MUCHO MÁS QUE FÁRMACOS
L a enfermedad de párkinson es uno de los trastornos neurodegenerativos más frecuentes. Se estima que en España hay unos 150.000 afectados. Salvo en una minoría de casos en que se ha confirmado un origen genético la mayoría son esporádicos, sin que se conozca la causa. La edad media de inicio de los síntomas ronda los 60 años, aunque hay formas de presentación más precoz, incluso juveniles. El diagnóstico de la EP se lleva a cabo sobre bases puramente clínicas, esto es, los síntomas referidos por el paciente y los hallazgos de la exploración neurológica. Los estudios complementarios quedan reservados para excluir otras causas de parkinsonismo. Los síntomas cardinales son la lentitud de los movimientos, la rigidez muscular y el temblor. Esta triada sintomática se traduce en una expresividad facial disminuida, un lenguaje monocorde, un caminar encorvado, sin braceo, con temblor en una o ambas manos, con pasos cortos y eventual arrastre de los pies. En fases avanzadas aparecen bloqueos de la marcha, en los que el paciente se siente literalmente «imantado» al suelo, y caídas secundarias a inestabilidad postural.
Fedesparkinson, entidad que agrupa a la mayoría de asociaciones de pacientes en España, ha lanzado la campaña «¿Te imaginas la vida con párkinson?» con la que pretende aumentar la concienciación sobre esta enfermedad haciendo visibles los problemas que afectan al paciente en su día a día y que van desde las dificultades para vestirse o asearse hasta salir o cruzar una calle sin ayuda, pasando por los problemas para manejar utensilios tan simples como una llave o los cubiertos. Todo ello hace que el abordaje del paciente parkinsoniano no pueda limitarse a la mera prescripción de fármacos sino que debe ser multidisciplinar (neurólogo, logopeda, fisioterapeuta, psicólogo, trabajador social) si de verdad pretendemos mejorar la calidad de vida de estos pacientes.