Periodismo, con perdón

Vislumbro una artillería de gentes que parecen estar buscándose la peonada en el Congreso y no el periódico

En medio de este cabaré de cuatro días, Sánchez mediante, sacude su volante alegre la prensa, así en general, que unas veces injuria y otras santifica. La prensa está ahí, a menudo más arrimada a la militancia que a la verdad. Y esto es un asunto grave. Ya advierto que miro a izquierda, y a derecha, porque en ambas esquinas hay demasiada fiesta, y porque la gimnasia de la pancarta no entra en mi oficio sin pancartas. Ni ahora ni nunca. Tengo una convicción incurable del periodismo como cátedra de la rebeldía, y me incumbe antes, en el credo de información o la opinión, el susto que el mitin, el desacato que la reverencia. Lo digo porque, más allá de estas jornadas de verbena de reflexión, el periodista se ha dejado querer por unas siglas políticas, u otras, cuando el periodista ama en secreto, y sus siglas no debieran ser sino el sustazo de su idea propia, y las ganas insomnes de amargarle el desayuno a un ministro, o un diputado, con menos suerte. El panorama provoca vómito, la verdad, pero yo miro para mi oficio, que es oxígeno de la democracia, o debiera serlo, y vislumbro una artillería de gentes que parecen estar buscándose la peonada en el Congreso y no el periódico. Algunas teles ya reparten sus platós como quien distribuye escaños, y ahí van los opinadores a no opinar, porque ha cundido el hábito de la bandería, y no el del pensamiento, que tiene su ánimo en la discrepancia. A mí me gustaban más las teles bajo el arbitrio de los perfiles psiquiátricos, y no políticos, que es lo que se impone ahora, cuando no te piden el número de la Seguridad Social, para cobrar, sino el carnet de partido, que igual no lo tienes, pero conviene tenerlo. Sufrimos tiempos de precariedad política, y también periodística. ‘Sálvame’ murió, pero su espíritu venenoso sigue vivísimo. Urge sepultarlo. Me asquean tanto los que remiendan infundios para darle tarea a un juez rápido como los que montan una boda sin boda al presidente. Es mi pasión el periodismo, y mi deber. Con perdón.