TERAPIA CELULAR COMO ESPERANZA
Aunque la presencia de manchas blancas en la piel tiene una nula repercusión sobre la salud del paciente, y únicamente obliga a descartar otras enfermedades inmunológicas asociadas y a evitar una quemadura solar local, su repercusión psicológica es elevada en quienes las padecen. Sin duda, la cara, la piel, es el espejo del alma, y suele ser en la región facial y en las manos, áreas visibles de contacto social, donde con mayor frecuencia se manifiesta la enfermedad. En pacientes con fototipos (tono de la piel) I y II, de piel y ojos claros, las manchas de vitíligo pueden ser imperceptibles, especialmente en invierno, mientras que en pieles oscuras (fototipos III y IV) y aquellas de raza negra, el contraste siempre es muy llamativo.
En los pacientes con vitíligo el sol es un arma de doble filo, ya que por una parte es necesario y eficaz para multiplicar el número de melanocitos y producir más melanina, favoreciendo la repigmentación, y, por otra, al pigmentar la piel sana acentúa más el contraste con las manchas blancas y también puede hacer que estas se quemen. Se trata de conseguir un equilibrio de exposición solar y fotoprotección. Una fotoprotección excesiva impedirá la activación de los melanocitos, mientras que su ausencia puede favorecer la quemadura.
Repigmentar la piel es difícil y la respuesta a los tratamientos muy variable, sobre todo cuando la enfermedad está activa. Por el contrario, despigmentar es sencillo y, con paciencia y tiempo, es posible hacerlo siempre, aunque sea una opción que no tiene marcha atrás. Sin duda, la esperanza de muchos pacientes con vitíligo crónico y estable está en la terapia celular. Obtener melanocitos propios a partir de una pequeña biopsia de piel, expandirlos en el laboratorio e implantarlos sobre las manchas tiene un rendimiento superior a otros tratamientos.