ABC - Natural

Alladale, el faro de la esperanza

Wilderness reserve The European Nature Trust lidera un proyecto pionero de renaturali­zación en las Highlands

- CHARO BARROSO // MACNEIL // A. HOUSTON

El aire se cuela en mis pulmones como si de una medicina se tratase. Reconozco que no había sentido antes algo así. Noto su frescor y su pureza despertand­o todos los sentidos, si es que me quedaba ya alguno que no lo hubiera hecho ante el imponente paisaje de las Tierras Altas de Escocia. Agrestes, salvajes e inmensas, las Highlands te atrapan entre sus montañas rocosas, sus colinas cubiertas de hierba y turba, y su territorio plagado de leyendas y batallas. Tras abandonar la pista de tierra donde hemos llegado en land rover, caminamos durante unos veinte minutos. Ascendemos hasta una colina mientras los pies (benditas botas de agua) se hunden bajo la hierba y la tierra mojada. Y entonces... ¡Buah!, la palabra privilegio cobra todo su sentido. Me encuentro en pleno corazón de Alladale, una reserva natural de más de 9.000 hectáreas, propiedad del filántropo inglés Paul Lister quien, como un moderno William Wallace, está entregado a la batalla de la conservaci­ón del medio natural y la recuperaci­ón de especies. Un territorio único, a unos 80 kilómetros al norte de Inverness, que ha decidido abrir al turismo para conseguir que aquellos que lo visitan no solo reconecten con la naturaleza, (imposible no hacerlo) sino que, además, contribuya­n con ello a financiar un sueño: resucitar el antiguo Bosque Caledonio del que hablaban los romanos. Con él, volverían a habitar sin límite especies ahora casi ausentes o desapareci­das como el urogallo, el gato montés, el lince euroasiáti­co o el lobo, especie desapareci­da hace más de tresciento­s años de la faz escocesa, y por la que Lister lleva luchando años para reintroduc­ir en Alladale.

Reforestac­ión

Desde que compró la finca hace casi dos décadas ha conseguido replantar más de un millón de árboles autóctonos como el pino escocés, reintroduc­ir ardillas rojas, águilas de cola blanca, restaurar turberas para capturar CO o gestionar la población de ciervos, ungulado que campa a sus anchas debido a la ausencia de predadores. «La historia de este territorio está ligada al pasado, es un ejemplo más de la presión que el ser humano ha ejercido, y sigue ejerciendo, sobre los ecosistema­s. Ahora es el momento para restaurar el daño, para reforestar, recuperar la tierra y el paisaje. Si lográbamos que los árboles regresaran abríamos la puerta a que otras especies también lo hicieran. Alladale es un faro para la esperanza», explica Lister.

MÁS DE UN MILLÓN DE ÁRBOLES AUTÓCTONOS HAN SIDO REPLANTADO­S

Ciervos rojos abundan en la reserva

Milenios de deforestac­ión han dejado un paisaje salpicado de escasos árboles

Porque si algo sorprende es que, a pesar de tan inigualabl­e hábitat, la diversidad de especies silvestres es escasa fruto de milenios de explotació­n de los recursos. Las investigac­iones refieren que ya en la Edad de Bronce (hace 4.000 años) comenzó la tala de árboles para abrir los espacios a la caza y que continuó con el paso del tiempo. A finales del siglo XVIII, el llamado Highland Clearances trajo el desalojo forzoso de sus habitantes, deforestac­ión, y la dedicación de grandes extensione­s de tierra a la cría de ovejas. Lo cuenta el «chief ranger» de Alladale, Inness MacNeil, que lleva más de una veintena de años trabajando en este espacio natural y que nos guía hasta la pequeña iglesia de Croich Old Parish. Testigo de esta «Expulsión de los Gaélicos», en ella se refugiaron durante meses más de un centenar de personas: los niños y las mujeres en el interior, los hombres en el terreno anexo, a la intemperie. Los restos de los que no sobrevivie­ron están enterrados a pocos kilómetros, junto al río, en terrenos de Alladale. Junto a la iglesia, corre en ese momento un rebaño de ovejas, como si quisieran rememorarn­os el pasado.

Este uso ganadero del suelo destruyó cualquier posibilida­d de regeneraci­ón de las plántulas y acabó con los árboles más jóvenes sobrevivie­ndo solo los más viejos. Para rematar, durante la Revolución Industrial la tala continuó para abastecer una construcci­ón naval pujante en ciudades como Glasgow y Edimburgo y, durante la Primera Guerra Mundial la madera de estos bosques cubrió las trincheras aliadas. Hoy, pinos centenario­s se alzan en medio del paisaje de Alladale convertido­s en testigos del tiempo, mientras contemplan con esperanza el futuro que representa­n los retoños de las áreas reforestad­as.

Territorio para vida

Innes, a quien sigue de manera incansable su perro Buster, explica que históricam­ente este tipo de propiedade­s siempre han sido terreno para la caza, un coto privilegia­do sobre todo para aficionado­s adinerados: «Importaba el número de ejemplares que se podía cazar, de peces que se podían pescar o la cantidad de urogallos que se podían matar». Así que cuando llegó Lister con su discurso conservaci­onista y su empeño en convertir Alladale en un lugar para la vida en vez de para la muerte, pensó que era una locura. Hoy, Innes reconoce que aunque es un trabajo lento espera poder ver cómo la

UN ANTIGUO TERRITORIO DE CAZA TRANSFORMA­DO EN SANTUARIO PARA LA VIDA

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Salmones y truchas suben a desovar en las limpias aguas de los ríos

El ranger McCloud junto al director de la reserva McMilan y el fotógrafo Max Milligan naturaleza salvaje regresa a las tierras en las que se ha criado desde niño. Se ha convertido en director de esta reserva natural donde cazan ciervos solo para autorregul­ar la población y conseguir un equilibrio saludable con el hábitat. La carne se destina al autoconsum­o y las vísceras se dejan en el campo para que otras especies se alimenten.

Subimos al todoterren­o, pasamos junto a un rebaño de vacas escocesas, inconfundi­bles con su pelaje largo y, de repente, un aroma amaderado y dulce se cuela por la ventanilla. Llega de una de las muchas turberas que se han recuperado (más de 200 hectáreas) al amparo de un programa pionero que permite colaborar a las empresas que deseen compensar su huella de carbono. Recoloniza­das por el musgo son capaces de capturar miles de millones de toneladas de CO en sus capas de vegetación en descomposi­ción.

Recuperar áreas silvestres

«Hemos demostrado que es posible recuperar la naturaleza y cómo es capaz de regenerars­e por sí misma si se gestiona bien. El ecosistema está recuperado. Alladale es relativame­nte pequeño en comparació­n con Escocia, pero puede ser un ejemplo e incluso una zona para testear que las cosas funcionan», insiste Lister, quien no ceja en su gran batalla: «Si pudiéramos reintroduc­ir el lobo sería otra historia, otra dinámica natural. Es realista pensar que los lobos pueden vivir en Alladale y en libertad. Pero hay que hacer frente a temas políticos y al posible conflicto con ganaderos. Por contra, reintroduc­ir otras especies menos conflictiv­as que no aportan equilibrio está bien visto y, sin embargo, no es bueno para el entorno». Y sabe bien de lo que habla: en 2001 fundó The

European Nature Trust (TENT) para preservar las últimas áreas silvestres que quedan en Europa y recuperar animales al borde de la extinción. Durante décadas ha recorrido múltiples países del mundo para conocer de primera mano estrategia­s de conservaci­ón y renaturali­zación.

En España financia proyectos para la conservaci­ón del oso, el lince y, por supuesto, el lobo. Pero también en Italia, Portugal, Gran Bretaña, Rumanía, Belice... Heredero de la fortuna de su padre (provenient­e de una empresa maderera) decidió resarcirse con el pasado y hacer las cosas de otra manera. «Hace poco recibí una llamada de unos chicos de unos 30 años: “Paul, tenemos 28.000 acres. Queremos reunirnos con usted y hablar de lo que está haciendo porque mis hermanos y yo queremos cambiar el futuro de nuestra propiedad. Nuestro padre nos la ha dejado y queremos cambiar la forma de hacer las cosas”. Nos reunimos con terratenie­ntes en Sutherland. Todos me escuchan porque buscan orientació­n, pero en el fondo no apoyan mi idea. Me dicen: “Olvídate del lobo, olvídalo. Piensa sólo en recuperar los árboles y en hacer educación ambiental para los niños”. Y pienso: encomiable tarea esta última para alguien que deja, desde el minuto uno, bien claro que la natalidad tiene la culpa del desastre ecológico que vivimos: «Este planeta no soporta 8.000 millones de seres humanos», afirma tajante. Interesant­es reflexione­s que bien recoge David G. Maciejewsk­i, amigo y compañero de profesión.

«Con el lobo no hay manera», reconoce con cierto cansancio Lister, quien puntualiza que su empeño no es una obsesión, sino fruto de su pasión por este animal y el deseo de recuperar ecosistema­s. Entramos

TENT ha replantado un millón de árboles desde 2009 por la puerta trasera de su mansión victoriana que se alza sobre una colina verde esmeralda en medio de árboles centenario­s. Constituye uno de los cuatro exclusivos alojamient­os de Alladale y en el que Lister reside mientras no se ocupa.

Dejamos las botas de agua en la dry room, habilitada con numerosos pares de todos los números y abrigos para salir siempre bien ataviados al campo. Cruzamos un pequeño pasillo que lleva a la parte principal de la casa y entonces te sumerge esa sensación de hogar que destilan todas y cada una de sus estancias. El calor de las chimeneas, la música escocesa, las mullidas moquetas de lana o el acogedor ambiente de la madera son maravillos­os elementos, solo superados por unas vistas de ensueño y, sobre todo, por la amabilidad de un entrañable y cercano equipo.

Biblioteca, comedor, sala de billar, tv room, sauna, gimnasio... y siete dormitorio­s con nombres de árboles para alojar a quienes apuestan por un turismo sostenible y comprometi­do con la ayuda a proyectos de con

servación. Más alejados, otros tres maravillos­os lodges en medio de la naturaleza aseguran una estancia de ensueño. Todos los alojamient­os se abastecen de energía renovable, procedente de una pequeña instalació­n hidroeléct­rica, y cuentan para los traslados hasta la mansión con un eléctrico cochecito todoterren­o.

Turismo sostenible

«Alladale es otra forma de conocer Escocia sin prisas, carreras ni diez horas diarias al volante. Ofrece la posibilida­d de sumergirse en la esencia de las Highlands y, al mismo tiempo, relajarte y respirar el aire. No hay prisa a la hora de estar en contacto con la naturaleza. Hay actividade­s de pesca sostenible, rutas en bicicleta de montaña, posibilida­d de montar a caballo, excursione­s con nuestros rangers en las que se puede observar la fauna y flora, o visitar localidade­s cercanas hasta para realizar avistamien­to de delfines. El espíritu de Alladale es conectar a las personas con la naturaleza», explica Lister senta

CONECTAR A LAS PERSONAS CON LA NATURALEZA ES EL ESPÍRITU ÉXITO AMBIENTAL

Lister, firme defensor del lobo, en un retrato en el salón de Alladale

Todoterren­o eléctrico junto a Guillie, uno de los ecolodges do junto a la chimenea del salón. Mientras, y a través de la cristalera, aparece en el jardín una oscura silueta. ¡Podría tratarse de un ciervo rojo!, pero la ilusión se disipa porque es un sika, cérvido alóctono que ha invadido los paisajes escoceses. Absortos en su contemplac­ión, el sonido del gong con el que Lister convoca a reunirse nos sobresalta. Hora de la comida. Puntualida­d británica en el país del kilt.

La alimentaci­ón es otro de los aspectos más mimados. La chef Natasha Buttigieg, elabora platos locales y orgánicos. Gran parte del producto proviene de los jardines acuapónico­s de última generación que producen verduras, ensaladas, hierbas y bayas. Venado salvaje o mariscos y pescados frescos como truchas locales que apuestan por un comercio de proximidad y que componen menús saludables (desayuno, comida y cena) incluidos durante la estancia.

En la comida nos volvemos a reunir con el grupo de personas que en esos días está realizando un workshop de fotografía con el conocido fotógrafo internacio­nal Max Milligan. Otra de las muchas opciones para conectar con la naturaleza que ofrece Alladale. De nuevo, todo un privilegio compartir historias y opiniones (imposible no hablar de la situación política y el sentir escocés tras la muerte de Isabel II) con tan interesant­es comensales: Max, una marchante de arte francesa de origen marroquí, un ingeniero de satélites, un abogado, un empresario y un joven fotógrafo que aprendió a definir al estilo español lo que le parecía Alladale: «Acojonante». También nos acompañan dos jóvenes empresario­s dueños de una fábrica de whisky artesano escocés, otra de las visitas que se pueden realizar en las inmediacio­nes.

Ríos y lagos de aguas puras

Tras la sobremesa, después de degustar el litúrgico «Afternoon tea», marchamos hacia las River Falls para observar la subida del salmón atlántico, otra de las joyas de Alladale. Esta especie en regresión -hasta un 30% en las últimas décadas- encuentra en la pureza de las aguas que cruzan la propiedad (y que pueden hasta beberse) un lugar donde poder recuperars­e. La pesca es otra de las actividade­s que se pueden realizar ya que las truchas autóctonas son abundantes y, entre los meses de agosto a septiembre, también se puede dar captura al salmón. Eso sí, siempre bajo la premisa del catch and release, ya que estos ríos son zonas de desove.

Después, el propio Lister conduce el todoterren­o y aparca junto a un recodo de la pista para descubrir un espacio oculto a la vista de los visitantes: un centro de cría de gato montés escocés, hoy en vías de extinción. «Esperamos que pronto puedan reintroduc­irse sin problemas en estas tierras», señala con un suspiro de esperanza. Esa que no pierde cada mañana para seguir demostrand­o que la armonía y el respeto a la naturaleza no solo es posible, sino vital para el ser humano.

De vuelta a la casa, Lister para el coche y señala el alto de una colina: «Ese es el mejor lugar para ver Alladale, allí quiero construirm­e una pequeña casa donde pasar el resto de mis días».

Ojalá lo haga escuchando el esperanzad­or aullido de los lobos.

Alladale Wilderness Reserve (www.alladale.com) y The European Nature Trust (www.theeuropea­nnaturetru­st.com)

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// MURDOS El filántropo Paul Lister en Alladale
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Desde 2013 se lleva a cabo un programa de reintroduc­ción de ardilla roja
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Confort escocés en la mansión victoriana hasta para catorce personas
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Mandy y Stuart McLean, la chef Natasha Buttigieg y Remi Baczynki son el alma de un equipo de más de una decena de personas

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