La dulce Angustia
Curiosidades de la llegada de la Virgen a la Hermandad de los Estudiantes hace 75 años Vino desde la parroquia de San Isidoro para sustituir a una antigua talla donada por Bidón y de escaso mérito artístico. Antes, la hermandad también pujó por otra talla atribuida a Martínez Montañés propiedad de la Quinta Angustia. Hoy nadie duda de esta dolorosa de Astorga, perfectamente asentada en una hermandad que la quiere tanto que ha hecho una copia para no perderla nunca.
El hermano Bernardo Martín entregó 12 millones de pesetas a la hermandad para que el proyecto de manto se pueda llevar a cabo.
La advocación llega con anterioridad a que existiera la talla que hoy conocemos como la ‘Virgen de la Angustia’. Antes de la obra de Bidón, la junta de gobierno hizo gestiones con la hermandad de la Quinta Angustia para hacerse con una talla que posee esta hermandad y que está atribuída a Martínez Montañés. El trato no fructifica, según figura en las actas de la hermandad universitaria, porque no se ponen de acuerdo en el precio.
Finalmente la obra se encarga a Bidón, un hermano que ya había hecho los cuatro evangelistas para el paso del Señor de la Buena Muerte. Alentado por el prioste de la época, Heliodoro Sancho Corbacho, y según se lee en el contrato de junio de 1930, debería llevar a cabo “de forma gratuita un rostro y manos de tristeza de Nuestra Señora de madera de cedro y tamaño natural a mi costa. Con la mirada elevada al cielo en toda perfección, y hecho el encarnado de la Imagen por mi mano”. El cardenal Ilundain la bendice en la cuaresma del año siguiente y se mantiene como titular hasta el año 1942, aunque nunca llegó a procesionar. El hermano mayor Jesús Resa reconoce que “era una imagen que no tenía tirón...” Se regaló a la parroquia del Sagrado Corazón de Bezana, en Burgos, por mediación del padre Bernabé, que era el director espiritual de entonces y natural de aquel municipio. Es venerada ahora como Virgen de los Dolores y presenta un aspecto muy cambiado al que llevaba cuando se fue por los numerosos retoques experimentados a lo largo de estos años.
Es entonces cuando el historiador y cofrade José Hernández Díaz alerta a la hermandad de Los Estudiantes de la existencia de una talla de enorme valor artístico en la parroquia de San Isidoro. Perteneció a la cofradía extinguida del Despedimiento y está atribuida a Astorga. Según el ex hermano mayor de Los Estudiantes, Antonio Gutiérrez de la Peña “...es Hernández Díaz quien
nos habla de su existencia. Según consta en diferentes conversaciones reflejadas en las actas de Cabildo, había otra hermandad interesada en adquirirla”. Y con ella se puja. No era otra que la trianera de San Gonzalo. Finalmente la corporación del Martes Santo se hace con la talla por 2.500 pesetas y tras acuerdo con el párroco de la Costanilla que era depositario de la imagen. Son los hermanos los que donan el dinero.
La llegada de la Virgen
“Dentro de la hermandad hubo mucha controversia a la hora de adquirir la imagen. El Cristo tiene la máxima devoción y había gente reacia a que llegara”, recuerda Jesús Resa a través de diferentes testimonios. La talla se bendice el 22 de noviembre de 1942. La hermandad conmemorará el próximo otoño esta efeméride con un ciclo de conferencias y una exposición del ajuar de la Dolorosa en el Círculo Labradores. Las pertenencias de la Virgen de la Angustia se han ido enriqueciendo con el paso de los años. En aquel entonces, la talla llegó a la iglesia de la Anunciación con la única vestimenta que tenía en San Isidoro y con una corona de metal plateado que al cabo de tres años, el cura de esta última parroquia reclamó porque no estaba incluida en el trato.
Los Estudiantes se hace con el proyecto que Joaquín Castilla había ideado para la Macarena y que ésta había rechazado.
La talla ha pasado por diferentes intervenciones. Una primera en 1944 por José Rivera García; de nuevo por este mismo artista en 1951 cuando le repone las pestañas con pelo de malta. En 1981 Rircardo Comas le coloca de nuevo un juego de pestañas y lágrimas. En 1985, Luis Álvarez Duarte le reconstruye el ojo derecho, le coloca pestañas nuevas, le quita unos repintes existentes en la parte del nacimiento del pelo y frente, realiza un nuevo candelero y retoca el busto. Hay una circunstancia curiosa: la Virgen de la Angustia no siempre tuvo lágrimas. Las presentaba o no según modas. En cada intervención se retiraban o se ponían y de ahí que haya diferentes fotografías con o sin lágrimas. Es Luis Álvarez Duarte quien en 1986 se las añade definitivamente en una penúltima intervención. En 2013, el profesor Arquillo realiza una limpieza integral de la imagen, consolida su estructura sustituyéndole el candelero. Esta fue una de las restauraciones más importantes que ha experimentado la imagen: “hasta entonces hubo un grupo de hermanos que recupera el debate sobre si habría que eliminar o no las lágrimas del rostro de la Virgen de la Angustia”, recuerda el hermano mayor. Se le hicieron pruebas de pigmentación y no había detalle alguno sobre la autoría. Pero “se le puede considerar prima hermana de la Espe-
ranza trinitaria o de las Marías del Santo Entierro, que sí están documentadas”, mantiene Jesús Resa. La Virgen de la Angustia está catalogada dentro de las obras ejecutadas por el artista de Archidona por el profesor José Roda Peña.
Copia en silicona
No es la única reproducción que existe de una dolorosa sevillana, aunque sí una de las pocas con las que se ha usado esta técnica. La Virgen de la Angustia cuenta con una copia exacta hecha en silicona que se guarda en una caja fuerte de la hermandad. “Al fin y al cabo son obras de madera y hay que salvaguardarlas”, argumenta Resa. La reproducción la hacen dos profesores de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. Los miembros de junta responsables no pasan un buen rato durante el proceso de reproducción. Rezan todo lo que saben para que todo salga bien “y para que no nos tuviéramos que ir a vivir a Bulgaria”, recuerdan ahora ya con cierta sonrisa en los labios. Quienes han tenido la suerte de verla dicen que es muy hermosa y que es como si la Virgen de la Angustia estuviera hecha en mármol blanco.
El palio del milagro
En sus inicios esta hermandad contaba con un ajuar pobre pero con claras ambiciones. Los Estudiantes se hizo con el proyecto que Joaquín Castilla había ideado para la Macarena pero que esta hermandad de la Madrugá había rechazado. Con alguna modificación, los trabajos se inician en 1943 y concluyen hace un par de años. Era un diseño además de elegante y único entre el bordado sevillano... complicado. “No era difícil asistir a auténticas peleas entre doña Esperanza Elena Caro y Castilla... El diseñador era muy meticuloso y exigente en la rigurosidad de los bordados. La bordadora quería aliviarse un poco en el trabajo” recuerda Resa. Nada que no se saldara con alguna voz más alta que otra y un portazo. En la década de los 40 hacía falta de todo pero “hay familias que se implican. Hacen préstamos importantes para poder hacer el paso con dinero que posteriormente la hermandad reintegra”.
Pasan los años y ya en este siglo la ejecución del manto fue otro cantar por mediación y obra de la Virgen y de un hermano de la corporación. En un cabildo general, los hermanos de Los Estudiantes aprueban el proyecto artístico de ejecu- ción pero no el económico. No querían cuotas extraordinarias y todo apuntaba a que de nuevo quedaría en dique seco. No pasan más de dos o tres días cuando un señor se presenta en la casa hermandad con un cheque en el que se leía la cantidad de 12 millones de las antiguas pesetas. Su nombre, Bernardo Martín, un empresario malagueño de la calle San Gregorio que cada Martes Santo ve pasar por su casa a la Virgen y quiere así agradecérselo: “nos dijo que lo pagaba entero. Aquello fue un milagro. La Virgen quería un manto y ella hizo para tenerlo por mediación de este hombre”, recuerda emocionado Antonio Gutiérrez de la Peña. La primera puntada se da en 2001 y con un coste de 60 millones de pesetas. Los miembros de la junta de gobierno efectúan como unas cien visitas al taller de Santa Bárbara durante los cuatro años de ejecución. Entre ellos, Manuel Palomino a quien le toca lidiar con la difícil tarea de colocarlo por primera vez sobre la Dolorosa de Astorga. Ahora, por cierto, la hermandad ha creído que es momento de buscar un nuevo vestidor para la Virgen de la Angustia siempre bajo la atenta mirada de este hombre que la tuvo entre sus manos durante muchos años.