¿Y dónde estaban las hermandades?
Entre 1615 y 1620 muchas de las cofradías que hoy han llegado a nuestros días ya estaban en los templos en los que hoy las conocemos. Otras, sin embargo, deambularon por distintas sedes, abandonando, en numerosas ocasiones, sus conventos fundacionales y buscando el calor de las parroquias o la autonomía de los templos propios.
La hermandad de la Hiniesta ya estaba en San Julián. La Cena estaba en Omnium Sactorum, donde se fusionó con la hermandad de la Humildad y Paciencia. El Amor estaba en los Terceros, recién fusionada en 1618 con la hermandad de la Sagrada Entrada en Jerusalén. En ese templo convivían con las Cigarreras.
La Estrella, aún sin fusionar con las Penas, era una hermandad de gloria gremial de cargadores de barcos que tendría su sede en los terrenos que los frailes mínimos del Convento de la Victoria le habían cedido.
La Vera Cruz tenía capilla propia en el Convento de San Francisco, espacio que hoy ocupa la Plaza Nueva.
Eran los años en los que el Buen Fin se traslada de San Andrés a San Antonio, donde se extingue hasta su refundación en el siglo XX. Los Panaderos –o el Prendimiento– estaba en la Parroquia de San Pedro y la Lanzada en San Nicolás. Las Siete palabras estaría en su capilla propia del Convento del Carmen, al igual que la Quinta Angustia.
La cofradía de Los Negritos ya estaba asentada en la Capilla de los Ángeles, la Exaltación en Santa Catalina y Montesión en su Capilla del Rosario. El Valle estaba en el Monasterio del Valle, fusionada ya con la hermandad de la Santa Faz. Pasión seguía en el Convento de la Merced, donde se había fundado. El Silencio se encontraba ya en San Antonio Abad, el Gran Poder en el Convento del Valle y la Macarena en el de San Basilio. El Calvario había levantado una capilla en San Ildefonso, donde estaba también Montserrat; y la Esperanza de Triana estaba en el Convento del Espíritu Santo, donde se fusionó con la de las Tres Caídas, que venía de las Mínimas.
La Carretería estaba en el Convento de los Mínimos de San Francisco de Paula, la hermandad del Patrocinio tenía su Ermita del Rosario, cuyo nombre tuvieron que cambiar por “Patrocinio” por la queja de los dominicos. San Isidoro estaba en la Iglesia de Santiago, la Mortaja en Santa Marina, la Trinidad en el Convento de la Trinidad y el Santo Entierro en el Colegio de San Laureano.