Un cheque en blanco populista para comprarse la empresa privada
Sánchez ha sometido a la ciudadanía a una paradoja como la de Schrödinger, donde el gato, como el político, puede estar vivo y muerto a la vez, coleando o dimitido simultáneamente. El presidente es una superposición cuántica, una conjetura que puede ser o no para seguir echándole el guante a empresas e instituciones a la vez
Pdice haber parado para reflexionar, pero lo único que sabemos es que se ha escondido. Y al mismo tiempo que amagaba con tirar la toalla su Gobierno se hacía con otro trozo de Telefónica. Primero cerró el Parlamento; luego vetó las preguntas de la prensa en sus comparecencias; y ahora, directamente se ha quitado de en medio para seguir asaltando empresas e instituciones con el cheque en blanco de la compasión y el victimismo popular.
Nos ha salido un tiranosaurio con la piel fina, un depredador enamoradizo y remilgado, un cordero con piel de lobo y un muro de pladur. Pedro Sánchez, el liquidador de ‘ivanesredondos’ y ‘joseluisesabalos’, se nos ha puesto exquisito, en modo repipi y cursi, y ha dado la espantada para meditar si todo lo hecho, que es mucho, ha valido la pena. Es fácil imaginar que todo es una trola, un ‘fake’ presidencial para degustar lejos de los focos, bajo la mesa camilla, las entrañas de su enésima víctima propiciatoria.
Dice que ha parado y que está reflexionando, pero lo único cierto es que está escondido y no sabemos bien por qué. También pudiera ser que dijera la verdad por vez primera, que haya encontrado la sensibilidad espiritual y el deseo sincero de ser mejor persona reconociendo con humildad su propia fragilidad. El amor, ya se sabe, mueve montañas y tiran más dos ‘tretas’ que dos carretas.
Pudiera ser también que esté justo ahora en medio de un ejercicio honesto de discernimiento entre la dimensión subjetiva y objetiva de lo que es y lo que no es, en la confianza de transformar su vida fuera de la política asilvestrada. Sin embargo, entre el examen de conciencia, el hipotético dolor de los pecados, el acto de contrición y el propósito de enmienda siguen pasando cosas que hacen muy pero que muy difícil creer en el cumplimiento de la penitencia. Y así, claro, no hay forma de convencer a nadie de que la confesión es verdad y no otro ‘fake’ de los habituales.
Sea como fuere, a través de la SEPI, le pegaba el viernes otro mordisco a Telefónica superando la barrera del 6% del accionariado y acariciando la representación suficiente para exigir consejero, lo que para el sanchismo es algo así como situar un par de guardeses en la finca familiar. Es la versión progresista del «A Dios rogando y con el mazo dando». Puede que esté reflexionando, sí, pero lo que nunca dijo en su carta a la humanidad es que iba a dejar de invadir empresas e instituciones. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Otro tanto ocurre con Talgo, Naturgy, Caixa e Indra, donde no se conforma con estar. Quiere ser, y cada vez más.
El resiliente de La Moncloa ha pedido un tiempo muerto, pero para que sean los demás los que se van al banquillo mientras él se harta a meter goles haciendo de las suyas. Después ya tendrá tiempo de decir que parecemos nuevos, que no será porque no estábamos avisados y que así es su naturaleza. Estaba muy incómodo bajo los focos, con los demás empezando a tomarle el pulso y a jugar con sus mismas reglas, que pasan por hacer lo contrario de lo que dice y ver en cada línea roja un clavo ardiendo para agarrarse y retorcerlo perversamente. Lo suyo es ganar con ventaja.
En esas está ahora, quizás disfrutando mientras escucha a Glenn Gould y, cual Hannibal Lecter, se zampa el cerebro de sus ingenuos interlocutores, entretenidos en hacer quinielas, en dibujar escenarios y perfilar conjeturas sobre una decisión que no es más que un experimento mental colectivo. Ha sometido a la ciudadanía a una paradoja como la de Schrödinger, donde el gato, como el político, puede estar vivo y muerto a la vez, coleando o dimitido simultáneamente. Sánchez es, así, una superposición cuántica, una conjetura que puede ser o no para seguir echándole el guante a empresas e instituciones a la vez.
El presidente no se ha despedido en su misiva, ni mucho menos ha buscado la empatía de nadie. Se ha limitado a amenazar a la oposición, a extorsionar a los medios críticos señalándolos como los causantes de que al final el gato pueda estirar la pata. Es sencillo pensar en la salida de La Moncloa con un Sánchez
disfrutando del numerito que están montando sus ‘pasionarias’ del
Gabinete, declarándole un amor eterno que sabe duraría lo que tarde en llegar el siguiente amado líder. Así son las ‘pasionarias’ y los gabinetes del tanto tienes tanto vales. Lágrimas de cocodrilo y elogios de cartón piedra para rellenar vanidades insaciables. Vean si no a Patxi López oa María Jesús Montero buscando adjetivos superlativos para el patrón.
¡Y qué decir de Zapatero y su propensión a hacer el ridículo sin complejos! ¿No habíamos quedado en que se iba a dedicar a contar nubes? ¡Qué cruz! Al menos esta vez los empresarios y sus portavoces han sido más prudentes y han evitado salir a aplaudir a quien solían. Habría resultado violento, pero nada nuevo revisando aquellas jornadas de la Competitividad, que dejaban por los suelos al actual equipo de opinión sincronizada que acostumbra a justificar las tropelías sanchistas.
Se vaya o se quede, Sánchez se ha sumado a la lista secreta de fijos discontinuos de Yolanda Díaz. Sería bueno que la romería de la gran familia progresista no se limitara a la fiesta de ayer en Ferraz y que continuara viva en las calles hasta al menos San Fermín. O, mejor aún, hasta el Día de Todos Los Santos.
Entre el alboroto y la jarana de los estómagos agradecidos quedaría más amortiguado el ruido que compañías estratégicas e instituciones hacen al caer en la saca de la
PSOE S.L.U. La verbena, por supuesto, que la emita la TVE de Cascajosa y que la presente Broncano, que al buen amar nunca le falta qué dar. Luego, si algo sale mal, siempre se puede recurrir a eso de que «Vaya país que nos están dejando la oposición, los jueces y los medios». Para reflexionar y no parar.
Se vaya o se quede, Sánchez se ha sumado a la lista secreta de fi jos discontinuos de Yolanda Díaz