ABC - Salud

«Nos tocó el “uno entre un millón”»

Hoy se conmemora el Día Internacio­nal del Niño con Cáncer. Alberto y Javier son dos «veteranos», dos supervivie­ntes que lograron burlar la enfermedad después de librar una dura batalla en la niñez.

- MARTA DE ANDRÉS

Las palabras cáncer e infantil, jun-tas, son casi imposibles de pro-nunciar sin que se nos encoja ell alma. El impacto emocional quee provoca el diagnóstic­o de esta en-fermedad en el núcleo familiar ess brutal. El 23 por ciento de los niños y adolescent­es que las superan sufren posteriorm­ente síntomas propios de un trastorno de estrés postraumát­ico. En esta realidad tan compleja se mueve la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Madrid, Asion, que este año celebra su 25 aniversari­o como entidad de referencia en la Comunidad de Madrid.

A esta asociación pertenecen Carmen y Javier. Carmen es la madre de Alberto, un adolescent­e de 15 años que libra su batalla para superar un tumor cerebral que le diagnostic­aron con 4 años. Javier, un «veterano», supervivie­nte del cáncer, que dedica todo el tiempo que puede a ayudar a niños, adolescent­es y sus familias a mejorar la calidad de vida. Los dos cuentan su experienci­a desde perspectiv­as diferentes.

La lucha de Alberto

Alberto es un adolescent­e tímido, muy cariñoso y al que le encanta el baloncesto. Tiene 15 años y ha vivido mucho, tanto él como sus padres. Supieron que tenía cáncer cuando tenía cuatro años. «Le detectaron un tumor cerebral y, a partir de ese momento, pasamos de ser una familia feliz como otras, a comprobar que el ‘uno en un millón’ te ha tocado», describe Carmen. «Te quedas tan bloqueada que la sensación es como si bajaras por un tobogán enorme, con una pendiente tan grande y con tantas curvas que no puedes controlar los movimiento­s y necesitas parar para poder ordenar toda la informació­n que te están dando. Y te preguntas… ¿estoy realmente entendiend­o lo que me dicen? No, no puede ser que me digan que mi hijo esta tan mal cuando yo le miro y veo lo bonito que está», añade.

Los médicos les dijeron que las posibilida­des de curación eran escasas, y, en caso de que sucediera, el niño tendría secuelas importante­s. Y ahí empezó el calvario.

El resultado de la primera cirugía, en la que le pusieron una válvula, fueron dos años en una silla de ruedas. «Un resultado ‘ bastante bueno’ teniendo en cuenta que, antes de operarle nos decían que podía perder el habla, el oído e incluso la vista». La recuperaci­ón fue muy dura, Carmen lo recuerda como «un estado de angustia constante», en el que no sabían ni siquiera si podría volver a caminar.

DIAGNÓSTIC­O «¡TE QUEDAS

TA BLOQUEADO! NO PUEDES ORDENAR TODA

LA INFORMACIÓ­N QUE TE ESTÁN DANDO EN ESE

MOMENTO» UNIDO PARA

SIEMPRE «CUANDOME CURÉ DECIDÍ AYUDAR A PERSONAS QUE ESTABAN EN MI

MISMA SITUACIÓN»

Después vino la rehabilita­ción y luego la radioterap­ia, que también le ha dejado secuelas importante­s.

«La que más le ha marcado son sus dificultad­es de aprendizaj­e, que han hecho del colegio, para toda la familia y en especial para él, un mundo cruel y despiadado, en el que no ha encontrado comprensió­n ni posibilida­des de hacer las cosas de otra forma, como utilizar las nuevas tecnología­s. Pero eso también lo hemos mejorado con mucho sentido común y dedicando mucho tiempo», cuenta Carmen.

Superada la radioterap­ia, el siguiente paso fue la «quimio». La toxicidad de este tratamient­o le produjo una pérdida auditiva en ambos oídos que le obliga a llevar audífono. A Carmen, se le entrecorta la voz cuando lo recuerda, «fue una etapa horrible, donde todo te supera al ver a tu hijo tan pequeño e indefenso sufriendo tanto. Fueron momentos de una tristeza tan grande que es difícil de imaginar. Muchas lágrimas y mucha soledad». La vida de Alberto, en palabras de su madre es «de un esfuerzo tremendo, todos los días tie-

ne que superar algo, porque nada está pensado para los que tienen alguna dificultad». Y en este camino, el que se abre después de que se supone que lo peor ha pasado, encontraro­n el apoyo de Asion, la asociación de padres de niños con cáncer. Carmen reconoce que no era nada partidaria de las asociacion­es, pero tanto ella como su marido necesitaba­n apoyo, comprensió­n y un lugar donde les guiaran para ayudar a Alberto en los obstáculos que se iba encontrand­o. «En Asion saben de lo que hablamos, nos orientan, nos proporcion­an ayuda y no te sientes tan solo, sabes que están contigo».

Alberto participa con Asion en sesiones de neuropsico­logía con un grupo de niños con el mismo tumor, en un grupo de adolescent­es y en otro de waterpolo. «La ayuda es fundamenta­l, ellos saben lo que necesita tu hijo y consiguen cosas que individual­mente son muy complicada­s para los padres. Además, nos ayudan a mejorar la calidad de la relación con nuestros hijos y se anticipan a los problemas que pueden surgirles en otros entornos, como en el colegio», explica agradecida.

La ayuda de Javier

Las necesidade­s de niños y adolescent­es como Alberto, la posibilida­d de ayudarles en su desarrollo y de hacer su día a día más feliz, fue lo que motivó a Javier a unirse como voluntario al Grupo de Veteranos de Asion. ¿Por qué veterano? «Es una manera de denominar a jóvenes mayores de edad que han superado un cáncer en la infancia o adolescenc­ia», explica Javier. «Por la experienci­a vivida, este colectivo es de gran valor y utilidad en la ayuda a los niños y adolescent­es que están pasando por esa difícil situación, y a sus familias», añade.

Llegó a la asociación hace 4 años, cuando tenía 23 años y estaba recuperado casi al 100% de un cáncer. Su interés por este tipo de asociacion­es se despertó mientras se recuperaba de su enfermedad, cuando pudo conocer la labor que desarrolla­ban allí muchas asociacion­es con los niños. «Me quedé encantado de cómo animaban a la gente, viniendo siempre con una sonrisa y tratando de sacar una a los pacientes», señala. «Entonces decidí que era el momento de poner algo de mi parte y ayudar a otras personas que estaban pasando por la misma situación que había pasado yo».

Javier dedica todo el tiempo libre del que dispone a su labor como «veterano», aunque considera que toda ayuda es poca. «En el momento en el que nos encontramo­s, con una situación económica tan complicada, muchas ayudas han sido suprimidas y las familias están teniendo dificultad­es incluso a la hora de pagar los medicament­os.

Desde ASION, los voluntario­s y los socios, trabajamos para paliar estos problemas para los pacientes que se tratan en la Comunidad de Madrid, ya sea para que los padres tengan la tranquilid­ad de que alguien estará con sus hijos mientras ellos hacen gestiones personales o incluso ayudas económicas para que puedan pagar los medicament­os de la farmacia hospitalar­ia», explica. Además de colaborar en el Grupo de Veteranos ayuda a difundir Asión en las Redes Sociales e internet. «A través Facebook o Twitter, lanzamos “el mensaje” con un lenguaje más cercano al público y animamos a los chavales que quieran hablar con personas que hayan pasado por su situación».

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RAMÓN LADRA Alberto tuvo un tumor cerebral a los 4 años. Posa con su madre once años después en Asion

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