UNA VICTORIA PARA LAS ABEJAS
Las abejas aún no han ganado la guerra, pero sí una batalla. El respaldo de los gobiernos europeos a la propuesta de la Comisión Europea de prohibir casi totalmente tres insecticidas neonicotinoides que matan a las abejas pone además en el punto de mira a otros insecticidas tan o más dañinos que los que han quedado prohibidos ahora. Los tres plaguicidas que han quedado vetados, a excepción de su uso en invernaderos, son tres neonicotinoides (imidacloprid, clotianidina y tiametoxam), que se derivan químicamente de la nicotina y que pertenecen a una familia de insecticidas que actúan en el sistema nervioso central de los insectos y que son los más ampliamente usados en todo el mundo. A estos plaguicidas se les acusa de provocar, entre otros trastornos, la desorientación de las abejas melíferas y silvestres, que se ven incapaces de volver a las colmenas. Además, varios estudios recientes han mostrado que, en ocasiones, el agua y las flores silvestres contienen neonicotinoides, lo que puede suponer una amenaza para varias especies y para el medio ambiente en general.
Aunque las organizaciones conservacionistas consideran una buena noticia el resultado de la votación, que salió adelante con el voto de los países que representan el 76,1% de la población de la UE, entre ellos España, insisten en que estos tres neonicotinoides son solo la punta del iceberg y que hay muchos más plaguicidas que son igual de peligrosos para las abejas, la producción de alimentos y los ecosistemas, por lo que advierten que seguirán reclamando la reducción drástica del uso de plaguicidas sintéticos y la transición a la agricultura ecológica. En este sentido, Francia ya ha prohibido otros controvertidos insecticidas cuyo uso está autorizado en la UE y estudia vetar alguno más.