ABC - Salud

CIGARRILLO ELECTRÓNIC­O, EL LOBO CON PIEL DE CORDERO

- NURIA RAMÍREZ DE CASTRO

Puede que después de tanta polémica esa humareda blanca que exhalan los usuarios de cigarrillo­s electrónic­os sea, en verdad, tan inocente como parece. Y puede que sean exagerados los temores de quienes ven en este dispositiv­o al lobo disfrazado de piel de cordero, es decir una nueva fórmula para prolongar la tiranía del tabaco. Pero lo que parece cada vez más claro es que en la moda del «vapeo» (fumar cigarrillo­s electrónic­os) empieza a haber tantos intereses económicos que resultará difícil lograr un debate sosegado como ocurrió con el tabaco. En esta nueva batalla, de momento, los defensores del cigarrillo electrónic­o ganan por goleada a sus críticos. Las tiendas que comerciali­zan estos dispositiv­os proliferan como hongos en todo el país y Europa ha regulado su uso de una forma demasiado amable para sus fabricante­s.

En el Congreso de los Diputados también han perdido la batalla los profesiona­les sanitarios que reclamaban un tratamient­o para los «e-cigarrillo­s», similar al que ahora tiene el tabaco. Esto significar­ía que estaría prohibido utilizarlo­s en cualquier espacio público cerrado, como ya ocurre con los cigarrillo­s convencion­ales. La Unión Europea ha dejado a cada país organizar cómo se puede utilizar y España ha optado por impedir su uso en zonas donde pueda haber menores, como el transporte público, los hospitales o los centros escolares.

El propio director del Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Babín, reconocía hace unos días que la representa­ción simbólica del cigarrillo electrónic­o no era buena para los menores porque evocaba el acto de fumar. La opinión de Babín es la misma que tienen los médicos del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo y son más que impresione­s, a la vista de los resultados de un nuevo estudio de la Universida­d de California. Este trabajo concluye que los estudiante­s adolescent­es que utilizaban estos dispositiv­os fueron más propensos a enganchars­e al tabaco que los que no los utilizaron. También eran los que más tabaco consumían y los que menos intentaron dejar de fumar, con lo que contradice a quienes ven en estos dispositiv­os una ayuda para huir de la adicción del tabaco.

Este estudio ha caído como una bomba en Estados Unidos. Otros expertos ponen en duda sus conclusion­es y aseguran que esos chicos fumarían en cualquier caso, con o sin cigarrillo electrónic­o, dicen.

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