CIGARRILLO ELECTRÓNICO, EL LOBO CON PIEL DE CORDERO
Puede que después de tanta polémica esa humareda blanca que exhalan los usuarios de cigarrillos electrónicos sea, en verdad, tan inocente como parece. Y puede que sean exagerados los temores de quienes ven en este dispositivo al lobo disfrazado de piel de cordero, es decir una nueva fórmula para prolongar la tiranía del tabaco. Pero lo que parece cada vez más claro es que en la moda del «vapeo» (fumar cigarrillos electrónicos) empieza a haber tantos intereses económicos que resultará difícil lograr un debate sosegado como ocurrió con el tabaco. En esta nueva batalla, de momento, los defensores del cigarrillo electrónico ganan por goleada a sus críticos. Las tiendas que comercializan estos dispositivos proliferan como hongos en todo el país y Europa ha regulado su uso de una forma demasiado amable para sus fabricantes.
En el Congreso de los Diputados también han perdido la batalla los profesionales sanitarios que reclamaban un tratamiento para los «e-cigarrillos», similar al que ahora tiene el tabaco. Esto significaría que estaría prohibido utilizarlos en cualquier espacio público cerrado, como ya ocurre con los cigarrillos convencionales. La Unión Europea ha dejado a cada país organizar cómo se puede utilizar y España ha optado por impedir su uso en zonas donde pueda haber menores, como el transporte público, los hospitales o los centros escolares.
El propio director del Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Babín, reconocía hace unos días que la representación simbólica del cigarrillo electrónico no era buena para los menores porque evocaba el acto de fumar. La opinión de Babín es la misma que tienen los médicos del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo y son más que impresiones, a la vista de los resultados de un nuevo estudio de la Universidad de California. Este trabajo concluye que los estudiantes adolescentes que utilizaban estos dispositivos fueron más propensos a engancharse al tabaco que los que no los utilizaron. También eran los que más tabaco consumían y los que menos intentaron dejar de fumar, con lo que contradice a quienes ven en estos dispositivos una ayuda para huir de la adicción del tabaco.
Este estudio ha caído como una bomba en Estados Unidos. Otros expertos ponen en duda sus conclusiones y aseguran que esos chicos fumarían en cualquier caso, con o sin cigarrillo electrónico, dicen.