Justino Matute
Historiador de la Semana Santa y cofradías penitenciales trianeras, se cumple el 200º aniversario de la publicación de su libro «Aparato para escribir la historia de Triana» (1818-2018).
Una de las calles de Triana recibe el nombre de Justino Matute desde el año 1859, en homenaje al gran periodista e historiador que escribió uno de los primeros monográficos centrados en el barrio, su parroquia de Santa Ana, las ermitas, iglesias, hospitales y hermandades penitenciales radicadas desde siglos pasados en el arrabal trianero. Su libro, titulado «Aparato para escribir la historia de Triana y de su iglesia parroquial», lo publicó en 1818, hace 200 años, gracias al mecenazgo de un anónimo «amante de la Historia de Sevilla» y la imprenta de don Manuel Carrera y compañía.
En las primeras líneas introductorias, el autor expresa que comenzó a escribirlo cuando volvió a Sevilla, después de haber estado encarcelado unos años por colaborar con los franceses los años de la invasión. Aunque se propuso historiar principalmente la parroquia de Santa Ana, así como las respectivas iglesias y centros piadosos existentes entonces en el barrio de Triana, hemos extractado todas las noticias que proporciona sobre las cofradías penitenciales, que no son pocas.
Todavía en aquellas décadas iniciales del siglo XIX, hacían «estación todas las cofradías de penitencia, que salen de su collación», a la parroquia de Santa Ana, según manifiesta el propio don Justino. En Semana Santa, las procesiones no cruzarán el puente para llegar a la Catedral hasta unas décadas después, por lo que los cortejos que conoció nuestro historiador sólo recorrían las calles trianeras. Además, un buen número de las hermandades recogidas en su «Aparato», se encontraban ya desaparecidas. Otras, tampoco han llegado a nuestros días después de haberlas conocido él. De las que nacieron en Triana, sólo han pervivido la Estrella, Cristo de las Aguas, Esperanza de Triana, los Gitanos, el Cachorro y la O.
La Estrella
Cuenta Matute que don Diego de Granados y Mosquera fundó en la ermita hospital de Nuestra Señora de la Candelaria, una cofradía con la advocación del Santo Cristo de las Penas, Triunfo de la Santa Cruz y Amparo de María Santísima, que poseía una capilla propia, edificada a