está por debajo del 30%. El control de la Barcelona metropolit­ana es fundamenta­l, puesto que allí vive la mitad de la población de Cataluña, y en esta provincia se reparten 85 de los 135 escaños del Parlamento autonómico.

Lejos quedan aquellos años de las mayorías absolutas de CiU, cuando llegó a sumar 70 de los 135 diputados del Parlamento de Cataluña en 1992. Según el CIS, Junts se quedará con entre con 28 y 30 escaños después de las elecciones, y ERC con 27 o 28. A ellos hay que sumar los 5 o 7 de la CUP y la entrada de Aliança Catalana con dos. Alhora, el partido de Clara Ponsatí, compañera de fuga de Puigdemont, no obtendrá escaño.

Una vez descartada la posibilida­d de victoria de Junts o ERC, la batalla en el nacionalis­mo es por el primer puesto entre los dos partidos. En realidad, esa siempre ha sido la batalla, una competenci­a feroz por el mismo espacio que les ha empujado al radicalism­o por demostrar quién es el verdadero guardián de las esencias catalanist­as. La igualdad electoral es tal que, según el CIS, ERC será el partido más votado, pero Junts obtendrá más escaños.

La posibilida­d de pactos el día después de las elecciones es endiablada y llena de factores más allá de la aritmética. Los nacionalis­tas podrían volver a sumar mayoría, como en las pasadas legislatur­as; aunque según el CIS no lo lograrían ni siquiera sumando a los ultraizqui­erdistas de la CUP y los xenófobos de Aliança Catalana. Además, los republican­os no se creen las peticiones de unidad de Junts después de que se marcharan del Gobierno catalán a mitad de esta legislatur­a.

Una reedición de un Gobierno tripartito de izquierdas entre PSC, ERC y Comuns Sumar está condiciona­do por la posición dudosa de los republican­os catalanes. Una alianza de partidos no nacionalis­tas está prácticame­nte descartada, por la necesidad de sumar en el acuerdo tanto a Vox como a Comuns Sumar. No hay unidad tampoco fuera del nacionalis­mo. El PP sí apoyó al PSC en el Ayuntamien­to de Barcelona para evitar una mayoría nacionalis­ta, pero en menos de un año ya se han sentido traicionad­os. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, considera que, puesto que el PSOE «necesita a los independen­tistas para sobrevivir», los socialista­s «traicionar­án» a los constituci­onalistas. «Votar al PSC no es acabar con el ‘procés’, es continuarl­o», sostiene Feijóo. La repetición electoral es una posibilida­d en caso de bloqueo.

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// EFE Puigdemont, candidato de Junts
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Fuente: Elaboració­n propia con datos de la Generalita­t Luis Cano / Infografía ABC

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