De sentencia letal a COMPAÑERO DE VIAJE
Viven desde hace años con la espada de Damocles sobre su cabeza pero llevan una vida normal. Inma, Mónica y Meritxell son veteranas del cáncer que han logrado controlar la enfermedad gracias a los avances terapéuticos y a sus «ganas de vivir»
«Recaí justo cuando me daban a mi hijo»
Lleva 12 años de combate «cuerpo a cuerpo» con el cáncer y siempre ha sorteado su estocada fatal. Mónica Serrano tenía 36 años cuando, en julio de 2006, le diagnosticaron cáncer de mama. Fue en una revisión rutinaria. Desde entonces, ha centrado su vida en coger ventaja a su rival y detenerle. Con el fin de neutralizar a la enfermedad ha pasado por diferentes tratamientos, a los que su cuerpo ha ido inmunizándose, pero siempre ha tenido un nuevo abrazo terapéutico que le ha permitido tirar adelante. «Te acostumbras a tener al cáncer de compañero de viaje», dice Mònica. Reconoce, no obstante, que, pese a que siempre ha confiado en sobrevivir a la enfermedad, ha atravesado momentos muy duros durante el proceso. «Uno de ellos fue en 2014, cuando tenía que ir a buscar a mi hijo adoptivo, y me anunciaron que había recaído y debía hacer quimio. Estuve a punto de tirar la toalla», explica Mónica en una entrevista concedida a este diario. La lucha contra el cáncer de esta barcelonesa, que tuvo que aparcar su carrera de maestra para centrarse en su enfermedad, se remonta al verano de 2006. En agosto de ese año, un mes después de recibir el azote del diagnóstico, entró en el quirófano para someterse a una mastectomía. Después vinieron ocho duras sesiones de quimioterapia. Le siguió un tratamiento hormonal que le dio varios años de tregua, aunque en febrero de 2013 volvió a sentir el aliento del cáncer. Le detectaron metástasis con afectación en la clavícula. Desde entonces hasta 2015, en que el equipo de cáncer de mama del Hospital Vall d’Hebron le dio la oportunidad de probar una innovadora terapia, Mònica combatió la enfermedad con diferente arsenal terapéutico. «Probé varios tratamientos hormonales pero mi tumor acabó siendo hormonorresistente», dice. Desde la primavera de 2017, gracias a una terapia dirigida, esta barcelonesa ha logrado controlar la enfermedad. «Este mes vence el plazo de vida que me dieron los médicos. De momento, yo he ganado», concluye.