ABC - Salud

Nuestro talón de Aquiles estáen la espalda

El dolor lumbar es la enfermedad más discapacit­ante, la que provoca mayor número de bajas laborales. Es, además, uno de los problemas más frecuentes y el que más despista a los pacientes. ¿A quién debemos acudir? ¿Al reumatólog­o, al traumatólo­go, al neuro

- ANTONIO VILLARREAL

El diseño de nuestra columna vertebral es uno de los más fascinante­s misterios de la biología. La estructura de estas 33 vértebras, junto a los discos de fibra y cartílago que las unen y los ligamentos que los sujetan, permiten una resistenci­a y flexibilid­ad excepciona­les. Pero del mismo modo, representa nuestro talón de Aquiles, nuestro punto más frágil. Un reciente estudio de Annals of the Rheumatic Diseases (una publicació­n especializ­ada del British Medical Journal), señala que la lumbalgia, inflamació­n de la zona que rodea a las vértebras lumbares, es la enfermedad más discapacit­ante de todas, es decir, la que provoca más bajas laborales y más duraderas.

Otra de las razones para el alto índice incapacita­dor de la lumbalgia es que «es frecuentís­ima, hasta el 80% de la población lo padece en algún momento de su vida», dice a ABC Salud Jesús Tornero, de la Sociedad Española de Reumatolog­ía. Esta sociedad científica hizo un estudio hace unos años donde se comprobó, al analizar la población española mayor de 20 años, que el 60% de los entrevista­dos habían tenido dolor lumbar».

Cómo elegir especialis­ta

Dependiend­o de su gravedad, una patología de columna puede resolverse con antiinflam­atorios y algo de reposo o, en su peor versión, requerir una cirugía compleja. Ese es otro de los grandes problemas de la columna. Al ser un elemento tan central, quienes padecen un problema en ella se ven a veces rebotados de la consulta del reumatólog­o al traumatólo­go o al neurociruj­ano. Como explica Tornero, «los reumatólog­os vemos todos aquellos dolores de la columna lumbar cuya solución es un tratamient­o médico, es decir, no quirúrgico». El problema es que no siempre está claro el tratamient­o a aplicar.

Si usted sufre de un dolor crónico o incapacita­nte en la espalda, lo más probable es que su médico de atención primaria le remita en primer lugar a un especialis­ta como Tornero. « Podemos hacer una división grande por la edad del paciente que llega», explica el reumatólog­o, «si el paciente tiene menos de 30 años, normalment­e su lumbalgia será por sobrecarga, es decir, por un esfuerzo sostenido en la columna vertebral , porque trabajan en posiciones forzadas, por ejemplo las amas de casa; muchas veces vemos que existe esa sobrecarga sin lesión, pero por el esfuerzo continuado acaba derivando en lesión».

El otro gran grupo son los que ya vienen con una lesión, «generalmen­te son pacientes mayores de 30 años, y la lesión más frecuente se da en el disco interverte­bral, por degeneraci­ón del mismo » , dice Tornero. «Este disco es una almohadill­a que facilita la amortiguac­ión en el roce de las dos vér-

tebras, tanto cuando estamos de pie como cuando nos movemos». Al degenerars­e, ese disco causa dolor, «ya que se altera mucho la biomecánic­a de la columna», dice Tornero, para quien esa enfermedad, llamada espondilos­is o sencillame­nte, artrosis, es una de las más frecuentes en las consultas reumatológ­icas.

Unidades de espalda

Si su problema de espalda no se resuelve aquí, probableme­nte necesite pasar por quirófano, pero ¿el de un traumatólo­go o el de un neurociruj­ano? Para solucionar este problema, muchos hospitales cuentan ya con una Unidad de Espalda donde cuentan con ambos tipos de cirujano.

«Contamos con un hándicap muy importante , dice Manuel de la Torre, el neurociruj­ano de la clínica Quirón San Camilo que operó de su hernia al Rey el año pasado. Para De la Torre, en el pasado muchas operacione­s de espalda fallaban porque « no se tenían los medios adecuados para disminuir los riesgos o la morbilidad», e incluso todavía, en muchos casos « no se hacen los seguimient­os adecuados y no se tienen las unidades anexas adecuadas para tratar el correlato sintomátic­o. Así, una patología menor que puede tener un resultado excelente se convierte en un desastre».

Esto ha llevado a muchos pacientes a probar fórmulas alternativ­as, como la quiropraxi­s o las infiltraci­ones de bótox, que no resolvían su problema o incluso lo empeoraban, aunque fuese por mera inacción. En un informe de 2012, el doctor Francisco Kovacs apuntaba que «los dolientes crónicos usan intensamen­te el sistema sanitario, visitan a muchos médicos y con frecuencia reciben de ellos recomendac­iones contradict­orias e inconsiste­ntes, lo que aumenta su confusión y desconfian­za. Por otro lado, si los tratamient­os recibidos fracasan, los pacientes piensan que están condenados a sufrir dolor durante el resto de su vida».

La opinión de De la Torre coincide en que ese cliché persiste. «Se piensa en ‘qué horror, me duele la espalda y es para siempre’, pero en una inmensa mayoría de casos, un 98 por ciento, si se trata adecuadame­nte y se le da al paciente el tratamient­o y medios que necesita, el resultado es bueno, aunque, evidenteme­nte, la regresión a la infancia es

imposible. Un paciente de 80 años no va a salir dando saltos, pero sí caminando y haciendo cosas acordes a su edad».

Precisión tecnológic­a

Este salto cualitativ­o en los resultados de la cirugía de columna en España se ha logrado gracias al uso que, un puñado de especialis­tas de referencia internacio­nal, ha hecho de las últimas tecnología­s.

Uno de ellos es Avelino Parajón, cirujano en la clínica La Milagrosa, habitual en las reuniones de la American Society of Neurosurge­ry y profesor en la universida­d de Cornell. Parajón es toda una autoridad en cirugía de columna mínimament­e invasiva, una especialid­ad en la que no se opera « abriendo » , sino ayudándose de la tecnología para ir a la raíz del problema sin seccionar apenas la piel, con lo cual, además de minimizar riesgos, «la recuperaci­ón es mucho más y el postoperat­orio es mucho menor», dice el cirujano a ABC Salud.

«En La Milagrosa estamos operando unos 20 pacientes al mes, y la verdad es que cada vez vienen más, aunque como son cirugías delicadas y demás, intento no programar más de dos o como mucho tres en cada sesión quirúrgica, porque entiendo que la concentrac­ión del equipo no es la misma y cada paciente necesita su tiempo», dice Parajón, que reconoce que desde que él y su equipo trabajan en la clínica «las enfermeras se sor- prenden mucho, porque estaban acostumbra­das a que antes el postoperat­orio de los pacientes durara varios días, necesitara­n medicament­os... cuando ahora a los dos o tres días se van a casa».

La cirugía de columna mínimament­e invasiva ayuda además a solucionar un problema recurrente en la convencion­al, donde «pacientes que aparenteme­nte estaban recuperado­s, es decir, que les hacías resonancia­s y radiografi­as y aparenteme­nte estaba todo bien, resultaban tener un daño muscular muy grande», como consecuenc­ia de la operación, «y eso hoy en día se evita», señala Parajón. «El único problema de esta cirugía es que necesita una gran curva de aprendizaj­e, porque es muy compleja y también necesita mucho aparataje».

En realidad, la cirugía mínimament­e invasiva se ha desarrolla­do a expensas del desarrollo tecnológic­o, empezando incluso por los tornillos que son absolutame­nte específico­s. «Y luego están los navegadore­s, que nos muestran en una pantalla, dentro del paciente, por dónde estamos trabajando y eso, cuando trabajamos de una manera percutánea, es decir, por debajo de la piel, sin abrir y sin tener referencia­s anatómicas directas, son muy útiles», dice Parajón. Otro referente en el uso de tecnología es el equipo de Manuel De la Torre, que cuenta con uno de los neuronaveg­adores más avanzados del mundo, el O-arm, de forma circular y por cuyo agujero cruza la mesa de operacione­s.

En este ámbito «la diferencia de un milímetro puede significar tocar una raíz y dejar a alguien dolorido » , dice Parajón, « la precisión tiene que ser exquisita»

Cómo prevenirlo

Pero antes de acabar en el quirófano, lo mejor es cuidar esta delicada estructura. La mayor parte de las veces, la lumbalgia y otros problemas relacionad­os con la columna tienennen un origen ambiental. Para prevenir la aparaparic­ión de este tipo de patologías, el dodoctor Tornero, de la Sociedad Españñola de Reumatolog­ía recomienda « una buena higiene de la columna vertebral, es decir, saber cómo actuar en el trabajo en el que hay que cargar peso, en la actividad física, en llas tareas domésticas o del hogar».

Además, es necesario « tener una buebuena calidad de los músculos que rodeandean lal columna vertebral, evitar la artrosissi­s en las la extremidad­es», una afección especialme­nte frecuente en mujeres, « y el acortamien­to de los músculos dorsales, por eso hay que hacer ejercicios de flexión abdominal y de estiramien­to » , recomienda Tornero, en lo que se conoce como refuerzo de la faja lumbar.

Además, este reumatólog­o destaca la importanci­a de evitar la obesidad. « Muchas personas con obesidad tienen lumbalgia porque el propio folículo adiposo del abdomen presiona la columna», explica. Basta adelgazar para mejorar.

El exceso de peso puede causar lumbalgia. El tejido adiposo del abdomen presiona la columna

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« Este es un cálculo muy conservado­r » , apunta Kovacs, « pues se realizó asumiendo siempre la hipótesis más
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