¿Perdemos el tiempo con los chalecos electroestimuladores?
Aun con un origen médico y bienintencionado, ciertas prácticas de ejercicio rápido son contraproducentes
Ni siquiera Saúl Craviotto, cuatro medallas en tres Juegos Olímpicos y brillante concursante en Masterchef, tiene una receta mágica para mantenerse en forma. Sus únicos ingredientes: ejercicio y buena alimentación. Desgraciadamente, no hay fórmulas milagrosas para perder peso ni máquinas fantásticas que desarrollen los músculos sin sudar, llámense chalecos electroestimuladores, plataformas vibratorias o fajas térmicas reductoras. Y cuidado si tratan de convencer de lo contrario. La gimnasia «exprés» tiene buenas intenciones, bastantes mitos y muchos riesgos.
Han ido perdiendo fuerza, pero todavía quedan gimnasios que ofrecen sus trajes electroestimuladores con los que con una sola sesión de 20 minutos a la semana prometen un cuerpo perfecto. La idea es estimular los músculos a través de pequeñas descargas eléctricas. Un origen con bases médica y científica, que fue apartándose del camino para encontrar un hueco magnificado, y algo distorsionado, en el mundo del fitness. «Los médicos y los fisioterapeutas usamos estas técnicas para la electroestimulación funcional. Ayudamos a los pacientes lesionados a suplir la contracción muscular que no puede realizar por sí mismos tras esa lesión. El problema es que se cortó el desarrollo médico porque venía más dinero por la vía de la gimnasia exprés. ¿Cuál es el peligro? Que provocan una actividad excesiva en cualquier cuerpo, y más en quien no ha hecho ejercicio nunca», explica Kiko Santomé, fisioterapeuta y responsable del servicio médico del Comité Paralímpico Español.
Las consecuencias de esta «supergimnasia» son más graves de lo que aparentan las agujetas que salen tras los 20 minutos de sesión. «Es como si alguien que no ha corrido nunca se pone a hacer un maratón. A lo mejor llega y termina, pero el sufrimiento del miocito (de las células) es brutal. Incluso en personas acostumbradas a actividades intensas de ejercicio. Pones el cuerpo de cero a cien en muy poco tiempo, por lo que los provoca un sufrimiento celular enorme, y una descompensación del tejido que aumenta la creatina quinasa (CPK y CK). Puede provocar rabdomiolisis, y que repercute en graves problemas renales», prosigue Santomé. De ahí que varios de los casos de afectados por este tipo de «ejercicio» hayan terminado por necesitar diálisis de por vida, como algunos casos que han aparecido en las últimas semanas.
Santomé sabe que nunca hará daño a sus pacientes con estas técnicas de electroestimulación: «Los médicos y fisioterapeutas los utilizamos a una muy baja intensidad y de forma muy individualizada, en base a cómo está cada paciente y su mejoría progresiva. Podemos intensificar cada parte de forma muy concreta, al milímetro. Y es un método complementario a toda la recuperación que realiza el paciente. Esos trajes, si hubieran seguido una evolución médica, a los fisios nos hubieran venido bien porque hubiéramos podido llegar a generar unos electrodos tan precisos que podrían ser con- trolados sin que el paciente saliera de su domicilio». Pero no puede decir lo mismo de los gimnasios: «Un aparato de electroestimulación vale entre 12 y 15.000 euros y solo podemos utilizarlo en un cuádriceps cada vez. Puedes encontrar trajes de electroestimulación de todo el cuerpo por 3.000 euros. Ni lo puedes adaptar a cada paciente, ni a cada zona muscular de forma exacta». Desde un centro de electroestimulación de Madrid indican que se incluye un estudio previo para comprobar qué tipo de máquinas puede utilizar cada usuario y si está contraindicado. Además, recalcan que las máquinas pasan los debidos controles y que cada vez se experimenta más en este tipo de gimnasia para evitar posibles peligros.
Vibración excesiva
Algo que rebate Santomé: «El fitness tiene una legislación liviana. Y la sanitaria es más compleja » . No solo se refiere a los trajes electroestimuladores, también señala las máquinas vibradoras que proliferaron con la idea de que el movimiento constante provoca una pérdida de peso sin sudar. «No terminaron su proceso de prueba, pero salieron al mercado igual. Y menos mal que la investigación está para proteger nuestra salud, pues estas máquinas provocan problemas a nivel condrial en la rodilla: nuestra articulación no está preparada para moverse en todos los sentidos del eje, y además con fuerza. ¿Qué produce? La pérdida del cartílago de la rodilla», concluye tajante.
«La legislación y los controles en fitness son más livianos que los de Sanidad»
«Si estos artículos funcionaran de verdad los primeros en utilizarlos serían los deportistas de élite, pues saben que un milímetro les puede separar de la medalla. Pero ya ninguno publicita ninguna de estas máquinas. Las plataformas vibratorias ya no se utilizan en el deporte porque la propiocepción de la rodilla se pierde. [La propiocepción es la facultad que tiene el cuerpo para recolocarse y equilibrarse en caso de un mal apoyo]. Sí es verdad que muy bien utilizada sirve para la calcificación de los huesos, sobre todo en mujeres mayores. Eso sí, con vibraciones muy concretas y en situaciones muy concretas, explica Alberto García Bataller, profesor de INEF, entrenador e investigador sobre deporte y mujer.
Medias y piernas
García Bataller también advierte sobre otro tipo de complementos deportivos que deben utilizarse con la cabeza antes que con el corazón y las piernas. «Las medias compresivas es mejor utilizarlas en reposo, para viajes largos, por ejemplo, porque facilitan el riego sanguíneo de las piernas. En competición no se utilizan. Se han vendido como que evitan los calambres y lo que realmente hace es comprimir demasiado la sangre cuando se está en movimiento. No mejoras el rendimiento».
Tampoco se pierde peso por utilizar las fajas reductoras con calor: «Te provoca calor y deshidratación. Sí, has podido perder unos gramos, pero que se recuperan en cuanto bebes un vaso de agua porque lo que se ha perdido es líquido, no se ha quemado nada de grasa. Y si es mucha la temperatura, pueden dar golpes de calor mucho más perjudiciales que el propio cinturón». Previene también sobre el uso de las máquinas de presoterapia en centros de belleza. «Es una presión desde el tobillo hasta la rodilla que ayuda a la recuperación, lo mismo que hace un fisio en un masaje linfático. Eso está bien. Pero la máquina debe estar perfectamente calibrada para cada parte de la pierna. Demasiada presión no es nada buena. Y como fórmula de adelgazamiento no tiene ningún sentido».
No, no hay milagros para un cuerpo diez: buena dieta, ejercicio controlado y sudor.
«Las plataformas vibratorias provocan problemas en la rodilla, pues no está adaptada a todos los tipos de movimiento que produce la máquina» «Las medias compresivas es mejor utilizarlas en reposo. Durante el ejercicio pueden comprimir demasiado la sangre»