Epilepsia y autismo DOS EN UNO
La coexistencia de estas dos patologías dificulta su tratamiento. Los médicos se enfentan a un nuevo desafío
La Fundación Síndrome de West celebró la pasada semana en Madrid su séptimo congreso internacional, centrado en esta ocasión en la coexistencia de epilepsia y autismo, los cuales afectan a menudo a las personas que sufren esta enfermedad rara. Hasta el CaixaFórum de la capital se desplazaron algunos de los primeros espadas del mundo en el estudio y tratamiento de estos desórdenes neurológicos. Antonio Martínez Bermejo, jefe de neuropediatría del Hospital Universitario La Paz, fue optimista de cara a su tratamiento: «Creo que hay que serlo, porque el conocimiento de los genes mutados nos permite diseñar moléculas específicas que mejoren no solo la encefalopatía, sino también las crisis epilépticas. Estamos en el inicio de una nueva era de la medicina».
Hasta que llegue ese momento, lo más importante para los pacientes con epilepsia es que «entiendan que las crisis epilépticas son solo un factor que puede afectar a su calidad de vida –indica Ignacio Valencia, neuropediatra del Hospital Infantil St. Chistopher de Filadelfia–. Otros factores importantes que se deben tratar de controlar incluyen comorbilidades psiquiátricas, efectos secundarios de medicaciones, cognición, sueño, cefaleas y dificultades sociales. El abordaje multidisciplinar manejando todos estos aspectos puede ayudarles mucho».
Una de las complicaciones que se les presenta con frecuencia a los afectados por el síndrome de West y otros afines es que curse con autismo, un trastorno que se ve cada vez más en las consultas del mundo entero. Tanto es así que Agustín Legido, jefe de Neuropediatra de este último centro médico, no duda en calificarlo como «una auténtica epidemia. Los médicos, enfermeros y trabajadores sanitarios estamos sorprendidos de ver cada día más niños con autismo. Cuando yo hice mi especialidad hace treinta años, apenas diagnosticaba estos pacientes; ahora veo una media de tres a la semana». Este investigador español radicado en Pensilvania se basa en un estudio realizado en Estados Unidos y publicado este año en Journal of Autism and Developmental Disorders, que indica que la prevalencia de autismo a los cuatro años de vida en niños que nacieron en 2002 fue de uno de cada 139, mientras que en aquéllos que nacieron en 2006 fue de uno de cada 68.
«Parece evidente que el número de pacientes con autismo ha aumentado –prosigue Legido–. La pregunta más importante es ¿por qué? Según algunos autores esto se debería solo a una mejora en el diagnóstico precoz y para otros, entre los que me encuentro, a que se trataría de un verdadero aumento de casos. Para corroborar esta opinión se remite a un estudio que «demostró una interacción entre múltiples sustancias ambientales tóxicas y genes de susceptibilidad al autismo, lo que explicarían el desencadenamiento de la epidemia.