Bodas de platino de un altar por las calles del Jueves Santo
El paso que preside el Señor de Pasión cumple setenta y cinco años desde que se ejecutara en el taller del insigne orfebre Cayetano González. Es sin lugar a dudas una de las referencias artísticas de la Semana Santa de Sevilla y por singularidad e iconografía un altar por las calles de Sevilla cada Jueves Santo cuando porta a la venerada imagen que realizada el maestro Juan Martínez Montañés.
Este paso está expuesto durante todo el año en la Iglesia Colegial del Divino Salvador e incluso sirvió durante
José Luis Cabellos, hermano mayor de Pasión, considera que la ejecución de este paso fue toda una “revolución” para su época.
años para portar a Jesús Sacramentado en la procesión de carácter eucarístico que organizaba su hermandad por las calles del centro de la ciudad de Sevilla. Se estrenó en fases. En el año 1943 fue el canasto y hubo dudas sobre el artista e incluso sobre su ejecución en tiempo y materiales, aunque una vez concluido, Pasión, nombró a Cayetano González con el título de Hermano Honorario.
José Luis Cabello, hermano mayor de Pasión, considera que la ejecución de este paso fue toda una “revolución” para su época: “Su realización, en principio, fue una “revolución” en la estética imperante. Hay que reconocerle, a quienes hace más de setenta y cinco años tomaron la decisión de encargar en firme ese paso, un valor enorme para casi transgredir lo que en ese momento parecía más ortodoxo. Aun así, la plata para el paso del Señor tam-
El paso fue una obra colectiva de toda la hermandad.
poco era una novedad absoluta; ya antes había procesionado en otro de carey y plata, perdido en la invasión francesa”. Añadió sobre su conjunto: “Al Señor de Pasión cualquier complemento le sienta bien porque, para quien lo contempla, no deja de ser más que eso, un complemento, por excepcional que sea en sí mismo. El paso de plata es, en definitiva, un retablo móvil y al Señor de Pasión estamos acostumbrados a verlo, en la capilla sacramental del Salvador, en un retablo de plata. Como obra artística es desde mi modesto punto de vista, soberbia”.
Manuel Álvarez Casado, archivero de la hermandad de Pasión y erudito en esta materia habla sobre los impulsores de este magno proyecto: “El paso fue una obra colectiva de toda la hermandad ya que fueron muchos hermanos los que avalaron los créditos que se pidieron para afrontarla y otros muchos los que aportaron fondos para su construcción. Incluso Angelita de Dios, la antigua capiller de la hermandad, donó un pequeño premio que le tocó en la lotería. Sin embargo, sí es cierto que habría sido muy difícil realizarlo sin el concurso de dos personas, que resultaron determinantes: quien fuera hermano mayor, Paulino de Leyva, que su- fragó el costo de la plata y Miguel Bermudo Barrera, entonces mayordomo, que fue clave en el día a día de su realización”. El propio autor tuvo problemas en la ejecución de este paso para el Señor de Pasión, algo que constata Álvarez Casado incidiendo que pudo terminar las andas otro orfebre: “Cayetano González era un genio. Y como
genio que era, tenía sus particularidades. Modificaba continuamente el diseño para mejorarlo, lo que iba encareciendo la obra y, al mismo tiempo, hacía que no se cumpliesen los plazos que se habían contemplado para finalizar el paso. Incluso se pensó en terminar las andas por otro orfebre dadas las dificultades que ofrecía Cayetano para calcular con anterioridad la plata, el dibujo, el precio o el tiempo de lo que quedaba por ejecutar. Pero, como dijeron Alfonso Grosso o Hernández Díaz, se podía malograr lo realizado si lo hacía otro orfebre, que sin duda fracasaría en el intento. No obstante, cuando el paso se terminó completamente en 1949, la hermandad estaba tan satisfecha de la obra que lo nombró hermano honorario de Pasión. Él decía que su mejor título era precisamente ese, ser hermano de Pasión”.
Su iconografía y capillas
Álvarez Casado evalúa la iconografía del paso de una forma muy singular, rica y variada: “Es un triple canto a las devociones que observa el culto de la hermandad: el Eucarístico, a la Pasión del Señor y a la Virgen María, sin olvidar a la ciudad donde nos encontramos. En el canasto figuran relieves de la Flagelación, el Calvario, la Calle de la Amargura y el Santo Entierro, acompañados de San Isidoro y San Leandro y San Fernando y San Hermenegildo, mientras que en las esquinas figuran los arcángeles Rafael, Miguel y Gabriel junto al Ángel de la Guarda. Ya en los respiraderos destacan los relieves que muestran el escudo de la ciudad en su frontal, a su patrona la Virgen de los Reyes y las Santas Justa y Rufina en los laterales, así como el escudo de la archicofradía en la trasera del paso”. En cuanto a sus capillas ofrece una serie de representaciones pasionistas, marianas, históricas y teologales que las hacen ser todo un compendio realmente exquisito, así lo asevera Álvarez Casado: “La frontal muestra el triunfo de la Eucaristía, coronándolo una pequeña imagen de la Inmaculada. El viril que figura en esta capilla el Jueves Santo es de oro con una reliquia de Tierra Santa y se realizó con ocho monedas de cien reales de época de Isabel II que donó un hermano. Las laterales presentan las escenas de la Exaltación de la cruz y de la Transfiguración del Señor. En la posterior se rinde homenaje a la Virgen de la Merced, advocación de nuestra titular, que como Madre de Misericordia protege bajo su manto a un rey cristiano, a un moro cautivo y a dos frailes, uno mercedario y otro dominico. Estas capillas se rematan con tres efigies que representan a las virtudes teologales”.
Plata, marfil, madera dorada, policromía…
Más de doscientos kilos de plata, madera dorada y policromada y marfil en esta obra maestra de la orfebrería cofrade, pero hubo también algunas dudas en su ejecución, según comenta Manuel Álvarez Casado: “Hubo un momento en el que se pensó en hacer bordados los respiraderos, si bien al final también se ejecutaron en plata”.
En su concepto original estuvo pensado con la figura del Simón de Cirene, que en ese periodo acompañaba al Señor de Pasión, aunque en la actualidad eso no ocurra. Contrariamente a lo que se pueda pensar, Cayetano González sentía más estima por los varales del paso de palio de la Virgen de la Merced, según afirma Álvarez Casado: “La obra por la que Cayetano sentía más estima eran los varales del palio de la Virgen de la Merced, pero sin duda el paso del Señor de Pasión es una pieza artística ejecutada en un momento tan extraordinario, que pienso que sería casi imposible repetir. Es una de los símbolos de nuestra Semana Santa y creo que el orfebre respondió perfectamente a lo que le demandó la hermandad al inicio de ejecutar las andas: “…que fueran muy ricas, muy originales y muy artísticas, para que armonizaran con nuestra prodigiosa imagen, Jesús de la Pasión”. En definitiva, para que fuera el complemento perfecto para el Señor de Pasión”.