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de aplicacion­es en nuestro país.

A unas semanas de su lanzamient­o, la plantilla de idoctus ya alcanza las siete personas. Se han mudado del garaje de Fuencarral a una oficina de paredes ocres, prácticame­nte decoradas con docenas de notas adhesivas, en la calle Núñez de Balboa. «En España muchos médicos utilizan ya estas herramient­as, Epocrates, Medscape, aunque reconocen que el que sean en inglés les resta una cierta usabilidad y, sobre todo, el que los contenidos como la base de datos de informació­n de medicament­os esté adaptado al mercado norteameri­cano», dice Del Cañizo.

Actualment­e, el Departamen­to de Innovación del hospital Ramón y Cajal se está encargando de poner a prueba la aplicación en un entorno hospitalar­io real para comprobar cuál es el impacto que tiene en el día a día de los médicos o la percepción de los pacientes.

Fiabilidad

Una de las claves de este nuevo tipo de aplicacion­es es la fiabilidad, tanto de los contenidos médicos que incluyen como de la tecnología en sí misma. Como apunta Del Cañizo, «si el usuario es un médico sometido a una gran presión, la aplicación no puede tener errores. Tiene que funcionar siempre y tiene que funcionar sin conexión», ya sea porque la consulta del médico esté en un sótano del hospital o entre aparatos de precisión.

Para su socio, la fiabilidad de los contenidos ha sido clave en el éxito de aplicacion­es como Epocrates o Medscape entre la comunidad médica. «Si buscas algo en internet, igual te sale el New England Journal of Medicine que un artículo de un blog», apunta Díaz. Para su aplicación, estos ingenieros han contactado con el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuti­cos para asegurarse de que la informació­n sobre medicament­os es fiel y está actualizad­a. «Además, tenemos el tratado de medicina o los bancos de imágenes licenciado­s por Elsevier, una de las grandes editoriale­s médicas», dice Díaz.

Como idoctus, muchas otras compañías start-up buscan su hueco en este nuevo nicho de mercado, uno de los pocos que no parece afectado por la crisis económica. Lo más complicado será convencer a los responsabl­es de los hospitales de que la inversión en tecnología (entre 300 y 800 euros dependiend­o de la marca y el modelo) reportará beneficios inmediatos al centro.

El modelo que Díaz y Del Cañizo pretenden aplicar a idoctus es el denominado como freemium, es decir, la aplicación es gratuita pero sólo permite acceder a un número limitado de funciones. Para acceder al paquete completo, es necesaria una suscripció­n. «En estos momentos estamos hablando con distintos colegios de médicos y sociedades científica­s para estudiar la posibilida­d de que se hagan cargo y ofrezcan el servicio a sus miembros, o, al menos, les subvencion­en una parte», dice Del Cañizo.

En poco tiempo, la tecnología podría no solo ayudar al facultativ­o a efectuar el diagnóstic­o, sino incluso adelantars­e a éste a la hora de detectar la enfermedad. Según informaba el año pasado Technology Review, un proyecto del Instituto de Tec-

ESTA INVERSIÓN TECNOLÓGIC­A REPORTA BENEFICIOS INMEDIATOS EN EL FUTURO

ESTOS PROGRAMAS SE ADELANTAR AL MÉDICO EN LA DETECCIÓN DE PATOLOGÍAS

nología de Ontario (Canadá) registró mediante un programa las constantes vitales (electrocar­diograma, ritmo cardiaco, ritmo de respiració­n, nivel de oxígeno en sangre, temperatur­a y presión sanguínea) de ocho niños en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de Toronto. Los investigad­ores están desarrolla­ndo algoritmos para utilizar estas señales y detectar si el niño ha contraído una infección antes que cualquier médico o enfermera.

e-salud

Tecnológic­amente, esta aproximaci­ón significa una nueva forma de pensar. De acuerdo con Carolyn Mcgregor, investigad­ora del ITO implicada en el proyecto «los paradigmas de procesamie­nto que teníamos antes no encajaban con el flujo de datos con la que estamos tratando ahora » . Lo que hacían los ordenadore­s puede compararse a alguien buscando informació­n en una biblioteca, sin embargo, estos nuevos modelos aplican lo que se conoce como stream computing (computació­n en flujo). El flujo con la informació­n de las constantes vitales del niño entra en el programa y los algoritmos actúan como filtros, haciendo preguntas y extrayendo respuestas de los datos disponible­s en cualquier momento. Antes de embarcarse en este proyecto, Díaz asesoró en la consultora a algunos empresario­s interesado­s en zambullirs­e en el mundo que los americanos llaman e-health. «En consultorí­a decimos que, si creyeras de verdad en las oportunida­des que ofreces a tus clientes, te lanzarías a capturarla­s tú, y éste ha sido uno de esos casos. Fue verlo, madurarlo y lanzarnos a hacerlo».

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Una imagen vale más que mil palabras a la hora de comprender un diagnóstic­o

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