Que no le den GATO POR LIEBRE
En el supermercado, a veces, las apariencias engañan. Cuando elegimos un producto, no hay que quedarse con la foto o la denominación comercial. Saber leer la etiqueta es fundamental para conocer qué estamos comprando y comiendo realmente
Zumos que son néctares
No todo lo que viene en botella, tiene color naranja y lleva frutas en la foto de la etiqueta es zumo. Hay que diferenciar entre los zumos 100% exprimidos, que se obtienen directamente de estrujar las naranjas, sin procesos de concentración; de los concentrados (a partir de un jugo de naranja concentrado, al que se le añade agua ) y de los néctares. Estos últimos son preparados a partir de un 50% de zumo de naranja y el resto es agua y azúcar (o edulcorante), informa OCU.
Productos en los que se destaca un ingrediente o sabor
La normativa exige que si un ingrediente es destacado mediante texto o dibujo se indique el porcentaje en el que está presente, pero no obliga a que haya un porcentaje mínimo. Es por esto que nos podemos encontrar productos en los que el « ingrediente estrella » no es precisamente el que está en mayor proporción. Por ejemplo, una crema de bogavante o una ensalada de cangrejo, puede denominarse así tanto si lleva un 1%, un 10% o un 50% de ese marisco. También hay que estar atento a productos como los yogures o gelatinas de sabores frutales. Que indique « sabor a fresa » no quiere decir que necesariamente lleve fresas, puede que simplemente le hayan añadido aromas y azúcar.
A qué se le puede llamar realmente yogur
En España, legalmente, solo puede denominarse « yogur » a la leche coagulada por dos bacterias concretas: Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus. Con un embalaje similar al de los yogures encontramos otros productos que son leches fermentadas con diferentes bacterias. Eso incluye a los que tienen bifidus, l- casei, etc. «Son parecidos nutricionalmente en cuanto a proteí- nas, hidratos y grasas, pero cambia la cepa bacteriana con la que se fermenta » , explica Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y experta en seguridad alimentaria. Tampoco es un yogur ni se pueden denominar como tal los mal llamados yogures de soja. Si buscamos la denominación legal en la etiqueta de estos preparados, podrá leer que es una « especialidad vegetal de soja fermentada » .
El york o pavo que es fiambre
No hay que quedarse con la denominación comercial de los productos sino con la legal, que se encuentra en el etiquetado, al lado de la lista de ingredientes. A veces, lo que por la foto parece jamón cocido o pechuga de pavo en realidad es un fiambre, en el que no todo es carne sino que lleva otros aditivos. «Si en la etiqueta pone fiambre es porque lleva añadidas féculas (almidón), más baratas que la carne y con menor valor nutricional», explica la experta en seguridad alimentaria Beatriz Robles. En el caso de aquellos envases en los que puede leerse como reclamo «extra jugoso», OCU avisa en su web de que, en contra de lo que parece, es un producto de menor calidad que otros porque significa que «tiene más agua y menos jamón».
Rallado o lonchas para sándwich que no son queso
La apariencia y el envase pueden ser similares al de un queso rallado o en lonchas, pero si en el etiquetado no pone la palabra «queso» es porque no lo es. Las palabras que faltan en la etiqueta «no se omiten sin querer, o por azar, o porque quieran acortar la denominación», sino porque «con la normativa en la mano, lo que nos están tratando de vender no será queso sino un preparado lácteo con grasa vegetal», advierten desde la OCU. «Son más baratos que comprarte la cuña de queso y rallarla, pero nutricionalmente son peores, con grasas de menor calidad, más sal y saborizantes», asegura la tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles.