ABC (Nacional)

Heinrich Himmler: el oscuro suicidio de la mano derecha de Adolf Hitler

▶ El criminal, líder de las temibles SS, huyó hasta que fue capturado por los Aliados

- MANUEL P. VILLATORO

Tras asegurar que, llegado el momento, se responsabi­lizaría de las acciones perpetrada­s por sus hombres, prefirió traicionar al Tercer Reich e intentó pactar con los británicos y estadounid­enses a espaldas del que había sido su gran señor: Adolf Hitler. Heinrich Himmler, máximo responsabl­e de las temibles SS nazis, estaba convencido de que, con su ayuda, se podría crear una suerte de gobierno de transición en Alemania. Pero no le sirvió de nada.

Al final, el mismo jerarca que había orquestado el asesinato sistemátic­o de millones de judíos durante la Solución Final y había confirmado por activa y pasiva que no abandonarí­a al ‘Führer’ jamás, intentó por todos los medios salvar su vida y escapar de los mismos Aliados con los que había jurado acabar.

El 10 de mayo de 1945, tras la toma de Berlín por los soldados soviéticos, Himmler partió desde Flensburg con sus hombres de confianza disfrazado de un sargento de la ‘Geheime Feldpolize­i’, la Policía secreta adscrita a la ‘ Wehrmacht’.

Poco después, el 21 de ese mismo mes, los Aliados le capturaron en un puente ubicado entre Hamburgo y Bremen. Atrapado, fue igual de cobarde que había sido en vida. En principio intentó esconderse tras su nueva identidad falsa. Cuando los británicos descubrier­on que era el líder de las SS, enviaron desde el cuartel general a un coronel de inteligenc­ia para interrogar­le. Michael Murphy, subordinad­o de Bernard Law Montgomery, decidió humillarle y poner frente a sí sus pecados. Todo ello, después de que hubieran explorado sus cavidades corporales... Para rematar, el oficial le mostró el día 23 fotografía­s de los presos de los campos de concentrac­ión –anhelaba que sufriera con su obra– y le apaleó hasta la extenuació­n.

Poco podía hacer el criminal. Tras entender que no había salida y que terminaría juzgado y colgado de la horca, Himmler mordió una cápsula de cianuro y se suicidó.

El correspons­al de ABC explicó así lo sucedido tras apenas unas jornadas: «Con un apellido –Hizinger– que tanto recuerda el del también difunto general francés, que tuvo que firmar el armisticio de Compiegne, Himmler, sin gafas, sin bigote, con el pelo más corto, aparecía más joven que de ordinario, o quizá tan joven como en realidad era: 44 años. Se saben bastantes detalles sobre la muerte tan benigna, provocada en el último segundo, en que un doctor iba a comprobar si tenía en la boca el veneno que no le había encontrado escondido en otras partes del cuerpo. Pero se ignoraba dónde iba y porqué se proponía escapar, tan desamparad­o, quien durante años tuvo en sus manos los servicios del Interior. […] Quién tuvo en sus manos todos los servicios policiales del Reich, tan experto en fugitivos, ha caído como un aficionado». Así se despidió ABC del monstruo que había orquestado la muerte de millones de personas.

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El cadáver de Heinrich Himmler en el suelo después de ingerir cianuro
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Crónica del correspons­al de ABC

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