ABC - Pasión de Sevilla

El Crucificad­o gótico de la Sangre

Parroquia de San Isidoro. Cargado de leyendas medievales, el Crucificad­o de los Maestres mantiene el recuerdo de la Pasión con estética gótica.

- Por Manuel Jesús Roldán.

Aunque pueda parecer lo contrario, Sevilla no fue siempre barroca. Hubo un antes. Un origen. Una génesis tan auténtica como el Renacimien­to posterior o el Barroco que se asentó para quedarse y hasta reinventar­se. Durante siglos, desde el momento de la conquista cristiana, la estética de la ciudad siguió los preceptos del Gótico, un estilo internacio­nal de orígenes franceses que llegó a la ciudad con los nuevos habitantes castellano­s. En las Cantigas de Alfonso X el Sabio se pueden contemplar las nuevas formas artísticas que traían los nuevos cristianos, las imágenes de la Virgen como trono del Niño o los Crucificad­os de tensión extremadam­ente realista que permitían meditar sobre la Pasión de Cristo. Fueron las primeras grandes devociones de la nueva ciudad cristiana, las vírgenes llamadas fernandina­s, las pinturas murales con tema mariano que recubriero­n los muros de las antiguas mezquitas o los Crucificad­os de pelo natural y cuerpos retorcidos sobre una cruz arbórea. Así lo fue el milagroso Cristo de San Agustín, desgraciad­amente desapareci­do en el incendio intenciona­do de la parroquia de San Roque. Una estética, olvidada por las superposic­iones renacentis­tas y góticas, que tiene un ejemplar excepciona­l en la parroquia de San Isidoro: el Crucificad­o de la Sangre o de los Maestres. Milagroso y devoto, como correspond­e a su carga de siglos, su importanci­a ya fue citada por el abad Alonso Sánchez Gordillo, que lo incluyó tras el Cristo de San Agustín en las Religiosas Estaciones que frecuenta la religiosid­ad sevillana:

“En segundo lugar se tiene en mucha reverencia la imagen de Jesucristo Nuestro Señor puesto en la Cruz que está en la parroquia de San Isidoro, que es iglesia secular, dio ocasión a esta estimación lo que sucedió en el año de 1354, martes 13 de abril, que era tercer día de la Pascua Florida, a la tercera hora, estándose cantando vísperas en la Iglesia, habiendo sido robada aquel día la judería, cuyo serrallo era cerca de la dicha iglesia (donde es ahora el convento de la madre de Dios, y fueron muertos mil doscientos judíos quitándole­s mucha hacienda, de las llagas y la heridas de los brazos de la Santísima Imagen salió copia de sangre que causó admiración y sentimient­o y variedad de juicios sobre ello; y desde aquel día creció la veneración y respeto a la Santa Imagen…” El cronista hace alusión a un suceso milagroso ocurrido en el año 1354, año del primer pogromo sevillana, el primera asalto al barrio de los judíos sevillanos, una terrible incursión que costó centenares de muertos entre los judíos sevillanos tras extenderse una malévola acusación de haber profanado una hostia consagrada. Una acción generaliza­da en buena parte de Europa, donde los estragos de la epidemia de Peste

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