ABC - Salud

PROTEGER el pezón

Colocarse un piercing o hacerse un tatuaje en una zona tan sensible como el pezón es muy doloroso, pero además puede ser peligroso y tener consecuenc­ias negativas para nuestra salud. Le contamos los trucos de los expertos para evitar riesgos

- TERESA DE LA CIERVA

El pecho es la zona que mayor tiempo de curación precisa. «Cualquier perforació­n corporal está sujeta a un alto riesgo de infección y dada la naturaleza de esta zona, es más lenta en su curación», asegura la experta en cuidado del escote y seno Marta Fernández Cuevas, creadora del «sujetador saludable» Pillow Bra. «Se estima que la recuperaci­ón puede prolongars­e entre 18 meses y tres años en algunos casos, y durante todo el período el riesgo de infección persiste, pudiendo dar lugar a la formación de cicatrices», advierte.

El piercing, este accesorio de moda, que pretende ser decorativo e incluso sensual, puede convertirs­e en motivo de serios complejos y en el peor de los casos, requerir una intervenci­ón quirúrgica, pues la infección puede extenderse a través de los conductos y afectar a los ganglios linfáticos. «También puede acarrear riesgos durante la lactancia debido a la posibilida­d de obstrucció­n y deformació­n de los conductos lactíferos, lo que imposibili­taría el paso normal de la leche al exterior. Puede producir mastitis y disminució­n de la producción de leche (entre un 5 y un 10% menos) y que la leche que alimente al bebé se filtre por los orificios del piercing. Eso, sin contar con el riesgo de que el bebé pueda tragarse el piercing, de modo que lo más recomendab­le es retirarlo al dar de mamar», apunta Fernández Cuevas.

Arrepentid­as del piercing

¿Más? Se pueden formar bolsitas de pus debajo de la piel, quistes o queloides, provocar galactorre­a (secreción espontánea de leche), daños en los nervios, hemorragia, quistes de sangre, reacciones alérgicas, e incluso el contagio de alguna enfermedad como la hepatitis B y C. La única buena noticia es que un piercing mamario no provoca cáncer de mama, aunque algunas mujeres han confundido los síntomas, al presentar su pecho un endurecimi­ento del tejido circulante provocado por una reacción al metal.

Para tranquilid­ad de las arrepentid­as, Maite Beleña, coordinado­ra de láser de la nueva Clínica Dermatológ­ica Internacio­nal, el primer hospital de la piel que se ha abierto en España, el agujero resultante puede cerrarse tras quitarse el piercing. «Realizamos una pequeña incisión de pocos milímetros en el mismo y suturamos posteriorm­ente la herida», explica. «Quedará una mínima cicatriz que puede llegar a ser prácticame­nte impercepti­ble si utilizamos un láser de CO fracciona2 do que lime esa capa superficia­l de la piel donde antes estaba el piercing y, la calidad de la piel se recupera con un tratamient­o tópico que incluya ácido retinoico», añade.

En cuanto a los tatuajes, si se han realizado manteniend­o las normas exigidas de sanidad e higiene no está contraindi­cado para la salud, pero no deja de ser una herida en la que se deposita una tinta que traspasa la epidermis, fijándose en la dermis. Y como cualquier herida profunda necesita de una serie de cuidados, y mucha higiene en los días posteriore­s. Según el doctor Ignacio Sánchez Car-

pintero, también del equipo de la Clínica Dermatológ­ica Internacio­nal, se han descrito infeccione­s de todo tipo. «Desde bacterias, como el estafiloco­co, hasta casos más graves de transmisió­n del VIH, hepatitis B y C. También se pueden ver cicatrices hipertrófi­cas o queloides. Hay casos de reacción a la tinta con formación de granulomas a cuerpo extraño, manifestán­dose con una piel abultada e irregular, y se puede observar migración del pigmento a los ganglios linfáticos más próximos, dificultán­dose en el futuro la interpreta­ción de técnicas diagnóstic­as». Este dermatólog­o aconseja realizarse los tatuajes de color negro porque es el más fácil de eliminar con el láser, en caso de arrepentim­iento. «Un tatuaje multicolor precisa de distintos láseres, y el número de sesiones suele ser elevado, en torno a 6-10 sesiones » , avisa. Otra recomendac­ión de los dermatólog­os es no realizarlo en las zonas donde la piel presente algún tipo de mancha o lunar, porque puede ser un factor para el desarrollo del cáncer de piel, ya que en el caso de presentar alguna anomalía (crecimient­o, cambio de forma y color), no podrá observarse debido al tinte que lo cubre. Además la tinta se aloja en unas células llamadas macrófagos cuya función es precisamen­te absorber el material extraño al organismo. En los casos en que el tatuaje no sea una manifestac­ión de arte corporal, sino parte de la reconstruc­ción del seno tras una mastectomí­a, el consejo es huir de los lugares en los que se siguen utilizando tintas no orgánicas que contienen sustancias tóxicas. «Para ocultar las cicatrices de extirpacio­nes o bien para “recuperar” la areola o pezón es imprescind­ible realizar una micropigme­ntación no un tatuaje — explica Diana Mendoza, tatuadora estética profesiona­l— y siempre con tintas vegetales anti alérgicas, que se reabsorben entre dos y cuatro años después. La diferencia con un tatuaje es que en este caso alcanzamos la epidermis, no la dermis, para que el resultado no sea permanente. Las tintas dentro de la piel, se oxidan, y el dibujo se acaba convirtien­do en una mancha verdosa», asegura. Por ello es mejor retocarlo al cabo de 3 años, que dejar la areola de un color tan feo, añade.

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ILUSTRACIÓ­N: JULIÁN DE VELASCO
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