Diez leyendas de nuestra Pasión
Diez muestras de tradición oral que han conformado la idiosincrasia del capillita.
Nuestra Semana Santa está forjada a través de la tradición y la costumbre. La transmisión oral y en ocasiones el buen humor de la tierra sirvieron para originar y recrear las leyendas más conocidas en torno a esta fiesta de primavera. Algunas de ellas son hasta ciertas; el paso del tiempo se encargó de desmentir o poner en su sitio estos relatos. Un hecho real es que siempre sirvieron para atraer a nuestros pequeños e iniciarlos en el mundo de las cofradías.
1.- Quién osó levantar la mano a la Esperanza.
Muchas historias se han forjado en torno a una de las imágenes marianas de mayor devoción de Sevilla. Que si la Macarena fue intercambiada por un reloj; que si nunca debería volver a San Basilio o la perderíamos para siempre...
Una de las más llamativas es la del vaso de vino arrojado a la cara de la imagen. Una fabulación popular que vendría a explicar la razón del oscurecimiento que la dolorosa presenta en la encarnadura de su mejilla izquierda.
Las abuelas contaban a sus nietos en los corrales de San Gil que su responsable fue un joven ebrio y exaltado. Cuando en la mañana de un Viernes Santo la hermandad volvía a templo, éste se puso delante de la Esperanza profiriendo todo tipo de piropos a la Madre de Dios. Nublado por el momento, lanzó un vaso de vino que llevaba en la mano al rostro de la Virgen provocándole la mancha que durante años aparentaba en su rostro. Fue detenido y posteriomente conmutada su pena a salir de penitente tras el paso cada Madrugada.
Nada más que leyenda. Así se encargó de atestiguarlo el profesor Arquillo. Tras una restauración practicada en 1977, constata que no es más que una torcedura de óleo de una antigua restauración y que desde aquel entonces quedó matizada.