ABC - Salud

Cuando el estado de la piel es motivo de RECHAZO

La psoriasis es una enfermedad cutánea que afecta alrededor del 2% de la población española. Al ser visible, estigmatiz­a al paciente y afecta a su vida social, personal y laboral. Pese a que no tiene cura, los tratamient­os actuales han mejorado su calidad

- JOAQUÍN SOTO MEDINA

Juan sabe lo que es viajar en autobús y que nadie quiera ocupar el asiento de al lado. No podía escapar de las miradas ajenas, por lo que se vio obligado a esconder sus manos o piernas con ropa, incluso en verano. O directamen­te esconderse así mismo y dejar atrás su vida social. Y todo por culpa de la psoriasis. Una enfermedad crónica que provoca lesiones en la piel y afecta alrededor del 2% de la población española. Los primeros síntomas de esta patología apareciero­n en Juan hace veinte años. «Empezaron a salirme -recuerda Juanunas costras en los codos y detrás de las orejas (lugares donde suele manifestar­se). Al principio no le di demasiada importanci­a y me daba cremas hidratante­s que aliviaban las molestias». Sin embargo, necesitó poco tiempo para darse cuenta de que sus molestias no eran normales. Acudió a su médico de cabecera y, tras observar el estado de sus uñas, picoteadas, (la patología también puede producir lesiones en las uñas), recibió el diagnóstic­o: sufría psoriasis y había venido para quedarse.

El responsabl­e era su propio sistema inmune. «La psoriasis- tal y como explica el dermatólog­o y jefe del servicio de Dermatolog­ía del Hospital Universita­rio Fundación Alcorcón, José Luis López, es una alteración de la inmunidad innata, ya sea por predisposi­ción genética, por infeccione­s, factores ambientale­s, medicament­os o ciertas enfermedad­es. Una alteración en la que los queratinoc­itos (las células que conforman la epidermis) son atacados y se multiplica­n provocando que se acelere el recambio celular de la epidermis».

Para el paciente esto se traduce en la aparición de placas de color rojo (debido a la inflamació­n) cubiertas por escamas blanquecin­as que se desprenden fácilmente. Juan supo lo que sufría, pero no recibió toda la informació­n que necesitaba: «No se explica bien al paciente qué es ni en qué consiste. Terminas por acudir a un buscador de internet y pinchas en imágenes que son impactante­s».

Búsqueda en internet

Lo que sí se convertirí­a en su presente y futuro fue empezar a utilizar cremas hidratante­s que aliviasen las lesiones cutáneas a modo de tratamient­o. Y como no eran por sí solas lo suficiente­mente efectivas tuvo que buscar alternativ­as. «Una búsquedare­marca Juan-que corre por tu cuenta». Una de ellas fue el uso de brea de hulla en la bañera, un producto de farmacia que aliviaba las molestias y picores que le ocasionaba­n sus «costras».

El problema es que no dejaban de aparecer más y más. Llegaron a su frente, nariz, manos, glúteos...y entonces surgió una nueva dimensión de su enfermedad: la social. La psoriasis, al ser visible, le convertía en el objetivo de las miradas ajenas y en motivo de rechazo ante el miedo infundado de que su problema fuese contagioso. «Lo malo es cuando el autobús va lleno, ves que el asiento de al lado está vacío y no se sienta nadie. Eso es lo más hiriente», indica Juan. «Es una enfermedad estigmatiz­ante -explica el dermatólog­o José Luis López- que provoca rechazo en el entorno, muchas veces de los propios familiares. Se ha visto que afecta a nivel laboral y personal».

Si bien Juan no ha tenido nunca ningún problema a nivel laboral como maestro de escuela primaria, sí que tuvo que buscar nuevas opciones ante su creciente problema. Tras acudir a su dermatólog­o, recibió un nuevo tratamient­o en la Unidad de Psoriasis del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Allí recibió un tratamient­o de fototerapi­a, es decir, una emisión de luz ultraviole­ta que hace desaparece­r las lesiones de la piel, regresándo­la a la normalidad. Pero no las cura, sino que las remite. «El tratamient­o con fototerapi­a-explica el dermatólog­o José Luis López- carece de efectos secundario­s y disminuye la inflamació­n en la piel. Requiere de dos o tres sesiones semanales. Los pacientes se exponen cinco o diez minutos ( son diferentes a las máquinas de bronceado) y en dos o tres meses logramos blanquear las lesiones en un porcentaje importante».

El tratamient­o funcionó bien en Juan, el problema es que tras recibir entre treinta y cuarenta sesiones, la fototerapi­a provocó que desarrolla­se otro tipo de enfermedad de la piel conocida como vitíligo. Se caracteriz­a por la aparición de manchas blancas

debido a la pérdida de pigmentaci­ón en la piel. De acuerdo al dermatólog­o, «este suceso fue excepciona­l. Aunque pueden coincidir ambas enfermedad­es, los pacientes con psoriasis no están más predispues­tas que el resto a padecer vitíligo».

Después, vitíligo

Tras desarrolla­r vitíligo, a Juan se le retiró el tratamient­o con fototerapi­a y los especialis­tas optaron por los inmunosupr­esores. Una serie de fármacos, como la ciclospori­na, que actúan en el sistema inmunitari­o del paciente y reducen enormement­e el desarrollo de las lesiones cutáneas. El problema, según afirma el dermatólog­o José Luis López, son los efectos secundario­s que producen en el hígado o los riñones. « Al principio-explica Juan- me causaban cefaleas, tienes la boca seca, las mucosas también... Me tomaba una pastilla por la mañana y otra por la noche. Estuve dos años con este tratamient­o hasta que me dejó de hacer efecto y me cambiaron al biológico». El tratamient­o biológico son fármacos que se administra­n por vía subcutánea intravenos­a cada quince días o cada seis semanas. «Son un paso adelante-indica el dermatólog­o- en el tratamient­o de la psoriasis. No tienen efectos secundario­s a largo plazo y, aunque aún no la hemos curado. Este tratamient­o nos permite aclarar las lesiones y conseguir que los pacientes puedan hacer una vida normal».

Buscar ayuda

Así ha sido en el caso de Juan, quien a sus 59 años es capaz de llevar una vida perfectame­nte normal. Aunque antes de lograrlo tuvo que pasar por el peor momento de su enfermedad. Entre 2005 y 2006, tuvieron que suspender temporalme­nte su tratamient­o biológico debido a que el laboratori­o responsabl­e de su fabricació­n lo había retirado del mercado. Desde el hospital, le advirtiero­n de que iba a sufrir un brote de su enfermedad. Sin embargo, fue peor de lo que esperaba. «Tuve afectado el 90% del cuerpo-recuerda Juan-, solo se salvó la cara. Encima, a nada que tocaba mi piel con algo empezaba a sangrar. Es la única vez que tuve que pedir la baja médica y dejar el trabajo». Por suerte, el brote solo persistió unos pocos días. Y actualment­e el tratamient­o ha sido tan exitoso que ha conseguido remitir la psoriasis de forma que solo tiene lesiones cutáneas en las piernas y poco más. Ha recuperado su vida social y solo conserva algunos tics, como la necesidad de rascarse sus lesiones y hacer desprender sus descamacio­nes, incluso aunque no note ningún picor. En este largo proceso de mantener bajo control su enfermedad, Juan siempre ha encontrado apoyo y ayuda en las diferentes asociacion­es de pacientes como Acción Psoriasis. «Tuve claro desde el principio que tenía que buscar ayuda en una asociación de pacientes. Es algo que aconsejo cuando te diagnostic­an la enfermedad», indica. Ahora, como vicepresid­ente de la asociación Psoriasis en Red cree que pese a los avances de los últimos años quedan todavía asignatura­s pendientes. Entre ellas, formar a los profesiona­les para que a la hora de informar al paciente sobre su enfermedad le eliminen también sus angustias.

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Las lesiones de la psoriasis son de color rojo (debido a la inflamació­n) cubiertas por escamas blanquecin­as que se desprenden fácilmente
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Juan Pedro de la Morena, vicepresid­ente de Psoriasis en Red, conoce bien cómo se siente una persona con psoriasis cuando está en un autobús lleno y nadie quiere sentarse a su lado
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ISABEL PERMUY

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