Casas seguras para proteger el bosque
Una calculadora de riesgo permite conocer el grado de exposición de la vivienda para crear espacios de defensa
Urbanizaciones rodeadas de bosque, casas independientes en el monte... viviendas en espacios naturales cuya demanda se ha visto disparada por la pandemia y en las que pocos tienen en cuenta los riesgos que conlleva vivir en lo que se denomina interfaz urbano forestal. Los incendios son aproximadamente dos veces más frecuentes en estas zonas y, sin embargo, menos de un 20% de estas urbanizaciones dispone de planes de autoprotección. Una escasa percepción del peligro que contribuye a incrementar la dimensión de la potencial catástrofe.
«La gestión urbanística no ha tenido ni tiene en cuenta el riesgo de incendio forestal, encontrándose urbanizaciones, viviendas e infraestructuras en zonas de alto riesgo que son indefendibles y que no están preparadas para prevenir y mitigar los impactos de los incendios forestales. La población que vive en el medio natural no tiene percepción del riesgo y no conoce sus deberes y responsabilidades en materia de prevención y autoprotección de sus bienes. Se prioriza salvar casas vacías e infraestructuras por encima del bosque, incluso cuando los propietarios de estos bienes no han elaborado planes de autoprotección», señala la organización ecologista Greenpeace en su informe «Proteger el medio rural es protegernos del fuego. Hacia paisajes y poblaciones resilientes frente a la crisis climática». En este camino por conseguir comunidades organizadas y adaptadas que asuman el riesgo de incendio para prevenirlo y mitigarlo y conocer el grado de exposición de estas viviendas frente a un incendio forestal resulta fundamental para poder tomar las medidas adecuadas de prevención. Y para saberlo nada como la «Calculadora de riesgo de incendios», una sencilla herramienta de autoevaluación con variadas cuestiones nos dará el grado de peligro.
Diez metros, distancia clave
En total, una batería de quince preguntas en las que importa desde la orientación de la vivienda, su situación (por ejemplo, el fuego se propaga más por una ladera), acceso, si hay cerca elementos como torres de alta tensión, cultivos abandonados, setos, vallas... Evaluar una distancia en torno a los diez metros más próximos a la vivienda es básico para evitar la propagación de un incendio y facilitar las labores de extinción.
LOS INCENDIOS SON DOS VECES
MÁS FRECUENTES
EN LA INTERFAZ URBANO FORESTAL
También hay que evaluar el estado de edificación, desde los materiales de construcción hasta los hábitos diarios, por ejemplo si se apila leña para la chimenea pegada a la casa, si existe tanque de combustible o se acumula en el jardín vegetación seca o si la parcela tiene disponibilidad de agua.
Al finalizar ofrece recomendaciones para asegurar un plan en caso de incendio y crear espacios de defensa para los bomberos. Desde Greenpeace señalan que «ante un incendio los operativos tienen este orden en sus prioridades: primero se rescatan a las personas; segundo a las viviendas vacías e infraestructuras, y en último lugar, los operativos con un riesgo añadido luchan por salvar el bosque de las llamas. Por ello, es fundamental proteger las casas para proteger a la población y que revierta en proteger el bosque».