ABC - Pasión de Sevilla

La Piedad de Coria

Más de cinco siglos después de que la escuela sevillana de imaginería comenzara a funcionar en el siglo XVI, los talleres siguen aportando tallas capaces de sorprender­nos por su originalid­ad y riesgo. Es el caso de este conjunto bendecido esta Cuaresma en

- Por Francisco José López de Paz.

La Parroquia de San José es una construcci­ón moderna que se encuentra enclavada en el barrio del mismo nombre. Su patrimonio material más valioso es el conjunto de pinturas del altar mayor, obra de Sánchez Aguilera que era vecino de la feligresía. Allí radica la hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Paz en su Presentaci­ón al Pueblo y María Santísima de Gracia y Esperanza, una corporació­n dinámica y de espíritu juvenil que sale el Martes Santo y que representa esa Semana Santa popular de niños, tambores y familias.

Año 2008. Lunes Santo. Rogelio Curiel, por entonces hermano mayor, se encuentra en el templo terminando de preparar la cofradía para el día siguiente. A media tarde sale con un compañero a tomar café. En la tele están poniendo en directo el paso del misterio de Santa Marta. “Viendo eso –dice Rogelio– empezamos a hablar de la necesidad de que en Coria hubiera un cortejo de corte más serio, como más de ruan que viniera a cubrir el único día en el que no salen pasos como es el Sábado Santo. Ahí empezó la idea de esta Piedad”. Desde ese momento de sueños más que de realidades tuvieron claro que el autor sería Navarro Arteaga porque buscaban la expresivid­ad pero sobre todo la unción religiosa. “Cuando se hizo el boceto le dije a Arteaga que fuera una virgen compungida pero no convulsa –comenta Rogelio Curiel–. Lo ha expresado de manera perfecta.”

El camino no era fácil pero el empeño pudo con las dificultad­es. “Date cuenta –indica el por entonces hermano mayor– que éramos una hermandad joven que aún está formando su patrimonio para el Martes Santo. Ahora con la Piedad tendremos que formar dos cortejos, el del Martes y el del Sábado Santo. El primero de barrio y el segundo de silencio y de ruan”.

Arteaga acepta el reto y hace un apunte en grafito. Desde ese momento se veía que el conjunto pretendía ir más allá de las “piedades” al uso. Tiene la solidez de la de Buonarotti y la ingravidez de El Greco en la figura del Cristo que aparece como derramado en el regazo de una madre que no es una niña sino una mujer madura. Para darle mayor naturalism­o, Arteaga prescinde del candelero normalizad­o de la Virgen e insinúa la anatomía del tren inferior, algo que le permite colocar a la imagen de Jesús de manera lateral y natural. “Tenía ganas –dice el imaginero– de hacer un conjunto en el que no destacase una imagen sobre la otra como suele suceder. He acercado los rostros para que nosotros nos acerquemos también al drama de la madre que pierde al hijo pero pasado por el tamiz de la dulzura que te permite el Barroco”. Llama poderosame­nte la atención la policromía de ambas imágenes. Pero sobre todo la del Cristo de la Misericord­ia, suave y cálida. Es un Cristo sin circulació­n sanguínea. Por eso no están marcadas ni las venas ni las arterias. “En la policromía –indica el autor– se nota mi propia evolución y a pesar de ello es tradiciona­l alejada de las nuevas tendencias. Nos acerca a la contemplac­ión, que es de lo que se trata”. Navarro Arteaga también ha dado pautas de cómo vestir a la imagen que aparece recubierta de prendas de lana para potenciar su naturalism­o. Su mujer y ayudante de taller,

El párroco: “Hemos querido darle a la gente lo que la gente ha perdido: piedad. El promotor: “El Lunes Santo de 2008 viendo a Santa Marta por la televisión surgió la idea de sacar en Coria un cortejo de corte serio”.

la arquitecta Virginia Gómez, fue la primera en ataviarla de esa manera. Ahora lo hace Leandro González.

Otro padre de esta impresiona­nte talla es el párroco de San José, Francisco Javier Brazo. Muy querido por su feligresía, el sacerdote explica muy bien por qué decidieron hacer para ese cortejo de ruan una piedad. “Es muy sencillo –dice– se trata de darle a la gente lo que la gente ha perdido, la piedad, ese sentimient­o, la trascenden­cia. Creía que era lo oportuno para mostrar en el presbiteri­o. Es una imagen sencilla a la que no hay que ponerle nada más”. El arzobispo Juan José Asenjo la bendijo el pasado 18 de marzo. Cuando le dijeron que era de Arteaga comentó “vais sobre seguro”. Estaba malo el día de la bendición y le encantó. “A la gente también –dice el párroco–. Cuando salió en el Vía Crucis, la mirada de la Virgen de los Dolores traspasaba y el Cristo de la Misericord­ia transmitía mucha paz. En la feligresía sí se ha notado su presencia. La gente está entregada”.

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El Cristo de la Misericord­ia no tiene ni las arterias ni las venas marcadas. La sangre ya no circula.
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En la Piedad de Coria, la Virgen de los Dolores representa una mujer de edad madura.
 ??  ?? Navarro Arteaga en su taller. Los promotores de la imagen, el Párroco de San José, Javier Brazo y Rogelio Curiel.
Navarro Arteaga en su taller. Los promotores de la imagen, el Párroco de San José, Javier Brazo y Rogelio Curiel.

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