El director de la Aecid se niega a responder por el desahucio de la biblioteca
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mato... Lo que ocurre es que Antonio quiere hacer algo más grande, con diez músicos, un elenco de ocho personas... Se va a ver mucha gente en escena. Y la puesta en escena es muy ambiciosa y contemporánea». Lo dice Miquel Fernández, que regresa al teatro musical, donde veló sus primeras armas interpretativas y donde ha forjado una espléndida trayectoria –con títulos como ‘Mar i Cel’, ‘ We Will Rock You’, ‘Hoy no me puedo levantar’ o ‘ Jesucristo Superstar’, entre otros– antes de saltar al audiovisual.
Personalidades
Antonio Banderas, por alusiones. «Va a haber mucha coreografía, pero no quiero un grupo totalmente homogéneo; quiero personalidades, no quiero un coro. Porque son personajes que viven dentro de nosotros, y quiero que cada uno de ellos tenga su personalidad, que tengan sus momentos también de humor... De alguna forma, ellos expresan lo que están viviendo Vernon y Sonia por dentro. Probablemente, es lo que más problemas me está generando a la hora de crear. Ahí tengo que jugar con ellos, ver lo que me están dando y poner un orden: el público necesita saber cuáles son las reglas del juego, y las tengo que establecer con este grupo de actores. Una vez que las tengamos, podemos jugar a todo. A todo. Porque aquí podemos tener hasta un piano que se transforma en un coche o en una cama de hospital.
«El texto es muy inteligente, muy ácido –sigue el actor–. Juega todo el tiempo con las preguntas que se hacen los personajes de si están haciendo bien esto o lo otro. Los personajes tienen muchas capas; son incapaces de decirse que se quieren, de decirse lo que están sintiendo el uno por el otro. Son dos personas muy inteligentes y eso se traslada al texto: están lanzándose puyas todo el rato. Además, están las canciones, que son muy...» María Adamuz no le deja terminar: «Son maravillosas. Todas, además». Miquel Fernández asiente. «Sí, son muy bonitas, divertidas, y encajan perfectamente en la historia».
Pero ‘ Tocando nuestra canción’ no es una comedia que pretende hacer reír sin más... «No. Nosotros no somos ese tipo de cómicos –dice Antonio Banderas–. Yo espero que el público salga con una sonrisa interna, que salga en positivo. Hay muchas obras en las que sales en negativo y que te aportan mucho también. Todo lo que tiene el teatro de reflexión profunda, compleja, está muy bien. El teatro, lo mismo que el cine, cumple muchos cometidos, no solamente uno. Lo interesante es ser sinceros. Decirle a la gente que va a ir a ver una película de Ingmar Bergman y colocarles ‘El Zorro’ es engañarles. Pero si le dices que aquí tenemos entretenimiento puro y le das lo que les damos, eso es honesto. Y si está bien hecho, perfecto. Y yo creo que lo que tenemos aquí es un vehículo muy bonito para salir del teatro en positivo, para pasar un buen rato».
El director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), Antón Leis, considera que no tiene la obligación de explicar las razones por las que va a convertir en oficinas las salas de lectura de la valiosa biblioteca hispánica e islámica. Por dos veces ha rechazado Leis atender a este diario para explicar por qué, pese a la movilización de más de doscientos hispanistas y arabistas, la Aecid ha empezado ya a guardar en sus depósitos los libros de consulta que albergan sus salas de lectura; en poco tiempo, probablemente en verano, en esos 3.200 metros cuadrados habrá oficinas. A cambio, se instalará una nueva sala de 130 metros cuadrados en la sede principal de la Aecid, situada a unos 300 metros de distancia. ¿Por qué? Leis, que cobra unos 111.000 euros al año, más que el presidente del Gobierno, se remite a una respuesta ofrecida por su equipo de prensa que habla de «modernización de las instalaciones» y «ahorro significativo de costes».
La Oficina de Asuntos Culturales de La Moncloa, encargada de coordinar las políticas culturales, tampoco ha respondido a los mensajes y llamadas de ABC, igual que el Ministerio de Cultura, que aunque no tiene competencias en este tema ha puesto en marcha una ‘superdirección’ de Derechos Culturales que podría tener algo que decir. No es el caso. La polémica ha llegado al Congreso. PP y Vox han registrado dos iniciativas en las que recuerdan al Gobierno que un objetivo comprometido por la Aecid, es redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural. Por ello quieren saber los motivos del desahucio de la biblioteca de la Aecid. «¿Se verá reducido el horario de consulta y estudio? ¿Esta medida, que merma la capacidad investigadora sobre América Latina, es provisional o definitiva?», pregunta el PP. «¿Por qué el Gobierno considera necesario llevar a cabo estos cambios?», plantea Vox. Exteriores tendrá que pronunciarse.
La biblioteca de la Aecid, que fue construida en los años 60 para mantener en un edificio único un gran depósito de libros y las salas de lectura, alberga dos grandes colecciones: la biblioteca hispánica y la islámica, además de otra más reciente sobre cooperación al desarrollo. Por la calidad de sus fondos –en la actualidad hay 700.000 volúmenes– el centro está considerado como fuente de primera mano entre los especialistas más importantes. La colección hispánica contiene las bibliotecas personales de Eugenio d’Ors o Gerardo Diego y es la segunda más importante en esta materia en Europa, detrás de Berlín. La islámica cuenta con reconocimientos como el premio Unesco-Sharjah 2015 y el Ibn Arabi Hikma 2019. Investigadores han denunciado que los planes de la Aecid son una «profanación» de la biblioteca y lamentan que la dirección «no ha intentado negociar ni buscar soluciones».
Antón Leis, a la derecha, en una visita a Burgos en 2023