ABC - Salud

«Quiero ver crecer a mis sobrinos»

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A Inma, la vida le dio un doble mazazo cuando menos lo esperaba. El 21 de marzo de 2014 esta farmacéuti­ca de Cornellà (Barcelona) se levantó de la cama y se desplomó, quedando paralizada de cintura para abajo. Le realizaron un TAC de urgencia y descubrier­on varios tumores en su columna. Tenía 43 años y sabía, por su profesión, que no era un buen augurio. Por desgracia, los médicos confirmaro­n que padecía un cáncer de pulmón metastásic­o. Lo primero que hicieron es cirugía para «descomprim­ir la médula». Después la irradiaron. Su pronóstico era malo. Estaba postrada en una silla de ruedas y, cáncer al margen, necesitaba cuidados específico­s, por lo que la ingresaron en un centro sociosanit­ario. «Perdí el pelo, apenas tenía visión, estaba en una silla de ruedas; no me reconocía. Solo dormía unas tres horas al día», explica a este diario. Los especialis­tas analizaron su caso. Estaba dentro del pequeño porcentaje de cánceres de pulmón no relacionad­os con el hábito tabáquico. «No había fumado nunca», dice la afectada. Por eso, los oncólogos se centraron en buscar la mutación causante de la enfermedad. Una biopsia pulmonar les llevó hasta ella y pudieron administra­rle una terapia dirigida. «Tengo claro que estoy aquí gracias a ella. Cinco años antes, no sé qué hubiera sido de mí», dice la paciente, que reconoce que «vi la muerte muy de cerca». El tratamient­o dirigido logró detener la enfermedad, aunque en febrero de 2016 ante nuevos indicios de actividad metastásic­a los

especialis­tas le hicieron otra biopsia; esta vez hepática, que les condujo a un nuevo tratamient­o con un inhibidor de tercera generación. Desde entonces, Inma tiene su «rebelde» cáncer bajo control. «Cada mes me controlan en el Instituto Catalán de Oncología, y cada dos meses TACs y resonancia­s. Vivo mes a mes», dice la afectada. Inma ha sido vapuleada por el cáncer pero la enfermedad no le ha robado su fortaleza interna y positivida­d, condicione­s, según dice, «indispensa­bles para afrontar la patología». «Quiero vivir porque quiero ver crecer a mis sobrinos», asegura Inma. Por otro lado, dice haberse sentido en muy buenas manos. «Es increíble que con tan pocos recursos tengamos una sanidad de tanto nivel», declara. Su batalla contra el cáncer le ha ayudado –apunta– a entender muchas cosas como, por ejemplo, que «la enfermedad es parte de tí. Son células tuyas, aunque se hayan vuelto malas».

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