ABC - Pasión de Sevilla

Manuel Hernández León

- Por Irene Gallardo Flores

La vida le ha dado a Hernández León la oportunida­d de poder crear con sus propias manos, poniendo su capacidad artística a merced de las musas. No en vano, él ya les había rendido tributo iconográfi­co, con solo catorce años, en un hermoso boceto que aún conserva y mima. Hombre de trato amable y con especial sensibilid­ad por la belleza artística, aún disfruta de sus gubias y pinceles con la misma ilusión que cuando desbastaba maderas en aquella, ya lejana, carpinterí­a de San Román, cuyas paredes bien sabían de sus anhelos artísticos. – Háblenos de la Semana Santa de su niñez. – Recuerdo que íbamos a ver cofradías de la mano de mi madre, mi hermano y yo (somos mellizos). ¡Cuando mi madre nos decía que íbamos a la calle a ver los pasos, me volvía loco de contento! ¡Quería ver todas, a veces insistía tanto que mi madre nos decía que ya habían entrado y que no se podían ver más! No perdíamos tiempo esperando las salidas, nos gustaba salir al encuentro de ellas. Fíjate si nos gustaban las cofradías, que fuimos a ver entrar el Cautivo de Santa Genoveva... ¡mira que estaba lejos de nuestra casa! Íbamos buscando los pasos, siempre por las calles, nunca vimos las cofradías sentados en sillas. Mi padre se iba por su cuenta, sin niños, así podía ir donde quisiera sin que le molestásem­os (sonrisas). De la cofradía de mi barrio, San Román, me gustaba mucho la imagen del Cristo de la Salud que se quemó, aunque yo no lo conocí, tengo muchas fotos del Señor. Era una imagen de gran calidad artística. Me gustan muchas imágenes, pero tengo una especial debilidad por la Amargura. Desde niño siempre he tenido predilecci­ón por la Hermandad de la Amargura, tanto la Virgen como el Cristo. – ¿Cuál es su barrio de nacimiento? – San Román. Nacimos el Viernes Santo 15 de Abril de 1938, en el número 44 de la calle Sol, (ahora creo que es el nº 42). Vinimos al mundo mi hermano y yo, en la habitación de nuestra casa que estaba frente a la Capilla Sacramenta­l de San Román, donde se situaban las Imágenes Titulares de la Hermandad de los Gitanos. Era una casa particular, propiedad de mis tíos. En la parte baja vivíamos nosotros y mi padre tenía su taller de carpinterí­a y en la planta de arriba vivía mi tío con su familia. En el mismo tramo de la calle había un barcito, Remesal, junto a éste una barbería y al lado estaba mi casa.

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