ABC - Salud

«Adictos» a las calorías

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La sensación de bienestar que experiment­amos al paladear determinad­as alimentos se debe a que activan las neuronas del sistema de recompensa del cerebro. Las mismas que participan en la adicción a las drogas. Con esta estrategia el cerebro consigue que cada día busquemos alimentos. Pero este mecanismo de superviven­cia es un arma de doble filo, como explica el doctor Matthias Tschöp: «No sólo somos adictos al gusto dulce o a la grasa sino que, yendo más lejos, podemos decir que somos adictos a las calorías. Los mismos centros de placer que responden a la cocaína o al cannabis nos hacen desear más calorías para el resto de nuestra vida. En cierto sentido es una adicción peor que las drogas, porque necesitamo­s la comida para no morir de hambre. Lo paradójico es que eres adicto al aporte de calorías y no puedes dejarlo, a diferencia de lo que ocurre con otras drogas. El reto consiste en mantener el control de esta adicción todos los días de nuestra vida para mantenerla en un límite razonable». Y no siempre es fácil, como demuestra la epidemia de obesidad, tan relacionad­a con la diabetes tipo 2. Si la ingesta calórica estuviera controlada solo por mecanismos homeostáti­cos, es decir, por el equilibrio entre lo que comemos y el gasto energético que hacemos, de manera que el tejido adiposo (el almacén de energía) se mantuviera constante, la mayoría de las personas controlarí­a su peso. Pero al intervenir el sistema de recompensa del cerebro, como resalta Tschöp, ese equilibrio se vuelve muy precario. También son importante­s para lograrlo otras neuronas situadas en el hipotálamo, conocidas como MCH, encargadas de regular la ingesta. Estas neuronas se activan con alimentos dulces y ponen en marcha el sistema de recompensa. Sin embargo, si cambiamos el azúcar por la sacarina, ese centro de de recompensa no se activa, por lo que no nos resulta tan placentero como un dulce...

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