Diabetes
La ciencia busca una «bala mágica» en forma de pastilla que consiga el mismo efecto que la cirugía de reducción de estómago: adiós a la diabetes y a los kilos de más
«Muchos órganos están implicados en la
diabetes: páncreas, cerebro, hígado, músculo y tejido adiposo»
Tenemos muy asumido que hay dos tipos de diabetes. Por un lado la juvenil, o tipo 1, de inicio temprano y origen autoinmune, y por otro, la la diabetes tipo 2, que suele aparecer en adultos, aunque cada vez hay más casos en niños y adolescentes, y está asociada a hábitos incorrectostos de alimentación y al seden-tarismo. Pues esta sencilla clasificación está cambiando. De hecho, la diabetes tipo 2 más que una única patología es en realidad un conjunto de distintos enfermedades, un cambio de en-foque parecido al que tuvo lu-ugar hace unos años en oncología,ogía, y que, como en el cáncer, afectaráctará tamtambién al tratamiento de esta patología metabólica, como explica Matthias Tschöp, director del Instituto Helmholtz para la Diabetes y Obesidad de Munich (Alemania).
Tschöp participó en una jornada organizada por la Fundación Ramón Areces en colaboración con grupo editor de «Nature » dedicada a las últimas investigaciones en diabetes Mellitus tipo 2, una patología que afecta ya a una de cada cuatro personas mayores de 20 años.
«Todos los desajustes que constituyen la diabetes tipo 2 al final producen lo mismo: altos niveles de glucosa en sangre y pérdida de efectividad de la insulina, que a su vez puede hacer que el cerebro pierda el control sobre el metabolismo. Pero la causa primera varía: en algunas personas puede ser una disminución de insulina, en otras que el hígado deja de responder a esta hormona, o que llas neuronas encargadas de controlar el metabolismo energético dejen de desempeñar su función. Además de empezar en diferentes puntos puede dispararse en respuesta a diferentes factores ambientales. Para algunos puede ser el sedentarismo, para otros tomar demasiado azúcar, los hay que tendrán genes defectuosos de sus padres y no pueden hacer nada para evitar la obesidad ni la diabetes, igual que los que carecen de leptina», aclara este experto.
La cirugía bariátrica que reduce el tamaño del estómago para combatir la obesidad mórbida ha aportado una buena pista para la curación de esta patología, en lugar de tratar los síntomas como ahora. Se ha vis-
to que después de esta intervención, algunos pacientes logran normalizar sus niveles de glucosa en sangre y pueden olvidarse de la medicación y la insulina, incluso antes de conseguir la pérdida de peso.
El equipo de Tschöp, se fijó en las hormonas que intervienen en este proceso, con la idea de reunirlas en un único fármaco que actúe a la vez en diferentes rutas metabólicas, y lograr así una especie de «bala mágica» que ponga el punto y final a la diabetes. Candidatos importantes son el GLP-1 (péptido similar al glucagón), que ya se utiliza en el tratamiento de la diabetes, y el péptido inhibidor gástrico (GIP), dos hormonas del tracto digestivo que controlan la ingesta y otros procesos metabólicos. La combinación hormonal actuaría sobre los centros del cerebro implicados en la ingesta, potenciando el efecto terapéutico.
Tratamiento a medida
Pero esa posible bala mágica no basta, porque habrá de diseñarse en ocasiones a medida, dependiendo de factores como la genética, el sexo o incluso la raza del paciente, que implican variaciones en el desarrollo de la diabetes tipo 2. «Necesitamos definir mejor cómo se pueden identificar los distintos grupos de pacientes para desarrollar fármacos adecuados a cada uno. Algunos pueden ser resistentes a GLP-1 pero pueden responder al a metformina. Otros pueden
beneficiarse de medicamentos que actúan sobre el hígado», señala Tschöp, que pone como modelo el tratamiento del cáncer, «vanguardia de la medicina personalizada, en función de las mutaciones de cada paciente. Pero en la diabetes aún no las conocemos y es más difícil actuar».
Las terapias de combinación adaptadas al perfil de cada paciente serán el futuro del tratamiento. Algo que ya es una realidad, pero basándose en el método de «ensayo y error » , precisamente por esa carencia de datos genéticos. La doctora Sonia Gaztambide, presidenta de la Sociedad Española de Diabetes y jefa del servicio de Endocrinología de del hospital universitario Cruces, señala que también los fármacos disponibles actúa de forma diferente: en la secreción insulina, o de las incretinas como el GLP-1, sobre el hígado o los órganos periféricos, como el músculo. Los más novedosos impiden que se reabsorba la glucosa que filtra el riñón.
Aunque, lo más importante, asegura, es «lograr un tratamiento precoz y óptimo desde el principio. Si en tres meses la hemoglobina glicosilada no está controlada, hay que intensificar la dosis o añadir otro fármaco, insulina, o una combinación de ambos. Los efectos son sumatorios».
Precisamente la participación de distintos órganos es uno de los retos a la hora de lograr un tratamiento definitivo de la diabetes, explica Tschöp: «No está implicado sólo el páncreas, con las células beta, el músculo o el cerebro. Pero en particular el cerebro tiene un importante papel en controlar y modular los procesos metabólicos. Por eso dirigirnos al cerebro como blanco terapéutico adicional puede potenciar la eficacia del tratamiento, porque es el centro que controla todo el proceso».
Engañar al cerebro
Todas las señales que desde el resto del cuerpo alcanzan el cerebro le indican cuánta energía está llegando sistema gastrointestinal, cuántos nutrientes hay, cuantos deben almacenarse en forma de grasa o cuánta glucosa hay en el hígado.
«Estos mensajes los transmiten las hormonas y si logramos ponerlas todas juntas en una única molécula podemos engañar al cerebro para que crea que el estómago está lleno y el tejido adiposo también, y no ne-
AVANCES
EN LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS EL ABORDAJE DE LA DIABETES HA CAMBIADO RADICALMENTE MÁS EFECTIVO «ES IMPORTANTE LOGRAR CUANTO ANTES EL TRATAMIENTO ÓPTIMO PARA CADA PACIENTE»
cesitamos más nutrientes. Así disminuiría el apetito y la necesidad de insulina», apunta Tschöp, que aclara que este «truco» «ya se ha utilizado antes, en la píldora anticonceptiva: engañando al cerebro para que crea que hay un embarazo y no es necesario ovular. Ahora podemos engañarle simulando un bypass gástrico sin necesidad de llevar a cabo la cirugía».
Los nuevos fármacos para tratar la diabetes Mellitus han experimentado avances muy importantes en los últimos cinco, pero «actúan sobre los síntomas y no van al origen de la diabetes. Pero los progresos hechos en las dos últimas décadas apuntan a que en una década, sí será posible desarrollar fármacos que logren curarla», explica el médico alemán.
Para la doctora Gaztambide, actuar a nivel del cerebro es algo aún lejano a día de hoy. Sin embargo, no descarta ninguna opción terapéutica: «Creo que todo es posible. Cuando era médico residente nos parecía que tratar con insulina y fármacos orales combinados era una locura. Y algunos fármacos hoy de uso común estaban proscritos entonces. En los últimos cinco años hemos asistido a un avance espectacular en
el tratamiento de la diabetes tipo 2», asegura.
Inflamación, otra pieza más
Para Marc Donath, jefe del Departamento de Diabetes del Hospital Universitario de Basilea (Suiza), la inflamación juega un papel esencial en el desarrollo de la diabetes y reducirla puede mejorar el control de la glucosa. «La mitad de los españoles tienen resistencia a la insulina, pero no todos van a desarrollar diabetes, ¿por qué?», se pregunta. La inflamación puede acabar con las células beta del páncreas.
La capacidad de antiinflamatorios como la aspirina para reducir los niveles de glucosa se conoce desde finales del siglo XIX, añade, pero no puede utilizarse como tratamiento a largo plazo para tratar una patología crónica como al diabetes por sus efectos secundarios. Pero hay otras alternativas para combatir la inflamación. Algunas personas con artritis reumatoide sometidas a terapia biológica tienen tambien un mejor control de la glucosa. Algunos de estos fármacos, ya aprobados, mejoran la secreción de insulina así como la sensibilidad a esta hormona, asegura.