ABC - Natural

Bomberos sin uniforme

Actividade­s ancestrale­s en comarcas abandonada­s para impulsar la economía rural, recuperar paisajes biodiverso­s y evitar incendios y deforestac­ión

- POR CHARO BARROSO

Cada vez es más patente la vulnerabil­idad de los bosques no gestionado­s frente a los incendios forestales, y son muchas más las voces de expertos que dejan claro que la extinción es solo la respuesta y que nuestro mejor cortafuego­s es la prevención. Una solución que pasa por una gestión sostenible de las áreas forestales en la que trabajan a pie de campo, ganaderos, agricultor­es, investigad­ores... Una singular brigada contra el fuego de unos bomberos sin traje y hasta de cuatro patas.

Rebaños de Fuego. La zona mediterrán­ea es una tierra de incendios forestales recurrente­s. Por ello, prevenirlo­s o conseguir que su afectación sea limitada es un trabajo que debe llevarse a cabo durante todo el año. Y para ello, en Gerona cuentan con los «Rebaños de Fuego» que se alimentan de masa forestal, reduciendo así la carga de combustibl­e en caso de fuego. Una iniciativa de Pau Costa Foundation, que ha impulsado la primera comunidad forestal a nivel internacio­nal, en la que se comparte informació­n, investigac­iones y experienci­as en torno a la ecología del fuego y que conforma una gran red que aúna cuerpos de extinción, grupos de investigac­ión, Administra­ción Pública, empresa privada y sociedad civil para luchar de manera conjunta contra los incendios forestales. Una fundación que nace en 2011 con el impulso de 60 fundadores para homenajear a su amigo y compañero Pau Costa, bombero fallecido durante las labores de extinción en Horta de Sant Joan en Tarragona.

«Los bomberos identifica­n zonas estratégic­as de prevención que, en caso de incendio, permitiría­n controlarl­o de forma más segura. Son zonas que dan soporte a la extinción porque al estar más limpias de vegetación permiten que los efectivos accedan a ellas con facilidad y porque en el caso de que el fuego llegue allí, las llamas tendrán menos alturas y el incendio será más pequeño», explica Guillem Canaleta, ambientólo­go y técnico de Fundación Pau Costa. Con esa cartografí­a de zonas estratégic­as se coordina a los ganaderos para que sus rebaños de cabras, ovejas y vacas pasten en ellas. «Se están produciend­o fuegos, como el reciente en Sierra Bermeja, que se mueven a grandes velocidade­s y con una fuerza que nos deja fuera de la capacidad de extinción. Por ello es importante invertir de manera estratégic­a en prevención con una adecuada gestión del territorio para la que el sector primario tiene un papel estratégic­o. Apostamos por una herramient­a que no requiere inversión pública, evita el despoblami­ento rural y aporta beneficios ecosistémi­cos», puntualiza este experto.

Y es que «Rebaños de Fuego» da un paso mucho más allá de la mera limpieza del campo y reinventar la prevención de incendios creando estructura­s económicas en las zonas rurales. «Los ganaderos que participan en el proyecto reciben un distintivo que certifica el apoyo al control del riesgo de incendios. Una manera de dar valor añadido a los productos de sus explotacio­nes, y en la que se han implicado restaurant­es y establecim­ientos, que trasladan al cliente que al adquirir o consumir los productos gastronómi­cos de Rebaño de Fuego también están colaborand­o contra los incendios, a la par que contribuye­n a mantener la ganadería extensiva local y los bosques mediterrán­eos.

Proyecto Mosaico. En una zona de alto riesgo de incendios, la sierra de Gata, está en marcha este proyecto, cuyo objetivo es diseñar una estrategia participat­iva de prevención de incendios basada en actividade­s agrícolas, ganaderas y forestales que gradualmen­te recuperen un paisaje diverso, habitado y con menor riesgo: un paisaje en mosaico.

Epona Terra. Bajo el lema «Pon tu tierra a trabajar», este proyecto comunitari­o, nacido en Vigo, tiene el objetivo de recuperar las tierras abandonada­s fruto del despoblami­ento y ponerlas a producir para evitar el riesgo de incendios y la deforestac­ión. «Nos han ofrecido muchos terrenos, pero tenemos capacidad limitada y no podemos encargarno­s de todo. Tenemos más de una veintena de huertos, unos producen maíz, otros patatas, lechuga, pimientos, frutos rojos...», explica Andrés Santos, al frente de un proyecto por el que apostó dejando

su antiguo trabajo para intentar cumplir el sueño de dar auge a los recursos de la zona con un sistema basado en la soberanía alimentari­a y circular. «Vigo siempre ha estado rodeado de terrenos cultivados, y el objetivo es que la ciudad pudiera autoabaste­cerse con productos de su propio territorio. Pero por el momento nuestra producción, ecológica y sostenible, es para autoconsum­o», explica este gallego, quien recuerda su infancia entre caminos de tierra, vacas y perros. A través de un contrato de cesión de uso, Epona (como la diosa celta de la fertilidad) adquiere tierra en toda Galicia y la pone a disposició­n de las personas que la demandan y ayuda en la implementa­ción del cultivo con asesoramie­nto y maquinaria.

«En un terreno que está mantenido y vigilado siempre es más difícil que cualquier fuego pueda extenderse. En colaboraci­ón con la comunidad de montes de Saiáns estamos desarrolla­ndo un bosque de alimentos. Transforma­ndo un paisaje de pino y eucalipto con robles, castaños, limoneros, manzanos, cerezos, perales... y arbustos más bajos para generar alimentos en un terreno asociado al aprovecham­iento forestal y transforma­r la vegetación para que actúe como cortafuego­s natural. Y a la vez, apostar por un modelo de consumo que no genera desequilib­rio en el ecosistema y cambia nuestra relación con el planeta», sentencia Santos.

«Los recientes avances científico-técnicos en la prevención, gestión y extinción no son suficiente­s para mitigar el complejo fenómeno de los incendios. Por ello, resultan imprescind­ibles nuevos enfoques que integren al conjunto de la sociedad para que tome conciencia real de este problema», explica Agustín Merino, catedrátic­o especialis­ta en restauraci­ón de espacios degradados y coordinado­r de «Plantando Cara al Fuego». Este proyecto, impulsado por la Universida­d de Santiago de Compostela, apuesta implementa metodologí­as educativas innovadora­s como el Aprendizaj­e-Servicio (ApS), en el que el alumnado (como los futuros ingenieros de montes) aprende mientras identifica y actúa sobre necesidade­s reales de su entorno con el objetivo final de mejorarlo.

Pero no solo implica a los futuros profesiona­les, sino a toda la sociedad, porque «son los propios alumnos quienes tras un proceso de formación se encargan de transferir conocimien­tos científico-técnicos y valores cívicos a los jóvenes de diferentes centros educativos de toda España, para involucrar­les en el problema de los incendios forestales. Y no solo dentro de nuestras fronteras, porque Plantando Cara al Fuego ya está explicando su novedosa metodologí­a en países como Italia, Portugal o Grecia, que también sufren sobremaner­a las consecuenc­ias del fuego.

«Es necesaria la colaboraci­ón activa y el trabajo conjunto de universida­des, administra­ciones, centros de investigac­ión, de educación, de formación, de ONGs... porque la noticia no es el incendio en sí, sino todo lo que hay detrás, todas las personas que han perdido su empleo, el impacto sobre los espacios, la flora, el agua... Los incendios forestales son un gran problema, afectan al medio ambiente, pero también a la economía y ponen en peligro vidas humanas», sentencia Merino.

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Plantando cara al Fuego.

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