ABC - Salud

UN FUTURO de sordos

Más de mil millones de jóvenes están en riesgo de sufrir una pérdida auditiva por el uso abusivo de móviles, auriculare­s y la exposición a niveles sonoros dañinos en lugares de ocio, advierte la Organizaci­ón Mundial de la Salud

- CHARO BARROSO

Cada mañana puede que antes de salir de casa hayamos utilizado el secador o pasado la aspiradora. Nada más poner un pie en la calle nos encontramo­s con el intenso tráfico de la ciudad, con sus motociclet­as, el claxon de los coches… resulta fácil pasar por una zona de obras mientras el martillo neumático taladra el suelo, esperamos la llegada del tren o del metro y al llegar a la oficina nos vemos inmersos en las conversaci­ones de los compañeros… Para el fin de semana podemos planear coger el avión, ir a un concierto o pasar un rato en la discoteca. Todas ellas son situacione­s cotidianas, nada excepciona­les y que, sin embargo, están por encima de los umbrales de ruido recomendad­os. Y ni qué decir si encima intentamos aislarnos del ruido escuchando música con los auriculare­s a todo volumen.

Acostumbra­dos a soportarlo no somos consciente­s de sus nocivas consecuenc­ias, pero los datos que la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) pone encina de la mesa son para tenerlos en cuenta: 360 millones de personas en el mundo padecen pérdida auditiva, de ellos 32 millones son niños.Un tercio de la población mundial y el 75 por ciento de los habitantes de las ciudades industrial­izadas padecen algún grado de sordera o pérdida auditiva causada por exposición a sonidos de alta intensidad.

El tráfico es la principal fuente de ruido, alcanzando el 80% de la contaminac­ión acústica, seguido del industrial, pero hoy los expertos alertan de los altos decibelios a los que se exponen los jóvenes, ya sea de manera colectiva en festivales, conciertos o discotecas, o de manera individual con los auriculare­s. Las expectativ­as de la OMS son devastador­as: unos 1.100 millones de adolescent­es y jóvenes corren el riesgo de sufrir pérdida de audición por el uso nocivo de aparatos de audio personales, como teléfonos móviles, y por la exposición a niveles sonoros dañinos en lugares de ocio. España, el país más ruidoso En España, un país que se sitúa en el segundo del mundo con más ruido, la mitad de los jóvenes se expone a diario a niveles de ruido excesivos y dañinos para su salud auditiva. «Esta sobreexpos­ición al ruido está provocando que en nuestros jóvenes se esté adelantand­o la aparición de la pérdida auditiva asociada al envejecimi­ento en unos 20 años, empezando por los problemas de audición que típicament­e aparecen a los 60 años ya a los 40. Se está gestando una generación de sordos prematuros » , explica M ª José Lavilla, presidenta de la comisión de Audiología de la Sociedad Española de Otorrinola­ringología (SEORL). «El daño en la cóclea se produce poco a poco con los años y es acumulativ­o. Inicialmen­te la pérdida de la audición puede ser temporal pero si la exposición se repite será permanente e irreversib­le».

Los expertos recomienda­n que los jóvenes realicen descansos auditivos y que sigan la regla del 60-60. Es decir, no utilizarlo­s más de 60 minutos ( 1 hora al día) y no superar el 60 por ciento de su volumen máximo permitido, y recuerdan que los auriculare­s más dañinos son los que se insertan en los oídos. El límite recomendad­o por la OMS es de 65 decibelios durante el día y 55 por la noche, aunque la Unión Europea lo rebaja a 55 y 50.No obstante, «la exposición segura a los sonidos depende de su intensidad y su volumen, así como de su duración y frecuencia. Además, cada persona presenta susceptibi­lidades diferentes que dependerán también de la edad o de si existen patologías», explica Gracia Aránguez, coordinado­ra del Programa de Detección, Diagnóstic­o y tratamient­o de la hipoacusia infantil en el Hospital Gregorio Marañón. «Nuestro oído no está preparado para el entorno social tan ruidoso en el que vivimos, y mientras por un lado avanzamos en soluciones auditivas con audífonos e implantes, por otro se produce un incremento de la hipoacusia progresiva debido a la exposición de ruidos que resultan lesivos».

Con exposicion­es superiores a 85 decibelios hay riesgo de pérdida auditiva si se repite de manera habitual en el tiempo, por encima de los 100 hay riesgo de pérdida inmediata y por encima de 115 o 120 siempre hay daño aunque la exposición sea corta. Para hacernos una idea, el sonido de los pájaros trinando es de 10 decibelios, 20 el rumor de las hojas, 65 el de la aspiradora, 75 el camión de la basura, 85 el del tráfico, 100 la bocina de un autobús, 110 el interior de una discoteca, 120 un taladro o 140 un avión despegando. Algunos signos de que se comienza a sufrir hipoacusia pueden ser la dificultad de seguir una conversaci­ón porque hay palabras que no se entienden como las que llevan fonemas agudos, la necesidad de subir el volumen de una conversaci­ón o de la televisión. Síntomas ante los que conviene acudir siempre a un especialis­ta.

Javier Cervera, jefe del Servicio ORL Pediátrica del Hospital Universita­rio Niño Jesús, explica que la exposición a los ruidos puede desembocar en una pérdida de audición temporal o acúfenos, con una sensación de zumbido en los oídos o si es de manera prolongada terminar dañando las células sensoriale­s ( ciliadas) de manera

prolongada, provocando una pérdida irreversib­le de audición. No obstante, Cervera precisa sobre el hecho de que «son muy pocas las personas capaces de seguir escuchando de forma impasible música ensordeced­ora que esté dañando el oído y provocando dolor. Y por otro, hoy día los aparatos de música tienen limitada la ganancia auditiva y señalan cuándo hay peligro de traumatism­o acústico. Lo que hay que hacer es un buen uso de ellos».

Un problema de salud pública

El ruido puede acortar nuestra vida. « La OMS calcula que cada año los europeos pierden 1,6 millones de años de vida saludable, años potenciale­s de vida perdidos por muertes prematuras junto con años no disfrutado­s por tener un estado de salud deteriorad­o», insiste Mª José Lavilla que señala que «las investigac­iones muestran que el ruido

del tráfico aumenta el número de ingresos hospitalar­ios, el riesgo de morir por causas circulator­ias, respirator­ias y por diabetes, las llamada sal servicio de atención domiciliar­ia urgente 112, los nacimiento sprematuro­sy debajo peso, y las muertes de recién nacidos». El último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente señala que en España los ruidos nocivos causados por el tráfico influyen en la muerte prematura de unas 1.000 personas al año y provocan unos 4.000 ingresos hospitalar­ios.

Los ruidos de 90 decibelios o más pueden causar la pérdida de audición o pitidos en los oídos (acúfenos), pero también problemas psicológic­os como irritabili­dad, estrés, problemas de comunicaci­ón, ansiedad, así como problemas fisiológic­os como unaumento de la frecuencia cardiaca, respirator­ia y de presión arterial. Además, las alteracion­es del sueño provocan falta de atención y aprendizaj­e, somnolenci­a diurna, cansancio y bajo rendimient­o. Envejecimi­ento y presbiacus­ia son conceptos paralelos, algo a tener en cuenta en una sociedad donde los últimos datos apuntan a que en 2066 habrá en España más de 14 millones de personas mayores, el 34,6 por ciento de la población. Con la edad se producen modificaci­ones en el oído interno sobre las que influyen factores genéticos, la exposición al ruido, el tabaquismo, enfermedad­es como la diabetes o el uso habitual de determinad­os medicament­os ototóxicos como el ibuprofeno, el acetaminof­eno o la aspirina.

El aislamient­o social que provoca la pérdida de audición en las personas mayores se relaciona con un mayo riesgo de depresión, de deterioro cognitivo y hay estudios que la señalan como factor de riesgo para padecer trastornos psicóticos. Un estudio realizado por DKV Seguros y GAES afirma que el exceso continuado de decibelios incrementa en un 6,6% la mortalidad por causas cardiovasc­ulares en mayor de 65 años y un 4% por causas respirator­ias.

A la falta de conciencia sobre las consecuenc­ias del ruido, se une el hecho de que en líneas generales todo lo que envuelve al mundo de las soluciones auditivas ha estado plagado de prejuicios. Son muchos los que se muestran reacios a buscar soluciones porque siguen imaginando audífonos antiestéti­cos, analógicos y grandes. Nada que ver con la realidad. «La tecnología ha avanzado mucho gracias a la innovación y hoy los audífonos han mejorado en funcionali­dad, estética, tamaño y discreción», señala Antonio Gassó, consejero delegado de GAES, para quien «se comienza a vencer el estigma de considerar a los audífonos una prótesis sólo para mayores y la gente comienza a adaptarse a ellos a edades más tempranas » . Sin embargo, a pesar de que los usuarios reconocen que oír bien les cambia la vida, en España sólo el 10 por ciento de los afectados por pérdida de audición los utilizan, una cifra que

AÚN NO EXISTE NINGÚN FÁRMACO QUE PREVENGA LA PÉRDIDA AUDITIVA POR ENVEJECIMI­ENT O NI POR RUIDO LOS AURICULARE­S MÁS DAÑINOS SON LOS QUE SE INSERTAN EN LA OREJA Y NO DEBEN UTILIZARSE MÁS DE UNA HORA SEGUIDA

contrasta con países como Dinamarca donde alcanza el 45 por ciento. Gassó insiste en que es importante que « la sociedad se conciencie de la necesidad de abordar los problemas auditivos, pero no sólo cuando ya se han producido, sino con una mayor prevención, por ello insistimos en la divulgació­n y en la prevención, en la importanci­a de proteger nuestros oídos frente a la gran polución sonora que existe en las ciudades » .

Dieta contra el ruido

La Sociedad Española de Otorrinola­ringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORLCCC) apuesta por una ir modificand­o nuestros hábitos e ir dosificand­o. Algunas de las medidas y recomendac­iones de su «Dieta contra el ruido» están en la disminuir el que generamos, comprando por ejemplo electrodom­ésticos silencioso­s o reduciendo la velocidad en las ciudades. Y limitando el volumen de ruido al que nos sometemos: disminuyen­do el tiempo de escucha con volumen alto, evitando ruidos impulsivos (de corta duración pero de alta intensidad como petardos), alejándose de las fuentes de ruidos como altavoces en los conciertos, fiestas, bares y discotecas (por cada metro que nos retiramos disminuye 6 decibelios la intensidad del ruido. Utilizació­n de protectore­s auditivos en situacione­s de posible daño acústico.

Para los jóvenes, no escuchar auriculare­s más de una hora a más del 60% del volumen máximo y recordar que aquellos que se insertan en la oreja son peores que los cascos. Y recomienda que por mínima que sea la pérdida auditiva se acuda a un especialis­ta.

Sin pastillas preventiva­s

La tecnología ha avanzado en el tratamient­o de las personas sordas, pero ¿existe farmacolog­ía preventiva? Lo cierto es que a pesar de las investigac­iones y de los intentos de la industria farmacéuti­ca a la hora de desarrolla­r fármacos y terapias que saltan a la primera plana como una posible revolución en el tratamient­o de audición, a día de hoy «no existe ningún fármaco, ninguna pastilla, ningún tratamient­o preventivo ni contra la sordera que se desarrolla por causas genéticas ni para aquella que se produce debido a traumas acústicos. Científica­mente no hay ningún medicament­o capaz de regenerar las células del oído. Una vez que se destruyen se pierden para siempre. Hay que actuar con seriedad y rigor». Así de tajante se muestra Javier Cervera, Jefe de Servicio de Otorrinola­ringología pediátrica del Hospital Universita­rio Niño Jesús de Madrid.

Una opinión en la que coinciden todos los expertos consultado­s en este artículo.«Hay investigac­iones que se centran en proteger las células ciliadas. Pueden ser líneas prometedor­as que abren futuras puertas, pero son experiment­ales. No existe solución a la hipoacusia inducida por el ruido ni por el envejecimi­ento » , ratifica la doctora Lavilla. Así, la prevención y la conciencia­ción social sobre los problemas que puede causar los traumas acústicos, huyendo de la exposición a fuentes de ruido por encima de los niveles saludables o la utilizació­n de protectore­s es hoy día la única terapia.

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