La energía de los residuos orgánicos
Biomak, solución made in Madrid que permite aprovechar estos recursos y reducir la fracción resto
Ccada vez producimos más residuos sólidos en las ciudades. Sí, reciclamos, pero aunque vamos teniendo cada vez más claro qué va en cada cubo -sobre todo en el amarillo- en el marrón, el de residuos orgánicos, acaban restos no orgánicos como colillas, mascarillas, toallitas, latas… Un totumrevolutum que dificulta el posterior reciclaje y reutilización de ese contenido.
El aprovechamiento de los residuos orgánicos sirve tanto para compost como para producir energías renovables como puede ser el biogás (biometano). Y esto nos interesa, no solo por revalorizar la basura, sino en términos de soberanía energética, para producir nuestra propia energía y depender menos de fuentes externas.
La Directiva Europea establece que un 65% de los residuos generados sean reciclados para 2035 y que vaya reduciéndose el porcentaje que enviamos al vertedero, la denominada fracción resto. Para alcanzar este objetivo es necesario actuar sobre la fracción orgánica de los residuos, que supone alrededor del 40% del total de los residuos generados. El problema pasa porque dichos residuos llegan muy mezclados con otros, de modo en una planta de tratamiento mecánico-biológico convencional solo se recupera en torno al 10% de material reciclable.
Para hacer frente a este problema, existen soluciones como la que tiene en funcionamiento en Madrid, Econward, proveedora de tecnología que se integra en las plantas de tratamiento de residuos. Esta firma dispone de una tecnología, Biomak, que consigue recuperar el 95% de los residuos que llegan a planta. La buena separación de la materia orgánica del resto de residuos es fundamental para evitar que después esa parte orgánica llegue a los vertederos y genere gases de efecto invernadero.
Producción de energía y biogás
Los residuos orgánicos de las ciudades tienen un elevado potencial energético que, hasta ahora, se ha desaprovechado. Pero, si se procesan adecuadamente, no sólo se consigue evitar su impacto negativo en el entorno sino que es posible convertirlos en energía: «La mejor vía para reciclar los residuos orgánicos es aprovechar su energía química para la producción de biogás y biometano. Esto no solo ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que permite acelerar la transición energética. Al mismo tiempo se obtiene una fracción sólida que sirve como compost o fertilizante», explica Alberto Tuñón, director comercial de Econward.
Biomak somete a los residuos a un proceso de hidrólisis térmica: «Eso permite la separación del material no biodegradable de una forma sencilla. Las distintas tecnologías de recuperación de material orgánico que hemos probado aumentan significativamente su eficiencia en la separación debido a la baja presencia de material orgánico en la fracción rechazo y la pureza de orgánico en el sustrato. Nuestra tecnología hace que las plantas de compostaje puedan obtener el mismo producto que tienen actualmente pero en un proceso más rápido que no genera emisiones a la atmósfera, ya que previamente se ha aprovechado la energía química contenida en el material orgánico», afirma Julián Soler, director general de Econward.
BIOMAK PUEDE PROCESAR HASTA OCHO TONELADAS DE RESIDUOS POR
HORA
El proceso de degradación física al que se ven sometidos los residuos con Biomak consigue reducir el tamaño de las partículas orgánicas, lo que facilita la separación del resto de materiales no orgánicos. Así, esta tecnología reduce el envío de rechazos (fracción resto) con contenido orgánico al vertedero y eso redunda en menos gases de efecto invernadero, al mismo tiempo que se aprovecha al máximo el residuo orgánico, bien para compost, bien para producir energía renovable: «Si los residuos orgánicos que actualmente acaban en los vertederos españoles se tratasen con nuestra tecnología en un proceso de digestión anaerobia, la reducción de la huella de carbono sería equivalente a la que aportaría un bosque del tamaño de Galicia o de Cataluña», asegura Soler. Toda una innovación made in Madrid con triple impacto: ambiental, social y económico.