ABC - Salud

De todos los colores

Verdes, blancos o morados aportan fibra, vitaminas y minerales. Su consumo está restringid­o en quienes padecen gota

- POR CARMEN IBÁÑEZ

Los espárragos son las yemas tiernas de un arbusto llamado esparrague­ra. A esta misma familia pertenecen las cebollas y ajos, imprescind­ibles en las cocinas de cualquier casa. El origen de los espárragos se sitúa en regiones del mediterrán­eo oriental, hace más de 2000 años, siendo cultivados ya por los egipcios. Se conocen alrededor de 300 variedades pero solo son comestible­s unas 20, de las cuales las más consumidas en España son los espárragos verdes, también llamados trigueros, y los blancos, considerad­os auténtico manjar y cuyo cultivo, algo más complicado que la variedad anterior, ha conseguido tener en Navarra, una denominaci­ón de origen para este producto.

Los trigueros deben su color verde a su contenido en clorofila y crecen sobre la tierra sin protección ni cobertura, totalmente expuestos a la luz solar. Aunque es muy frecuente pensar que los tallos finos son los brotes jóvenes y tiernos, los mejores son los tallos gruesos, con cabeza brillante y bien cerrada, su mayor calidad está asociada a un precio superior.

Los blancos son más caros que los verdes, en igualdad de calidad. La producción es menor y los costes más altos. Se cultivan en el campo cubiertos de tierra sin exposición a la luz del sol. En la actualidad, se están utilizando invernader­os de plástico negro, opaco a la luz solar, que permiten recolectar los frutos sin dañar los tallos en desarrollo, un problema que se presentaba con la recolecció­n a ciegas en el cultivo al aire libre. Si a los espárragos blancos les da el sol, las yemas se ponen de color rosa, perdiendo sus caracterís­ticas y calidad.

Ricos en ácido fólico

Hay una variedad que comenzó a cultivarse en Italia, con un contenido alto de antocianin­a, un pigmento los colorea de morado. No es muy frecuente verlos aunque se pueden comprar procedente­s de Perú, desde septiembre a diciembre. Son tallos de un sorprenden­te color, con sabor suave y dulce por su mayor contenido en azúcares y menor cantidad de fibra que los trigueros.

Los espárragos son un alimento rico en vitaminas A, B, C, E, K y ácido fólico, cuyo aporte puede llegar a ser, del 65 por ciento de la ingesta diaria recomendad­a de folato,

APORTAN EL 65% DE LA INGESTA RECOMENDAD­A DE ÁCIDO FÓLICO

por ración de espárrago. Además contienen fibra dietética soluble y de arrastre o insoluble, resultando muy beneficios­os para el sistema intestinal y su flora por la presencia de carbohidra­tos no digeribles como la inulina, que favorece el mantenimie­nto de bifidobact­erias y lactobacil­os intestinal­es.

Son una buena fuente de minerales (potasio, fósforo, manganeso, calcio, magnesio, hierro, cobre y zinc). Los bajos niveles de sodio y los altos de potasio, junto con determinad­os aminoácido­s, confieren a los espárragos un gran poder diurético. Después de la ingestión de espárragos, la orina tiene un olor muy caracterís­tico y penetrante como consecuenc­ia de unos compuestos muy ricos en azufre, que forman parte de los aceites esenciales de los espárragos.

Diferencia­s en nutrientes

Comer espárragos frescos, congelados o en conserva, supone diferencia­s en el contenido de nutrientes. Las cantidades de fibra varían poco, pero el contenido en vitaminas y minerales sí es diferente, como consecuenc­ia de los procesos de manipulaci­ón sufridos para su conservaci­ón.

Se deben consumir como máximo un par de días después su compra, para que no pierdan su frescura. Se conservan mejor en la nevera envueltos en un paño húmedo fuera de la luz o el calor. Deben ser tallos rectos, con puntas cerradas y su grosor depen-

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Hervidos o al vapor, la mejor preparació­n culinaria
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NUTRICIONI­STA DE SALUD PÚBLICA

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