«Los operados de hernia discal al día siguiente ya están dando paseos»
De la Torre dirige uno de los centros europeos de referencia en patologías de columna. Además del Rey, miles de personas han resuelto su dolencia con tecnologías pioneras
Un día cualquiera de consulta del doctor Manuel de la Torre la sala de espera está abarrotada y la cola de pacientes que aguardan a lo largo del pasillo da incluso la vuelta a la esquina. Para este neurocirujano, las consultas comienzan a primera hora de la mañana y a menudo se extienden más allá de las diez de la noche. Pocos están aquí porque sea el hombre que operó en marzo del año pasado al Rey. Más probablemente, han venido porque operó con éxito de una hernia discal complicada a un familiar o a un amigo.
En sus dos primeros meses en la clínica Quirón San Camilo de Madrid, a la que se incorporó a principios de este año, de la Torre había operado a 350 personas. «Es el mismo ritmo que hemos llevado siempre», dice el doctor a ABC Salud. «El secreto consiste en que recibimos pacientes con patologías complejas que han sido desechados o que en otros centros no han querido o podido intervenirlos, y nosotros con nuestra experiencia y los medios que contamos, si tienen criterios de cirugía, los terminamos interviniendo y al día siguiente están dando paseos. Eso genera expectativas y es una especie de espiral. La mejor publicidad es un paciente que ha sido tratado adecuadamente», confirma el cirujano.
«Nos gustaría ver pacientes jóvenes y con patologías incipientes», confiesa De la Torre, «pero la inmensa mayoría de los que llegan son pacientes con patologías muy degenerativas, intervenidos una o varias veces en otros centros y con edad avanzada, ¿cuál es la más frecuente? la patología degenerativa de columna, tanto cervical como lumbar, y en muchas ocasiones intervenidos una o varias veces».
No por casualidad, este perfil tipo se ajusta bien al del paciente más célebre que ha tenido últimamente: Don Juan Carlos. Contra su exitoso registro de operaciones diarias, aquel día de marzo de 2013, Manuel de la Torre no pudo programar ninguna otra operación. Aunque desde un aspecto técnico no se diferenciaba de cualquier otra cirugía.
Con el Rey, como con los demás pacientes, De la Torre y su equipo emplearon el O- arm, un neuronavegador de los que sólo hay unos pocos en Europa. Esta apuesta por la tecnología, dice, es muy costosa, casi hasta lo ineficiente, y le llevó tiempo superar ese escalón de aprendizaje. No solo para reducir riesgos, sino también para diferenciarse. «La formación de los neurocirujanos aquí es tan buena como en cualquier país del mundo, incluido Estados Unidos», aclara el médico, «otra cosa son los medios. La tecnología avanza exponencialmente y llega un momento en que si queremos ofrecer un porcentaje de éxitos excelente y minimizar los riesgos quirúrgicos y las complicaciones, en definitiva, transformar lo complejo en convencional, eso conlleva algo más, que es aprender a usar los medios que hoy nos ofrece la técnica».