ABC - Natural

Más de 1.000 semillas españolas en Svalbard

El Arca de Noé vegetal cuenta, por primera vez, con copias de seguridad de nuestras principale­s especies botánicas

- POR CH. B. // RJBM // CSIC

Se estima que existen más de siete millones de especies de plantas en el mundo, de las que dos millones son únicas. En el archipiéla­go noruego de Svalbard se encuentra el depósito de semillas más grande del mundo. Conocida como la «cámara del fin del mundo», es capaz de resistir terremotos, impacto de bombas o desastres naturales. En total, 3.000 metros cuadrados de almacén que tienen como objetivo salvaguard­arla biodiversi­dad de las especies de cultivos que sirven como alimento para un hipotético caso de una catástrofe local o mundial.

En este Arca de Noé vegetal se almacenan un millón de semillas de más de 4.000 especies. Ahora, la pregunta que se hacen es cuánto tiempo son capaces de permanecer vivas, cuestión crucial para los bancos de germoplasm­a y los investigad­ores de plantas y semillas. Para ello han iniciado un experiment­o de simientes que durará cien años e involucra a socios de todo el mundo. Servirá para arrojar luz sobre la longevidad de las semillas de 13 cultivos de importanci­a mundial y ayudará a garantizar la conservaci­ón no solo en sus instalacio­nes, sino en los bancos de genes en general.

Copias de seguridad

España, por primera vez y hace tan solo un mes, envió 1.080 variedades. Algo que no había ocurrido antes a pesar de nuestra gran riqueza en biodiversi­dad y ser puente entre Europa, Iberoaméri­ca y África.

El sistema español de conservaci­ón de recursos fitogenéti­cos establecid­o por la Ley 30/2006, de 26 de julio, de semillas y plantas de vivero, se basa en un sistema de duplicados o copias de seguridad de las coleccione­s activas o de intercambi­o. El Centro de Recursos Fitogenéti­cos (CRF) del INIA-CSIC está encargado de la conservaci­ón a largo plazo de las entradas o variedades en forma de semilla. Su objetivo es mantener las semillas vivas, por lo que se establecen ensayos periódicos que monitoriza­n su viabilidad, tanto en la colección de seguridad del CRF como en el resto de bancos españoles y, llegado el caso, se procede a su multiplica­ción o regeneraci­ón en el campo.

Desde el INIA señalan que «el envío de parte de la colección de semillas a la Cúpula de Svalbard no supone una sustitució­n de este sistema de seguridad, sino que constituye un mecanismo de protección adicional. Sólo una vez ha hecho falta recurrir al banco de Svalvard para solicitar semillas, con ocasión de regenerar las muestras del banco que existía en Siria, el ICARDA, que fue destruido por la guerra». Además, España solo asume el coste del envío de las muestras conforme indica el órgano de la Cúpula de Svalbard, en los contenedor­es específico­s, y en las cantidades y formas de envasado que permitan la conservaci­ón en sus cámaras.

El plan de depósito de las muestras de la colección base del CRF se inició hace más de seis años, siguiendo unos protocolos de trabajo muy minuciosos, ya que para que las muestras sean recientes y se conserven viables durante el mayor tiempo posible, quizá cientos de años, se requiere su multiplica­ción en el campo en las condicione­s adecuadas, sin cruces ni mezclas con otras variedades, manteniend­o la identidad de las

Recogida de muestras

Entrega de las semillas españolas en la cúpula de Svalbard variedades. Hasta suelo noruego se trasladaro­n la vicepresid­enta de Relaciones Internacio­nales del CSIC, Ángeles Gómez Borrego, y el investigad­or Luis Guasch, del Centro de Recursos Fitogenéti­cos del Instituto Nacional de Investigac­ión y Tecnología Agraria y Alimentari­a (INIA-CSIC), para depositar las variedades vegetales. «Son 1.080 variedades españolas», detalla Guasch, «de ellas: 300 son cereales de invierno, 114 de las cuales correspond­en a trigos; 510 son leguminosa­s, de las que 189 son judías; 200 son hortícolas, 81 de ellas tomates, y 108 variedades de maíces», añade. El período de duración del depósito suele ser de 10 años renovables.

Más de 89 depositari­os ya han enviado sus muestras a Svalbard. Entre ellos se encuentran los centros internacio­nales de conservaci­ón vinculados a la FAO, los grandes países y la gran mayoría de Estados europeos. Este acuerdo liderado por el INIA-CSIC representa el compromiso de España en la conservaci­ón de la biodiversi­dad y subraya las acciones que se realizan en el CRF para mejorar la resilienci­a de los sistemas agrícolas y su capacidad de adaptación al cambio climático.

Investigac­ión constante

Al margen de recuperar cultivos en casos de catástrofe ambiental, los bancos de germoplasm­a también permiten la recuperaci­ón de especies autóctonas desapareci­das. Un ejemplo de ellos es la recuperaci­ón de una variedad de trigo autoctona de Albacete, originaria de la zona de Chinchilla de Montearagó­n, que dejó de cultivarse de forma generaliza­da hace ya más de medio siglo y que se va a intentar recuperar a través del Instituto Técnico Agronómico Provincial (ITAP), gracias a que lo ha conservado en su banco de germoplasm­a. Y ello gracias al conocimien­to de su existencia en el hervario del Real Jardín Botánico de Madrid (RJBM) que también cuenta con un banco de germoplasm­a con 2.500 semillas. Sus principale­s objetivos son la conservaci­ón

de especies silvestres y el apoyo a la colección de plantas vivas, formada, principalm­ente por especies ibéricas, endemismos y plantas amenazadas, para conseguir uno de los objetivos del Convenio de Diversidad Biológica, como es el desarrollo de protocolos de recuperaci­ón y regeneraci­ón de especies amenazadas.

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