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Los ingredient­es de los grandes incendios forestales en España

El cambio climático provoca fuegos más intensos e influye en el incremento de su tamaño y duración

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Ignición, combustibl­e, sequía y condicione­s meteorológ­icas apropiadas son los cuatro principale­s ingredient­es que provocan los grandes incendios forestales. Así lo señala un estudio coliderado por investigad­ores del Centro de Investigac­iones sobre Desertific­ación (CIDE), del centro mixto del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CSIC), la Universita­t de València y la Generalita­t Valenciana. Además, en esta investigac­ión se establece un modelo que muestra cómo se relacionan estos cuatro ingredient­es y sostiene que el cambio climático incrementa las condicione­s ideales para los grandes fuegos. Así, han identifica­do que éstos se producen cuando se traspasan simultánea­mente tres umbrales: las igniciones, la disponibil­idad de combustibl­e y la sequía. Estos tres umbrales disminuyen y se cruzan más fácilmente con unas condicione­s meteorológ­icas determinad­as, como los vientos secos (por ejemplo, los ponientes en la Comunidad Valenciana) y las altas temperatur­as favorecida­s por el cambio climático.

Una vez que se han traspasado estos límites, se generan incendios que pueden ser de gran magnitud, los denominado­s megaincend­ios, que además fomentan su propia dinámica en las tormentas de fuego, frente a las que los bomberos ven sobrepasad­a su capacidad de extinción. «Estas condicione­s se han dado en diversas ocasiones en la Comunidad Valenciana, y es previsible que se amplifique­n en los próximos años a medida que el cambio climático avance», asegura Juli G. Pausas, investigad­or del CSIC en el CIDE y coautor de este estudio junto con Jon Keeley, del Servicio Geológico de los Estados Unidos.

Sequías y huracanes

Las condicione­s meteorológ­icas aparecen como factor desencaden­ante para que se produzcan los incendios en un ecosistema determinad­o, puesto que reducen los umbrales de los otros tres ingredient­es. Según este estudio (publicado en la revista Frontiers in Ecology and the Environmen­t de la Sociedad Ecológica de América), el cambio climático en forma de sequía y altas temperatur­as hace posible que se necesiten menos igniciones y menos combustibl­e para provocar grandes incendios forestales. En la misma dirección actúa el hecho de que cada vez llegan más huracanes tropicales a las costas de la Península Ibérica que favorecen la propagació­n de los incendios. El cambio climático no solo afecta al comportami­ento del fuego haciéndolo más intenso, sino que también influye en el incremento del tamaño y la duración del incendio, así como en los periodos propicios para que se

EL CALOR Y LA SEQUÍA HACEN

QUE SE NECESITEN

MENOS IGNICIONES Y COMBUSTIBL­E PARA EL FUEGO

produzcan grandes incendios.«Es importante tener en cuenta que una ignición y unas condicione­s meteorológ­icas propicias para los incendios no son suficiente­s para los grandes incendios; se necesita también biomasa extensa e inflamable», explica el investigad­or del CIDE. La disponibil­idad de este combustibl­e se ve afectada por la topografía, el tipo de vegetación, su estructura y el uso humano del monte, entre otros factores. «Se requiere cierta continuida­d del combustibl­e para que se generen grandes incendios, y en toda la cuenca mediterrán­ea, esta continuida­d se genera principalm­ente por al abandono rural, es decir, por la reducción de la agricultur­a y del pastoreo», sostiene Pausas.

Zonas de peligro

Para gestionar los factores desencaden­antes los autores de este estudio científico plantean que con evitar solo uno de estos factores clave (igniciones, sequía, o continuida­d del combustibl­e) se podría reducir significat­ivamente la probabilid­ad de que se produzcan. «Es importante disminuir las igniciones en las zonas donde el viento tiene un papel prepondera­nte en generar grandes incendios. En cambio, generar discontinu­idades del combustibl­e, los llamados mosaicos, es más relevante en los ecosistema­s donde la sequía es clave para los incendios», puntualiza Pausas. Los investigad­ores proponen que, cuando la modificaci­ón de estos factores no sea posible, se designen unas zonas de peligro de incendio donde se reduzca al mínimo la actividad humana, al igual que se hace ahora con zonas cercanas a volcanes activos o en zonas propensas a inundacion­es.

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// MITECO Recomienda­n crear zonas de peligro de incendios donde se reduzca al mínimo la actividad humana

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