EL PET, ESPERANZA DIAGNÓSTICA
La enfermedad de Alzheimer es la enfermedad neurodegenerativa más frecuente. El principal factor de riesgo para desarrollarla es la edad. La prevalencia está aumentando en los países occidentales debido al progresivo envejecimiento de la población. Este hecho a nivel mundial hace pensar que en las próximas décadas nos enfrentaremos a una epidemia de alzhéimer. Se prevé que en el año 2050 haya más de un millón y medio de personas con la enfermedad en España.
Se están destinando muchos recursos para descubrir cómo se origina, y así poder encontrar una cura. No obstante, aunque sólo se consiguiera retrasar el inicio de esta patología unos años, tendría una gran repercusión, ya que habría personas que no la llegarían a desarrollar. Por este motivo, una de las grandes líneas de investigación en esta enfermedad neurodegenerativa es el diagnóstico precoz, encontrando pruebas que nos ayuden a diagnosticar el mal en su fase asintomática - cuando ya hay cambios en el cerebro, pero no se ha expresado -, o cuando aparecen algunos problemas leves de memoria, sin repercusión en el funcionamiento del sujeto.
Sabemos que antes de que existan alteraciones cognitivas importantes, se producen cambios en el cerebro que podemos medir. Se dan alteraciones en el líquido cefalorraquídeo y cambios en la estructura y la función cerebral que se pueden objetivar con imágenes de resonancia magnética y tomografía de emisión de positrones (PET) de metabolismo. Tenemos experiencia de cómo estas pruebas pueden predecir un mayor deterioro cognitivo. Pero, además se puede objetivar la presencia de amiloide cerebral, una de las proteínas que se depositan en el cerebro de los pacientes. Estas exploraciones pueden utilizarse ya en la práctica clínica para hacer un diagnóstico más certero .