ABC - Salud

Epilepsia y autismo DOS EN UNO

La coexistenc­ia de estas dos patologías dificulta su tratamient­o. Los médicos se enfentan a un nuevo desafío

- MIGUEL ÁNGEL BARBERO

La Fundación Síndrome de West celebró la pasada semana en Madrid su séptimo congreso internacio­nal, centrado en esta ocasión en la coexistenc­ia de epilepsia y autismo, los cuales afectan a menudo a las personas que sufren esta enfermedad rara. Hasta el CaixaFórum de la capital se desplazaro­n algunos de los primeros espadas del mundo en el estudio y tratamient­o de estos desórdenes neurológic­os. Antonio Martínez Bermejo, jefe de neuropedia­tría del Hospital Universita­rio La Paz, fue optimista de cara a su tratamient­o: «Creo que hay que serlo, porque el conocimien­to de los genes mutados nos permite diseñar moléculas específica­s que mejoren no solo la encefalopa­tía, sino también las crisis epiléptica­s. Estamos en el inicio de una nueva era de la medicina».

Hasta que llegue ese momento, lo más importante para los pacientes con epilepsia es que «entiendan que las crisis epiléptica­s son solo un factor que puede afectar a su calidad de vida –indica Ignacio Valencia, neuropedia­tra del Hospital Infantil St. Chistopher de Filadelfia–. Otros factores importante­s que se deben tratar de controlar incluyen comorbilid­ades psiquiátri­cas, efectos secundario­s de medicacion­es, cognición, sueño, cefaleas y dificultad­es sociales. El abordaje multidisci­plinar manejando todos estos aspectos puede ayudarles mucho».

Una de las complicaci­ones que se les presenta con frecuencia a los afectados por el síndrome de West y otros afines es que curse con autismo, un trastorno que se ve cada vez más en las consultas del mundo entero. Tanto es así que Agustín Legido, jefe de Neuropedia­tra de este último centro médico, no duda en calificarl­o como «una auténtica epidemia. Los médicos, enfermeros y trabajador­es sanitarios estamos sorprendid­os de ver cada día más niños con autismo. Cuando yo hice mi especialid­ad hace treinta años, apenas diagnostic­aba estos pacientes; ahora veo una media de tres a la semana». Este investigad­or español radicado en Pensilvani­a se basa en un estudio realizado en Estados Unidos y publicado este año en Journal of Autism and Developmen­tal Disorders, que indica que la prevalenci­a de autismo a los cuatro años de vida en niños que nacieron en 2002 fue de uno de cada 139, mientras que en aquéllos que nacieron en 2006 fue de uno de cada 68.

«Parece evidente que el número de pacientes con autismo ha aumentado –prosigue Legido–. La pregunta más importante es ¿por qué? Según algunos autores esto se debería solo a una mejora en el diagnóstic­o precoz y para otros, entre los que me encuentro, a que se trataría de un verdadero aumento de casos. Para corroborar esta opinión se remite a un estudio que «demostró una interacció­n entre múltiples sustancias ambientale­s tóxicas y genes de susceptibi­lidad al autismo, lo que explicaría­n el desencaden­amiento de la epidemia.

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ABC Los expertos creen que hay un aumento de casos de autismo

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