La paradoja del bosque
La gestión forestal como agente en la lucha contra el cambio climático contribuye a mejorar la salud de los árboles y a reducir la huella de carbono
Son uno de los ecosistemas más sensibles a los riesgos que comporta el cambio climático, pero al mismo tiempo también constituyen una herramienta esencial para combatirlo. Los bosques suponen miles de pequeñas máquinas de absorción de CO de la atmósfera, que acumulan en sus tejidos del tronco, ramas, raíces y hojas, liberando oxígeno a la atmósfera. Parte de ese carbono capturado se incorpora al suelo, donde queda almacenado durante décadas. Pero para que esas ‘fábricas’ al servicio de planeta cumplan con su misión requieren de una protección y un mantenimiento que cuide de su salud y es ahí donde entra en juego la gestión forestal de forma cuidadosa, científica y sostenible, aunque a veces ésta plantee la paradoja de una tala, favoreciendo la regeneración o dando una nueva vida a la madera.
Así, en lo que respecto a la extracción de CO de la atmósfera y su almacenamiento es tan importante la cuantía de este efecto como el tiempo que permanece ‘secuestrado’ en forma orgánica. Aumentar la longevidad del árbol y su vitalidad mediante tratamientos selvícolas contribuye a incrementar la capacidad de sumidero de carbono.
Y aunque este ‘trabajo’ de absorción de CO es el beneficio más conocido de los bosques en la lucha contra el cambio climático, no es el único. De forma indirecta, el aprovechamiento de la madera permite fijar ese carbono en productos y que éstos sustituyan a otros derivados de combustibles fósiles más contaminantes como el cemento, plástico o acero. Si en su lugar se toma el corcho o la resina se minimiza también la huella de carbono.
Pero, además, la gestión forestal pone sobre la mesa un aprovechamiento que implica que al ir extrayendo los árboles de forma gradual y organizada, el bosque, en sus diferentes edades, permanece, alcanzando una producción auténticamente sostenible y perdurable en el tiempo. Ello genera, además, otros beneficios a la naturaleza y la sociedad. Por ejemplo, al modelar mediante una corta organizada la estructura de los bosques se favorece la entrada de luz, la aceleración de los procesos bioquímicos, el incremento de la biodiversidad, el vigor y la sanidad del ecosistema, el predominio de los hábitats y especies que más interesen a la sociedad o la reducción del riesgo de incendios.
En España hay ejemplos señeros de ello. En concreto, en Castilla y León hay comar
LA ORDENACIÓN
FORESTAL POSIBILITA A EMPRESAS COMPENSAR SUS EMISIONES
cas enteras que han hecho de la sostenibilidad forestal su santo y seña, como al Tierra de Pinares de Soria y Burgos, donde se ha declarado un Bosque Modelo que es un referente a nivel mundial, u otros tantos montes –como los pinares segovianos de Valsaín, El Espinar y Navafría– que llevan ya más de 100 años sometidos a planes de ordenación forestal, produciendo millones de metros cúbicos de madera y que no sólo han perdido por el camino su arbolado, sino que tienen hoy más en pie que cuando se empezaron a gestionar en el siglo XIX.
A medida que la gestión forestal gana reconocimiento como agente en la lucha contra el cambio climático ésta ha ido contribuyendo al desarrollo de actuaciones no sólo desde la administraciones, sino también por parte de las empresas que por su actividad son parte del problema y acceden a ser además parte de la solución a través de proyectos de absorción que compensan sus emisiones de gases de efecto invernadero.