¿Crisis? ¿Qué crisis?
Desde que el hombre adquirió uso de razón y de ello comenzó a dejar constancia por escrito, no ha hecho otra cosa que quejarse de cómo todo a su alrededor ha ido degenerando. Lo ha hecho en todas las épocas, en todos los idiomas, en todas las culturas. Nada importaba que el avanzar de las ciencias y el progreso social resultaran obvios, cualquier tiempo pasado había sido siempre mejor. Lo dijo el griego Hesíodo, lo dijo Jorge Manrique en las Copas a la muerte de su padre y lo dijo también Cervantes, que se quejó amargamente de la época en la que le tocó vivir; una época a la que, quienes llegaron después, llamaron ‘Siglo de Oro’, por considerarla infinitamente mejor que la suya.
Esta dinámica del permanente lamento humano por lo bueno que se fue y lo malo que llegó, por cómo todo se va estropeando de manera exponencial, a ojos vista y sin remedio, prosigue en cierto modo en nuestros días. Hay, no obstante, un sencillo ejercicio que pone a tan agorero pensamiento en un serio entredicho. Verán. Se trata de hacer memoria y pensar en algún momento anterior de la historia en el que, en términos generales, se haya vivido mejor que ahora. Es cierto que el mundo que nos ha tocado es problemático, está expuesto a serias amenazas y donde no faltan muchos y graves problemas, pero ¿qué mundo anterior fue, en términos generales, mejor que éste? ¿En qué época ha podido vivir el hombre, insisto, en términos generales, mejor que ahora? A mí desde luego no se me ocurre ninguna. Así que lo mismo eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor a lo mejor no es tan cierto. A mí al menos no me lo parece.
Esta paradoja se aprecia también en el mundo de las cofradías sevillanas, donde igualmente se oye hablar de degeneración, crisis, decadencia, pérdida de papeles, descenso alarmante de nivel, desconcierto absoluto, de un sinfín, en fin, de síntomas letales que advierten de un colapso inminente, si es que el colapso no ha llegado ya. Ante este discurso, les invito a repetir el mismo ejercicio, pero aplicado a la Semana Santa
“Se oye hablar de degeneración, crisis, decadencia, pérdida de papeles, descenso alarmante de nivel, desconcierto absoluto, de síntomas letales que advierten de un colapso inminente”.
hispalense, esa que tiene tantos problemas, esa que está en decadencia, esa que está a punto de echarse a perder para siempre. ¿Cuándo ha estado mejor que ahora? La gente se queja de que hay muchos nazarenos, muchos músicos, muchos costaleros, muchas cofradías, mucha gente en la calle viendo todo eso, muchas sillas en la carrera oficial y muchas sillitas fuera de ella. Y es cierto. Nunca antes como ahora ha habido tanto cada una de esas cosas, pero ¿qué quieren? ¿Que haya que volver a pagar a la gente para