Otra bazofia más grande
La manera más eficaz de disimular una bazofia es con otra bazofia más grande y Cataluña lideraba desde 2010 la producción de basura política en España con un sostenido crescendo de calamidades. Pero la carta de Pedro Sánchez fue la bazofia más grande y ha conseguido que Puigdemont parezca un inofensivo muñeco de trapo. No era fácil.
En qué poca cosa han quedado desde el miércoles Cataluña y sus líos provincianos. En el espejo de la maniobra sanchista Puigdemont se ha visto reflejado en su exacta medida. Tras tantos años de engrandecerle, sobre todo sus detractores, la falsa capa de antihéroe se ha desvanecido y vuelve sólo a quedar el payés errante.
Lo más fascinante de personajes como Sánchez es la evidencia en que dejan a los demás. El espectáculo del sábado en Ferraz fue de una insólita degradación. Ni con sus más afilados insultos había conseguido el Partido Popular rebajar la imagen y el prestigio de la vicepresidenta Montero como ella misma lo hizo gritando en la calle entre los afiliados de bocata y autocar. El baboseo de algunos periodistas tampoco se había visto nunca tan flagrante. Son cosas que no habríamos podido saborear sin Sánchez, con su inigualable capacidad para hacer que sobre todo sus colaboradores más cercanos parezcan idiotas a su lado.
Es verdad que el presidente desgasta mucho a Feijóo, pero a quienes de verdad tritura es a los suyos, que como los ministros de Franco nunca acaban de saber si se arrastran lo suficiente y viven en el terror permanente del cese.
Con una barata carta azucarada le ha bastado a Sánchez para ser el único tema de conversación y es de final de Champions la expectación que ha despertado para su comunicado de hoy. He leído a los mejores analistas diciendo que ni él sabe lo que va a decidir. Yo me puedo equivocar pero desde el primer momento lo he visto clarísimo y las Champions las gana el Madrid.