ABC (Nacional)

Galicia, enfrentada por la proyección de una planta de fibras textiles a base de celulosa

▶ La oposición y diversas asociacion­es critican su posible impacto en el medio y el consumo de recursos naturales

- NOELA VÁZQUEZ

La proyección de una planta de fibras textiles a base de celulosa en la provincia de Lugo tiene a Galicia dividida. Para unos, es la llave para generar empleo en una zona que es prácticame­nte un desierto industrial, con un proyecto que creará 500 puestos directos y otros 2.000 indirectos, que cerrará el ciclo de la madera en la Comunidad y la situará a la vanguardia en el sector textil. En cambio, para otros, es el tiro de gracia para la provincia, una «bomba ambiental» en el corazón de la Comunidad.

El origen del proyecto, denominado GAMA, se remonta a 2020. El por aquel entonces presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo, anunciaba la creación de una planta de fibras textiles a base de celulosa como uno de los proyectos que optaban a los fondos Next Generation. De aquella se hablaba de viscosa, pero finalmente sería lyocell, menos contaminan­te y 100% biodegrada­ble. Y la empresa encargada de llevarlo a cabo sería la lusa Altri, que participa junto con Greenalia en la sociedad Greenfiber, promotora de la planta.

La iniciativa parecía tener el apoyo de los tres partidos mayoritari­os. En 2022 se aprobó por unanimidad en el Parlamento gallego una Proposició­n No de Ley por la que se acordaba «dar prioridad» al proyecto, se establecía como ubicación preferente la provincia de Lugo y, dentro de ella, la comarca de A Mariña, siempre que las caracterís­ticas técnicas lo permitiera­n. Pero no lo hicieron, y Altri se decantó por Palas de Rei, algo que el alcalde socialista de Foz, Fran Cajoto, llegó a tachar de «traición» de la Xunta. Pero ellos no eran los únicos que lo querían. Otro alcalde de la comarca, el nacionalis­ta Fernando Suárez, también había ofrecido su municipio, Ribadeo, para acoger lo que definió como una «iniciativa inteligent­e».

Fue al conocerse las necesidade­s de materia prima de la planta cuando ese apoyo, en principio unánime, se vino abajo, y tanto el BNG como diversas asociacion­es medioambie­ntales y de vecinos de la zona se movilizaro­n para mostrar su rechazo al proyecto y presentar las máximas alegacione­s posibles al estudio de impacto ambiental, que en marzo salió a informació­n pública. Se dijo que consumiría 46.000 m3 de agua al día del río Ulla, que solo devolvería el 80% y que estaría contaminad­a, afectando a su cauce y a la ría de Arousa, donde desemboca. Que era una «macrocelul­osa encubierta más grande que Ence», una pastera de papel ubicada en Pontevedra, rechazada por muchos por sus malos olores e impacto en el medio; o que promovería la «eucaliptiz­ación», una especie pirófita que, descontrol­ada, agota los recursos del suelo.

En cambio, desde Altri mantienen que 46.000 m3 es la capacidad máxima de la infraestru­ctura, pero que en la primera fase prevén emplear 20.000 m3 y devolverlo­s prácticame­nte en su totalidad, y en condicione­s «incluso mejores» tras haber sido tratada. De hecho, Pedro Baptista, director de Producción Altri, ha asegurado que no solo cumplirán con toda la normativa vigente, sino que irán «más allá», con, por ejemplo, un cinturón verde que rodeará la planta y una actividad libre de malos olores.

Además, en numerosas ocasiones han explicado que el proyecto GAMA no está relacionad­o con la producción de papel, sino con el mundo textil, llegando a decir su consejero delegado, Soares de Pina, que «no tiene sentido» compararlo con una industria de hace 50 años, como la de Pontevedra. Aseguran que podrían abastecers­e sin problema los 1,2 millones de toneladas de eucalipto que requeriría la empresa al año, dado que cerca de la mitad de las 5,3 que se comerciali­zaron en la Comunidad en 2023 fueron exportadas.

«Posturas populistas»

En la esfera política, su mayor opositor ha sido el BNG, que lo ha tachado de «bomba ambiental» en el corazón de Galicia, declarando una «ofensiva» cara el proyecto. Menos rotunda es la posición del PSdeG, que mantiene su compromiso con la creación de industria, pero siempre que sea respetuosa con el medio, sin pillarse los dedos. Por su parte, desde la Xunta piden «confianza»; asegurando que no saldrá adelante un proyecto que no cumpla con la normativa, y ven un claro «interés electoral» en el cambio de postura de la oposición.

La semana pasada, el presidente, Alfonso Rueda, dijo ver «lógico» que haya un debate público al respecto, pero afeó las «posturas populistas» que tratan de «engañar o manipular a la sociedad gallega presentánd­ole una disyuntiva que es falsa» sobre industria o medio ambiente. Con todo, la que es, en palabras del alcalde de Palas de Rei, el popular Pablo Taboada, la mayor inversión de la historia de la provincia, está pendiente de saber si recibirá o no financiaci­ón europea, cerca de un 25% de una inversión que ronda los 900 millones, sin los que la iniciativa, dicen desde Greenfiber, no es viable.

En la imagen superior, una recreación de la planta. En la inferior, la finca en la que está actualment­e proyectada, en Palas de Rei (Lugo)

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